Lectura obligatoria: Buscando el Rostro de Dios (Dr. Feddes)
Buscando el Rostro de Dios
por David Feddes
No conozco a Dios tan bien como me gustaría conocerlo. A veces mi percepción de Dios puede volverse tan opaca que me pregunto si lo conozco en absoluto. He estudiado mucho la Biblia, y sé muchas cosas acerca de Dios, pero todavía no conozco a Dios mismo de la manera en la que quiero conocerlo.
Aquello que conozco de Dios puede parecer ya muy escuchado. Dios puede parecer más como un conjunto de conceptos que he recogido de otros que un amigo vivo y fascinante a quien conozco personalmente. Ojalá pudiera decir que Dios camina y habla conmigo de una forma constante, pero a veces siento como si estuviera caminando solo en silencio. Creo que Dios está allí y que no está en silencio, pero con demasiada frecuencia no escucho su voz ni percibo su presencia.
Oh, hay momentos, momentos preciosos, cuando siento a Dios muy cerca, llenándome de su vida y su amor, pero esos momentos no son tan frecuentes o tan intensos como yo quisiera. Hay momentos, momentos preciosos, cuando mis oraciones parecen estar realmente conectadas y siento que Dios escucha y responde, pero también hay momentos en que mi tiempo de oración es como si estuviera hablando con el techo. Hay momentos, momentos preciosos, cuando la Palabra de Dios en la Biblia mueve mi alma, y siento al Espíritu de Dios hablando a mi espíritu. Pero también hay momentos en los que ni siquiera puedo concentrarme en la página que tengo enfrente. Me siento somnoliento o distraído, y leer la Biblia parece una tarea difícil, no una conversación viva. Incluso cuando soy capaz de concentrarme y de pensar realmente en lo que dice la Biblia, mi cabeza puede captar más hechos sin que mi corazón se acerque a Dios.
Los peores momentos de todos son aquellos tiempos horribles cuando peco voluntariamente, cuando pienso, digo o hago algo que sé que está mal. Si realmente sintiera a Dios junto a mí y dentro de mí, ¿Cómo podría ofenderlo en su cara? Cuando peco, estoy actuando como si Dios estuviera ausente. Estoy actuando con incredulidad. Cuando me rindo a la tentación, no es sólo por mi debilidad o por el poder de la tentación. Es porque en ese momento no estoy experimentando a Dios y no tengo un sentido claro y vivo de él y no estoy considerando verdadero el hecho de que él está presente conmigo.
Me duele admitir que experimento menos de Dios de lo que lo anhelo. Me duele cuando Dios parece más un concepto lejano que un Padre cercano. Me duele no conocer a Dios tan bien como me gustaría. Ser un predicador hace que me duela aún más. Si estoy asediado por el sentimiento de que no conozco a Dios tan bien como debiera, ¿Cómo me atrevo a presentar a Dios a otros? Cuando hablo sobre el gozo y la maravilla de conocer a Jesús, ¿Estoy promocionando más de lo que yo mismo he experimentado? Como mensajero de Dios, quiero hablar desde el derramamiento de mi corazón, no desde la sequedad y la sed.
Por lo general, guardo esos pensamientos solo para mí. Mi llamado es proclamar a Jesús y edificar la fe en él, no hablar de mi experiencia personal (o falta de ella). Necesitas a Jesús más de lo que necesitas saber sobre la debilidad de mi fe. La Biblia es verdadera y el Señor es maravilloso, sin importar lo que yo pueda sentir en un momento dado. No me molestaría hablar de mi propia sed con respecto a Dios, excepto porque sé que muchos otros también están sedientos y tienen el mismo anhelo que yo con respecto a Dios.
Quiero hablarte directamente desde mi corazón. Quiero compartir los deseos más profundos de mi corazón solo para mí y para ti. Mi deseo más profundo es conocer a Dios y acercarme a él. Me llamo David, y hago eco a mi homónimo, el rey bíblico David. En el Salmo 27 David dice: "Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." Después David le dice a Dios, “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová". Durante años ese verso ha sido para mí una estrella guía: "Tu rostro buscaré, oh Jehová" Te invito también a buscar su rostro y su belleza.
