Política para Bobos

por David Feddes 

 

El hombre era un político novato. Su padre y su abuelo habían estado en el gobierno durante décadas, pero este hombre nunca había gobernado. Ahora estaba al borde de dirigir una nación. Pensó que no podía perder. Había mucho para él. La gente admiraba a su familia, apreciaba el papel de la familia en la construcción de la nación, y se inclinaban a pensar lo mejor del nuevo muchacho. No sabían dónde se encontraba en el tema, pero la opinión pública era positiva.

Sin embargo, antes de cerrar el acuerdo para convertirlo en el nuevo jefe de gobierno, la gente quería saber qué enfoque adoptaría. El ánimo del país estaba a favor de un gobierno más pequeño. La administración anterior había sido buena en muchos aspectos, pero había impuesto grandes demandas a la gente. Se estaban cansando de un gobierno grande. Querían un recorte de impuestos y menos interferencia del gobierno. ¿Cómo respondió el político novato a la situación? Cometiendo uno de los errores más grandes en la historia de la política.

El nombre del aquel hombre era Roboam. Roboam provenía de una familia de líderes brillantes. Su padre, el rey Salomón, y su abuelo, el rey David, gobernaron a Israel durante cuarenta años cada uno, y ese período de ochenta años fue la edad de oro de Israel. Salomón fue el político más brillante que jamás haya vivido. Construyó una economía próspera y fortaleció el poder militar. Hizo de Israel una nación poderosa y próspera centralizando el poder, ampliando los programas gubernamentales, aumentando los impuestos, limitando las libertades, y seleccionando gente para trabajar en proyectos de construcción masivos y en bases militares. Eso estuvo bien hasta cierto punto. Salomón no lo hacía sólo para sí mismo. Él era constructor de la nación, y la mayoría de los israelitas lo entendían. La mayoría estaba agradecida por una mayor seguridad y prosperidad. Ellos respetaban a Salomón y apreciaban lo que logró por la nación. Pero ahora que alguien más se haría cargo, la gente quería cambios.

Ese es el reflujo y el flujo de la política. Hay momentos en que parece necesario ampliar el papel del gobierno, pero en algún punto el gobierno se vuelve demasiado grande, los impuestos son demasiado altos, y la mayoría de la gente comienza a pensar que es hora de reducir el tamaño del gobierno. Después de un período de grandes proyectos y la construcción de la nación, llega el momento de aligerar la carga tributaria y sacar al gobierno de las espaldas de la gente. El gran gobierno había hecho grandes cosas bajo Salomón, pero ahora la gente quería que la era del gran gobierno terminara.


Una Decisión Tonta

Los israelitas reunidos hicieron que Roboam, de 41 años, fuera su nuevo rey, pero antes de seguir con la ceremonia de inauguración, primero querían saber en que destacaba. Un hombre llamado Jeroboam se convirtió en su portavoz. Jeroboam entendía a los contribuyentes y a los trabajadores y era popular con ellos. En 1 Reyes 12 la Biblia cuenta cómo le fue a Roboam en la delegación.

“Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos”. 

Y él les dijo: “Idos, y de aquí a tres días volved a mí”. Y el pueblo se fue. (12: 4-5)

Roboam no podía decidirlo de inmediato. Si un político no puede dar una respuesta directa a una pregunta básica sobre su enfoque de gobierno, tiene un problema. Obviamente, Roboam no tenía ninguna convicción real ni compasión por el pueblo. De lo contrario habría mostrado su preocupación de inmediato. En su lugar dijo: "No me apresuren, vuelvan dentro de unos días".

Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: “¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?”

Y ellos le hablaron diciendo: “Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre.” 

Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. 

Y les dijo: “¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo d<el yugo que tu padre puso sobre nosotros?”

Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: “Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre.  Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones.”

El cabeza dura de Roboam tomó su decisión: preferiría ir a un viaje de poder que hacerse un sirviente para el bien público. En lugar de escuchar a los altos estadistas, siguió el consejo de sus amigos.

Muchos políticos cometen un error similar. Ellos gobiernan con el consejo de su equipo de campaña, sus animadoras, sus aduladores. Ellos creen su propia propaganda y asumen que todo el mundo pensará que el nuevo líder designado es el Sr. Maravilloso sin importar lo que haga. Ellos no se dan cuenta de que el respeto es algo que se gana al servir bien, no algo que proviene de discursos vigorosos.

Los escritores de los discursos de Roboam produjeron algunos mensajes cortos realmente mordaces y Roboam siguió el guión. Cuando la gente se reunió para oírle, él les dijo: "¿Creen que mi padre Salomón era poderoso? Su cinturón sería demasiado pequeño para ajustarse alrededor de mi dedo meñique ¿Creen que mi padre puso cargas pesadas en ustedes? Yo las haré aún más pesadas ¿Creen que él los gobernó con fuerza? ¡Si él los golpeaba con látigos, yo los azotaré con escorpiones – látigos pesados con clavos de metal!

Roboam era una leyenda en su propia mente. Él y sus amigos pensaban que era más inteligente y más fuerte que Salomón. Pero en realidad su cerebro era diminuto comparado con el intelecto gigante de su padre, y su poder era insignificante en comparación con la autoridad que Salomón había acumulado a través de los años. Rara vez funciona hablar en voz alta y cargar un pequeño palo, hablar en grande cuando todo el mundo (excepto tu) sabe que no puedes respaldar lo que dices. Roboam se veía a sí mismo como un rey incuestionable, y asumía que todos los demás lo verían de esa manera. Pero no fue así.

Los israelitas no le tuvieron miedo, y después de escuchar su discurso, decidieron que él no les gustaba. Cuando vieron que Roboam estaba lleno de sí mismo y no los escucharía, perdieron todo respeto por él y le dijeron que podía olvidarse de ser su rey. Ellos decidieron que preferirían que el recaudador de impuestos Jeroboam fuera su rey, y coronaron a Jeroboam en lugar de Roboam. De las doce tribus de Israel, sólo la tribu de Judá de Roboam, más la pequeña tribu de Benjamín, permanecieron leales a él. Las otras diez tribus no querían tener nada que ver con él.

A David y a Salomón les había llevado 80 años construir el reino unificado y volverlo grande. A Roboam le tomó unos 80 segundos desgarrarlo. ¡Qué bobo!



Sin Respeto

¿Por qué Rehoboam no obtuvo respeto? Porque no mostró respeto. No mostró respeto por la historia, ni por su padre, ni por consejeros experimentados, ni por el alto cargo que estaba a punto de sostener, ni respeto por la gente que estaba a punto de gobernar, ni respeto por Dios. En lugar de respetar la historia, actuó como si nada importante hubiera sucedido antes de que él y sus jóvenes compañeros nacieran. En lugar de respetar a su padre -el genio más grande que jamás haya gobernado una nación- Roboam se consideró más grande que Salomón. En lugar de respetar la sabiduría de los ancianos experimentados, pensó que él y sus amigos eran mejores. En lugar de respetar el oficio de rey como un alto llamado, lo vio como un viaje de poder. En lugar de respetar a la gente y gobernar para su bienestar, quería explotarlos. En lugar de respetar a Dios y depender de él, actuó como si pudiera jugar a ser Dios mismo. Roboam no mostró respeto por nadie ni por nada, y como resultado la gente no lo respetó y no lo aceptaron como su rey.

Roboam era como alguno de los atletas ruidosos de hoy. Tu sabes de que tipo. Estos chicos pueden ser solo novatos, pero si hacen una jugada decente, se pavonean como si pertenecieran al salón de la fama. Si logran ganar un partido (sin importar cuán insignificante), se vanaglorian como si hubieran ganado un estuche de trofeos lleno de campeonatos. Los verdaderos grandes atletas no necesitan presumir. Sus logros hablan por sí mismos. Pero los novatos egocéntricos no respetan el juego, las tradiciones o los logros del pasado, y terminan sin recibir mucho respeto.

Roboam, el novato, era un ruidoso egocéntrico y confiado. Él era todo un hablador, sin logro alguno. Pensó que fácilmente podría reemplazar al gobernante más hábil que jamás existió. La actitud de Roboam era totalmente diferente de la actitud de su padre y su abuelo.