¿Quieres conocer mejor a Dios? ¿Anhelas una relación más cercana con él? Si es así, te hablo como un compañero de viaje, no como alguien que ha llegado a su destino. No voy tan adelante de ti en mi relación con Dios gritándote algunas instrucciones sobre cómo puedes llegar a estar tan cerca de Dios como yo. Yo me relaciono con Dios como mi Padre, y atesoro mi relación con él más que nada en el mundo, pero todavía no conozco a Dios tan bien como me gustaría conocerlo.
Buscando Más
Si eres como yo, si conoces lo suficiente de Dios como para querer más de él, entonces he aquí la pregunta: ¿Cómo debemos lidiar con este anhelo? ¿Debemos decirnos a nosotros mismos que no queremos o no esperamos demasiado? ¿Debemos tratar de acostumbrarnos a vivir la vida sin conocer a Dios mucho mejor de lo que ya lo conocemos? ¿O deberíamos desear más, perseguir más y esperar más?
Estoy convencido de que debemos buscar más. De alguna manera, podría ser más fácil conformarse con menos. Podría ser menos frustrante no poner nuestras esperanzas demasiado altas. Podría ser más fácil simplemente conformarse con creer que estamos perdonados, leer nuestra Biblia, e ir al cielo algún día. Pero yo quiero más. No sólo quiero perdón; quiero amistad con Dios. No sólo quiero leer versículos bíblicos sobre la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7); quiero sentir esa paz. No sólo quiero leer las palabras de la Biblia acerca de estar alegres "con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8); quiero que ese gozo sature todo mi ser. No sólo quiero leer lo que la Biblia dice acerca del amor de Dios que es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Romanos 5:5); quiero experimentar ese derramamiento de amor. No sólo quiero leer que "Jehová es bueno" (Salmo 100:5); quiero probar y ver que el Señor es bueno "(Salmo 34:8). No quiero sólo disfrutar algún día de estar con Cristo en el cielo; quiero disfrutar de su cercanía ahora, tanto como él esté dispuesto a concedemer. Podría ser más fácil conformarme con menos, pero no puedo. Mi corazón dice: "Buscad su rostro", así que clamo: "Tu rostro buscaré, oh Jehová".
Mientras busco el rostro de Dios, hay un versículo en la Biblia que me llena de anhelo. Éxodo 33:11 dice: "Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero". Eso es lo que quiero: estar cara a cara con Dios, escuchar su voz clara y directamente, comunicarme de la manera en que lo hacen los amigos cercanos. Sé que Moisés fue único y que Dios se reveló a Moisés en experiencias impresionantes que raramente se duplican, o si acaso nunca lo harán. La Biblia dice: "Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara" (Deuteronomio 34:10). Aun así, desde la venida de Jesús, hay muchos aspectos en los cuales los seguidores de Jesús hoy pueden conocer al Señor mejor que Moisés. Moisés no tenía toda la enseñanza de Jesús; Jesús aún no había muerto y resucitado; El Espíritu Santo no había llegado al pueblo de Dios tan completamente como lo haría más tarde; Así que había algunas cosas que Moisés podía predecir sólo levemente. Viviendo en la luz de Cristo, ¿Por qué debemos conformarnos con tener menos de Dios en nuestra vida de lo que tuvo Moisés?
La Búsqueda de Dios
A. W. Tozer, un pastor de una generación anterior, escribió un libro espiritual clásico llamado La Búsqueda de Dios. Tozer creía en la enseñanza exacta de la Biblia, pero dijo que esa enseñanza no es suficiente. "Hoy no hay falta de maestros de la Biblia para establecer correctamente los principios de las doctrinas de Cristo", escribió Tozer, "pero muchos de ellos parecen estar satisfechos de enseñar los fundamentos de la fe año tras año, extrañamente desconocen que no hay ninguna Presencia manifiesta en su ministerio, ni nada inusual en sus vidas personales. Ellos ministran constantemente a los creyentes que sienten dentro de sus senos un anhelo que su enseñanza simplemente no satisface... Ellos quieren probar, tocar con sus corazones, ver con sus ojos interiores la maravilla que es Dios." Pero en muchas iglesias, eso no está sucediendo. "En lugar de ello", dijo Tozer, "hay programas, métodos, organizaciones y un mundo de actividades nerviosas que ocupan tiempo y atención pero que nunca pueden satisfacer el anhelo del corazón".