Su abuelo, David, era un gran héroe y gobernante, pero incluso después de años como rey, David fue humilde delante de Dios. David siempre sintió que ser rey era un privilegio inmerecido y una responsabilidad asombrosa. David dijo: "Señor Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?" (2 Samuel 7:18).

Cuando murió David, Salomón se convirtió en rey. Como un joven gobernante que recién comienza, Salomón se sintió abrumado. Él oró a Dios y dijo: "Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir.  Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.  Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (1 Reyes 3:7-9)

Cuando Salomón tomó el cargo de David, se sintió como un hombre pequeño tratando de llenar unos zapatos grandes y así gobernar a un gran pueblo. Pero cuando Roboam tomó el cargo de Salomón, éste se sintió como un hombre grande listo para llenar unos zapatos pequeños y llevar el mando de un montón de gente con la que no contaba del todo. Salomón se sintió pequeño y se hizo grande; Roboam se sintió importante y perdió la mayor parte de su reino.

Los mejores líderes no son los que se sienten grandes y a cargo, que aman las ventajas del poder y alardean de su propio brillo. Los mejores líderes son aquellos que saben que no tienen lo que se necesita para liderar una gran nación, aquellos que dependen de Dios para recibir ayuda y guía.


Tras Bastidores

De lo que hemos oído hasta ahora, suena a que Solomon era brillante, Roboam era un cabeza dura, y Jeroboam era un líder inteligente que creía en un gobierno limitado. Después de la muerte de Salomón, cuando las diez tribus rechazaron a Roboam y escogieron a Jeroboam como rey, eligieron al hombre adecuado y vivieron felices para siempre, ¿verdad? No exactamente. No hemos oído toda la historia. Había más cosas tras bastidores.

La Escritura dice acerca Roboam: "Y no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová" (1 Reyes 12:15). Dios estaba dispuesto a algo en todo esto. Había más en la historia que la torpeza de Roboam. Dios estaba involucrado. Al ordenar que el reino se despedazara, el Señor estaba llevando a cabo una amenaza y manteniendo una promesa. La amenaza que había hecho a Salomón; la promesa que había hecho a Jeroboam.

Anteriormente vimos la grandeza de Salomón como gobernante y cómo, al comienzo de su reinado, oró humildemente para que Dios le diera sabiduría. Estaba más preocupado por la sabiduría y la justicia que por la riqueza, el honor o cualquier otro privilegio de ser rey. Sin embargo, en algún punto de la línea, Salomón perdió su perspectiva y sus prioridades. Él se mantuvo como un rey astuto, exitoso toda su vida, pero el placer y el poder se volvieron más importantes para él que Dios.

Salomón no estaba satisfecho con una sola mujer; Él quería a muchas, y no era exigente con sus antecedentes religiosos. Sólo le importaba si una mujer lo excitaba y si tenerla le ayudaría políticamente. En ese tiempo era común para los reyes fortalecer alianzas con otras naciones, agregando mujeres de otras familias reales a su harén. Salomón ignoró el plan original de Dios para el matrimonio de un hombre y una mujer, e ignoró el mandato de Dios de no casarse con nadie que no adorara al Señor.

Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras… gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses... y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos (1 Reyes 11:1-4).

Salomón comenzó su reinado construyendo el gran templo del Señor, pero más tarde construyó templos para varios dioses de sus mujeres. Salomón nunca dijo que el Señor no era Dios; Él simplemente comenzó a actuar como si todas las religiones fueran verdaderas por igual. Parecía una política inteligente, pero encendió el fusible que hizo estallar su reino.

El Señor se enojó con Salomón y le dijo: "Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo." 1 Reyes 11:10-11

Dios dijo eso por el bien del fiel Rey David, esto no sucedería durante la vida de Salomón, sino durante el reinado de su hijo. Además, Dios dijo que una tribu (Judá, más la pequeña tribu de Benjamín) permanecería fiel a los reyes de la línea de David, por las promesas que Dios había hecho a David. Debió haber molestado a Salomón oír que la gran nación que había construido sería destrozada y que su hijo sólo heredaría una pequeña parte de su poder.