Necesitamos a Dios. No sólo necesitamos actividades religiosas; necesitamos a Dios mismo. "El mundo está pereciendo por falta del conocimiento de Dios y la iglesia está hambrienta por la falta de Su presencia", declaró Tozer. "La cura instantánea de la mayoría de nuestros males religiosos sería entrar en la Presencia de la experiencia espiritual, para darnos cuenta repentinamente de que estamos en Dios y que Dios está en nosotros. Esto nos sacaría de nuestra lamentable estrechez y haría que nuestros corazones se agrandaran."
Esto es especialmente apremiante para aquellos de nosotros que somos líderes y pastores. ¿Somos verdaderos adoradores y amigos de Dios, o somos sólo expertos en teología? Tozer lo planteó bien "El escriba nos dice lo que ha leído, y el profeta nos dice lo que ha visto... Entre el escriba que ha leído y el profeta que ha visto hay una diferencia tan amplia como el mar. Hoy estamos invadidos por los escribas ortodoxos, pero los profetas, ¿dónde están? La voz firme del escriba suena sobre el evangelicalismo, pero la iglesia espera la tierna voz del santo que ha penetrado el velo y ha contemplado con una mirada espiritual la maravilla que es Dios”.
Esas palabras me llevan a postrarme. Oro que Dios me perdone cuando me he conformado con mera lógica, investigación y análisis bíblico sin buscar su rostro y desear su presencia. Oro que Dios me perdone cuando les he fallado a otros al hablar con la voz firme de un escriba quien es mejor para discutir que para adorar y amar. Ruego que Dios me llene hasta rebosar de la persona viva y amorosa de su Espíritu Santo. Oro para que Dios me muestre más y más de Cristo. Oro para que yo pueda estar verdaderamente en sintonía con el corazón de mi Padre celestial, para que pueda experimentar el amor de Dios por mí y para que verdaderamente pueda amar más a Dios. Oro para que pueda hablarles a otros con la calidez y el poder que brota de la amistad con Dios, y oro para que tú también busques el rostro de Dios y te relaciones con Jesús de una manera más directa y vibrante.
La Palabra de Dios nos anima a ti y a mí en nuestro deseo de conocerlo mejor. En Filipenses 3, el apóstol Pablo dice: "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor... a fin de conocerle". Después de expresar ese deseo intenso, Pablo añade: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo" (Filipenses 3:8,10,12). Pablo tuvo encuentros sorprendentes con Cristo y revelaciones directas del Señor, pero incluso Pablo no conocía a Cristo tan bien como quería. Si tú y yo hemos llegado a conocer a Cristo en todo, es razón para regocijarnos, pero al mismo tiempo despierta un hambre de buscar su rostro y conocerlo más.
No Te Conformes Con Menos
¿Quieres conocer más a Dios? Cuando escuchas la Biblia decir, "Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero", ¿cómo respondes? ¿Algo dentro de ti anhela la amistad cara a cara con el Todopoderoso? Cuando miramos la manera en la que Moisés se relacionó con Dios, encontramos que Moisés quería tanto de Dios como el Señor estaba dispuesto a dar.
Mientras Moisés estaba en el Monte Sinaí recibiendo los Diez Mandamientos y otras revelaciones de Dios, el pueblo israelita se hacía un becerro de oro para adorar. Se apartaron del Señor quien los rescató de la esclavitud y se inclinaron ante un trozo de basura. Eso enfureció al Señor, y amenazó con borrarlos a todos. Pero Moisés rogó a Dios que no los destruyera, y Dios se apiadó. El Señor dijo que no destruiría al pueblo. Más bien, enviaría un ángel junto con ellos para darles la victoria en sus luchas y hacer un lugar para ellos en la tierra prometida. Dios haría todo esto por ellos, pero les dijo que no iría con ellos.