Después de que el Señor le llevó a Salomón las horribles noticias, Dios envió un mensajero a Jeroboam, quien en ese tiempo era un prometedor oficial joven en el gobierno de Salomón. El Señor le dijo a Jeroboam,

"Pero quitaré el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus... Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel." 1 Reyes 11:35-38

Así que cuando las diez tribus abandonaron al hijo de Salomón Roboam y coronaron a Jeroboam en su lugar, no fue simplemente el resultado del error de un político novato. El Señor mismo estaba trabajando tras bastidores, llevando a cabo lo que les había dicho a Salomón y a Jeroboam años antes. Roboam fue responsable de su propia estupidez, pero al mismo tiempo su desorden fue utilizado para cumplir los propósitos de Dios.

Todavía hoy, es importante darse cuenta de que detrás de los últimos titulares y acontecimientos políticos, Dios está trabajando. Podríamos no ver cómo, podríamos no entender exactamente lo que está haciendo, pero los acontecimientos en el gobierno -y todos los demás eventos- están incluidos en el plan de Dios y están relacionados con sus promesas de bendición y sus amenazas de juicio. Dios siempre está trabajando tras bastidores. Esto significa que el éxito a largo plazo de una nación o gobernante depende más de seguir a Dios que de la astucia política.


Los Líderes que Merecemos

Los políticos no son los únicos que necesitan saber esto. También los ciudadanos comunes. Hemos hablado bastante de Salomón, Roboam y Jeroboam, los líderes de la historia. Pero ¿qué pasa con la gente? Ellos apoyaron grandes proyectos gubernamentales bajo Solomon pero finalmente encontraron demasiado grande y pesado el tamaño del gobierno, y querían un cambio. Cuando Roboam se dispuso hacer un gobierno aún más grande y dominante, las diez tribus eligieron a Jeroboam, el campeón del gobierno limitado, impuestos más bajos y una mayor libertad. Eso puede sonar sensato, pero date cuenta: la gente nunca mencionó una sola palabra sobre Dios. Se quejaron de que el gobierno de Salomón había crecido demasiado, pero nunca dijeron ni una sola palabra sobre las esposas paganas de Salomón y los templos que había construido para los dioses paganos. Estaban preocupados por sus libertades y su economía, pero a muchos no les importaba Dios.

Ellos veían las cosas desde un punto de vista político y económico, pero ignoraban lo espiritual. Vieron a Jeroboam como el hombre que los llevaría a una brillante nueva era. Terminaron con el tipo de gobernante que merecían: un hombre que puso la política por delante de la fe.

Jeroboam había escuchado la promesa de Dios de que si vivía en la fe y la obediencia, su reino sería seguro, y su dinastía familiar duraría. Pero Jeroboam no vivió por la promesa de Dios. En su lugar, trató de garantizar su propio futuro político tomando el asunto en sus propias manos.

Jeroboam tenía una gran preocupación. El templo del Señor se hallaba en Jerusalén, en la tierra de Judá. Judá y Jerusalén permanecieron leales a Roboam. Jeroboam temía que si las personas de las diez tribus continuaban diriéndose al templo de Jerusalén para adorar a Dios allí, también podrían terminar sirviendo nuevamente al rey de Judá. Entonces, para evitar que eso sucediera, Jeroboam estableció dos santuarios principales en su territorio e hizo dos becerros de oro (uno por cada santuario) como dioses para que el pueblo adorara. La gente adoró estos ídolos, ignoraron al Dios invisible de Moisés, David y los profetas, y perdieron interés en el templo de Jerusalén. El plan de Jeroboam funcionó. Parecía un movimiento político brillante que consolidaba su reino y garantizaba su dominio en el poder.

Sólo había un problema: esto enfureció al Señor. Dios juzgó a Jeroboam, y juzgó a las diez tribus. El Señor aniquiló la línea familiar de Jeroboam, y las diez tribus que siguieron a Jeroboam en idolatría fueron finalmente conquistadas por Asiria, enviadas al exilio y dejaron de existir como nación. Lo que parecía un movimiento político inteligente resultó ser su destrucción.