En general, ¿no suena como un gran trato? Supongamos que Dios te dijera: "No voy a destruirte por tus pecados. Además, me aseguraré de que un ángel se ocupe de cualquier obstáculo en tu camino, y me aseguraré de que al final llegues al cielo. "Es un mejor trato de lo que cualquiera de nosotros merece, por lo que mucha gente podría estar encantada de conformarse con eso. Es tentador decir, "Wow, ¡suena maravilloso! ¿Quién podría pedir más?"
Moisés pidió más. Para él y sus compañeros israelitas no era suficiente escapar de la destrucción o tener un ángel protector o ganar victorias o llegar finalmente al lugar que Dios prometió. No podían soportar escuchar a Dios decir: "Yo haré estas cosas por ti, pero no iré contigo en el camino. Enviaré a un ángel, pero yo no iré.
Cuando Dios dijo eso, Moisés y todos los israelitas comenzaron a llorar. Moisés no quería dar ni un paso más en el viaje si Dios no iba con ellos. El perdón, un ángel y un futuro brillante pueden ser agradables, pero ¿qué vale esto sin estar en comunión con Dios?
Y dijo Moisés a Jehová: “Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.”
Y él dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.”
Y Moisés respondió: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí…”
Y Jehová dijo a Moisés: “También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.” (Éxodo 33:12-17).
Moisés no se conformaría con ser perdonado y ayudado por un Dios que se mantendría a distancia y permanecería mayormente en el anonimato. Moisés buscó conocer a Dios ansiosamente y experimentar su favor. Moisés no quería ir a ninguna parte sin Dios; él quería a Dios junto a él y los israelitas en todo momento.
¿La Presencia de Dios significa tanto para ti? ¿O te conformas con menos? ¿Estás satisfecho mientras estés perdonado y destinado a la Tierra Prometida, aunque tengas poco o ningún sentido de la presencia de Dios en tu vida? ¡No te conformes con eso! Sigue rogando por el favor y la presencia de Dios de la forma como lo hizo Moisés.
Muéstrame Tu Gloria
Moisés no se conformaría con menos. Él quería tener tanto de Dios como el Señor estaba dispuesto a darle. Quería saber tanto del Señor como el Señor estaba dispuesto a mostrarle. Él quería esto para el beneficio de todo el pueblo de Dios, pero también quería un encuentro directo y personal. Moisés debió estar muy contento cuando Dios prometió su continua presencia. Pero incluso entonces Moisés pidió más. Exclamó, “Ahora muéstrame tu gloria.”
¡Qué estupenda petición! Moisés había visto muchos de los milagros de Dios, había oído muchas de las promesas de Dios y había experimentado la presencia de Dios, pero ahora quería lo definitivo: una muestra del vasto esplendor y ser de Dios. Y a Dios no le importó que se lo pidiera. Cuando Dios nos muestra favor y nos da algo de sí mismo, le gusta cuando seguimos pidiendo más. Como Jesús señaló: "Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más" (Mateo 13:12). Moisés había recibido mucho, pero siguió buscando más, y Dios se complació en revelar más, pero no todo. Cuando Moisés dijo: "Muéstrame tu gloria", el Señor dijo,
"Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.”
Y dijo aún Jehová: “He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro." (Éxodo 33:19-23).
Ningún simple humano podría sobrevivir a una visión completa de la gloria de Dios. Para revelarse a nosotros sin destruirnos, Dios debe protegernos de su gloria y permitirnos vislumbrar su espalda, pero no su rostro, su resplandor, pero no su brillantez directa. Incluso ese encuentro indirecto y parcial es suficiente para transformar nuestras vidas y hacernos radiantes. Cuando Moisés regresó con el pueblo, algo en él era tan brillante, tan radiante, que tuvo que usar un velo para que la gente no fuera demasiado deslumbrada.