La religión aprobada por el estado de Jeroboam parecía razonable. Tenía mucho sentido hacerlo de la nueva manera. El inteligente Jeroboam convirtió el lugar de adoración en algo más conveniente. Escogió sacerdotes adecuados para la conveniencia política. Él ofreció tiempos más convenientes. Todo era conveniente y fácil de usar. Sólo hubo un inconveniente: tuvo como resultado el juicio, la muerte y el infierno. Allí es donde siempre conducen las religiones de conveniencia hechas por el hombre.


Rey de Reyes

Aquí hay una lección muy seria para todos nosotros. Aún si somos líderes políticos o ciudadanos comunes, es de vida o muerte preocuparnos más por las cosas materiales que por las cosas espirituales. Es fatal poner la política o la economía por delante de la fe en el Señor. Podemos argumentar si necesitamos más programas gubernamentales o menos, impuestos más altos o impuestos más bajos, pero no hay un sistema único que se ajuste a todo tiempo y a todo lugar. A veces se necesita más gobierno, a veces menos, y es saludable debatir y tratar de entender aquello que requiere la situación en un momento dado. Pero más allá de cualquier cuestión política, se encuentra la cuestión suprema de dónde estamos parados en relación con el Dios vivo. Si ignoramos esto, entonces vamos a terminar en problemas, no importa lo inteligente o estúpido que nuestros funcionarios de gobierno pudieran ser, no importa qué política fiscal o programa económico apoyen.

Roboam el novato fue torpe por escuchar a sus amigos sin experiencia después de haber preguntado a los ancianos veteranos sabios, pero más tonto todavía fue su decisión de no pedir consejo a Dios en absoluto. Como resultado, perdió la mayor parte de su reino.

Salomón y Jeroboam eran políticos más inteligentes que Roboam, pero su inteligencia se desperdició cuando sus corazones se extraviaron de Dios. Salomón fue brillante en su manejo de un gran gobierno, pero su inmoralidad e idolatría trajeron el juicio de Dios. Jeroboam fue brillante en su manejo de un gobierno más pequeño, pero su inmoralidad e idolatría trajeron el juicio de Dios.

Mientras tanto, la gente celebró reuniones políticas y eligió una posición, ignorando a Dios todo el tiempo. Pensaron que todo lo que necesitaban era un líder que los entendiera y supiera cómo gobernar. Pero olvidaron al único Gobernante que podía entenderlos completamente y gobernarlos perfectamente: el Señor Dios mismo.

No cometamos ese error. Está bien tener objetivos políticos, pero no pongamos nuestra confianza definitiva en una filosofía o partido político, o en algún líder en particular como clave para nuestro futuro. La Biblia dice: "No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación" (Salmos 146:3). "Mejor es confiar en Jehová Que confiar en príncipes" (Salmos 118:9).

Dios enseñó a su pueblo algunas lecciones difíciles acerca de no confiar en la política o en los príncipes, pero eso no es todo lo que hizo. Dios en su justicia a menudo nos da los líderes que merecemos, pero Dios en su misericordia también nos envió un líder mucho mejor de lo que merecemos. Dios envió a su propio Hijo a la tierra, nacido de la línea real de David, Salomón y Roboam. Jesús es el buen rey que no merecemos.

Cuando Roboam decía ser mayor que Salomón, estaba hablado de más. Pero cuando Jesús dijo de sí mismo, "he aquí más que Salomón en este lugar" (Mateo 12:42), estaba diciendo la verdad. Jesús tenía más sabiduría, poder y bondad que cualquier otro gobernante. No vino con un gran ejército ni con un gran plan económico para implementar. Jesús vino a conquistar nuestros corazones, a pagar nuestros pecados con su sangre, a volvernos hacia Dios, a darnos vida eterna en un reino que nunca termina. Jesús ahora reina como rey de reyes. Él gana corazones por su amor y verdad, no por inteligencia o fuerza. Jesús captura nuestra confianza y ordena nuestra obediencia.

A medida que examinamos esta lección de política para bobos, ¿Cuál es el mensaje de Dios para ti y para mí ahora mismo? La fuerza de una nación no depende tanto de los programas de sus políticos como de las oraciones de su pueblo. Y su destino como individuo no depende de quién está en los pasillos del gobierno, sino de si Jesús está en el trono de tu corazón.

 

Última modificación: martes, 18 de octubre de 2022, 10:32