Hay un gran misterio aquí. La Biblia dice que Moisés "se sostuvo como viendo al Invisible" (Hebreos 11:27). ¿Qué significa ver al invisible? Éxodo 33:11 dice: "Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero", pero tan sólo nueve versículos más tarde, en Éxodo 33:20, Dios le dice a Moisés: "No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá". ¿Cómo puede la Biblia hablar de estar cara a cara con Dios y luego decir que nadie puede ver el rostro de Dios y vivir? Esto es lo que creo que significa: es posible que nos encontremos cara a cara con Dios en el sentido de compañerismo personal, pero no en el sentido de que vemos todo acerca de él. No podemos mirar a Dios y clasificarlo de la manera en que lo haríamos con un compañero humano. Dios es demasiado vasto, espléndido, poderoso y misterioso para eso. El puro peso de su majestad nos aplastaría.
Sin embargo, el hecho de que nadie pueda ver el rostro de Dios en el sentido definitivo no debe impedir que busquemos su rostro en el sentido de conocerlo mejor y experimentar más de él. No sofoquemos nuestro anhelo por Dios diciendo: "Bueno, no somos Moisés. Él era diferente. Nada de eso es posible para mí. "Dios ha revelado una gloria mucho mayor en Cristo que lo que le reveló a Moisés en el Monte Sinaí. Cuando la Biblia compara la revelación de Dios a Moisés con la revelación en Cristo, dice: " Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente" (2 Corintios 3:10).
Hay un sentido en el que ya conozco al Señor mejor que Moisés. Es posible que no escuche la voz de Dios de manera audible ni tenga una visión tan directa, y anhele encuentros más claros y directos, pero todavía conozco la revelación de Dios en Cristo en formas que Moisés no lo hizo. La Biblia dice: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan 1:18). Después de que Jesús ascendió al cielo, Dios dio su Espíritu Santo a su pueblo en una medida más rica de lo que lo hizo en épocas anteriores. La Palabra de Dios dice: "Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."(2 Corintios 3: 17-18).
Dios pone límites a lo que podemos ver y conocer sobre él en esta vida, pero ¿cuántos de nosotros estamos cerca de esos límites? ¿Podría nuestra relación con Dios ser menos distante y más directa si tan sólo la deseáramos más y oráramos por ella con mayor anhelo?
Mirando Su Rostro
Jesús dice: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8). Para ver a Dios, debemos ser puros de corazón. ¿Qué significa ser puro de corazón? Significa estar limpio de pecado, pero significa aún más tener un deseo único e íntegro por Dios. Cuando Dios es nuestro deseo supremo, cuando nada nos importa comparado con conocer al Señor, entonces somos puros de corazón, y veremos a Dios. Antes de que lo veamos, debemos desearlo.
Si nos desanimamos por lo poco que conocemos a Dios, busquémoslo con un mayor anhelo. Y cuando Dios nos bendiga y nos refresque con una sensación de su proximidad y una prueba de su gloria, no nos conformemos con eso. Sigamos buscando y orando por más.
Busquemos más, aún en esta vida, y oremos con un mayor anhelo para que Jesús vuelva y de forma a su nueva creación perfecta. Dios ya nos ama como a amigos y como a queridos hijos a los que pertenecemos a Cristo, pero cuando Cristo regrese, será aún mejor. "cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3: 2). Por ahora, "por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5: 7), pero podemos pedirle a Dios que nos revele mucho de él a los ojos de la fe, y cada uno de nosotros puede orar: “Oh Señor, apresura el día en que mi fe llegue a ser vista".
Así que busca que Dios muestre más de su gloria aquí mismo, ahora mismo, y al mismo tiempo ora para que Jesús venga pronto y muestre su gloria para que todos la vean. "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido" (1 Corintios 13:12). En la nueva creación del Señor, su pueblo "verá su rostro... No habrá allí más noche; y no tendrán necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos "(Apocalipsis 22: 4-5).
ORACIÓN
Padre celestial, hazme puro de corazón, para que pueda verte. Ayúdame a conocerte mejor, a probar más plenamente de tu amor y a amarte más. Señor, anhelo ver tanto de ti como estás dispuesto a mostrarme en esta vida, y te pido que vengas pronto para que pueda verte cara a cara y vivir en tu luz para siempre. Por el amor de Jesús, Amén.