por Robin Schumacher

editado por Matt Slick

Traducido por Alex Machbret
13/07/10

RESUMEN: Los no cristianos a veces afirman que Dios es retratado en el Antiguo Testamento como una deidad cruel y despiadada que ordena indiscriminadamente la ejecución de hombres, mujeres y niños aparentemente inocentes, o lleva a cabo directamente sus muertes por diversos medios. Tal Dios, continúa el argumento, no representa de ninguna manera la figura amorosa del Creador o la figura del Padre que ofrece el Nuevo Testamento y de ninguna manera debe ser adorada o venerada. Sin embargo, un examen más detenido de Yahweh en el Antiguo Testamento refuta la acusación de que el Creador es un tirano y en su lugar revela a un Dios justo, paciente, misericordioso y amoroso que de hecho refleja el cuadro pintado por Jesús y el resto de los escritores del Nuevo Testamento.

Introducción

En su libro El Engaño de Dios, el ateo Richard Dawkins escribe una mordaz interpretación de Dios de la manera en que él lo ve en el Antiguo Testamento. Dawkins dice: "El Dios del Antiguo Testamento es sin duda el personaje más desagradable de toda ficción: celoso y orgulloso de ello; un controlador mezquino, injusto e implacable; un purificador étnico sanguinario, vengativo; un tirano caprichosamente malévolo, misógino, homofóbico, racista, infanticida, genocida, filicidio, pestilente, megalomaníaco, sadomasoquista."1. Dichas palabras son reafirmadas por el ateísta Charles Templeton quien declara: "El Dios del Antiguo Testamento es absolutamente distinto al Dios en el que creen la mayoría de los cristianos practicantes... Su justicia es, por los estándares modernos, escandalosa.... Es parcial, quejumbroso, vengativo y celoso de sus prerrogativas".2

¿Qué hay en el Antiguo Testamento que provoca aquel fuerte lenguaje de parte de Dawkins y Templeton quienes no quieren nada con Dios? ¿Son exactas estas representaciones de Dios? ¿El Antiguo Testamento pinta un cuadro de Dios de un tirano cósmico con un gatillo listo para torturar o poner fin a la vida de cualquiera que no obedezca una aparente mínima petición del Cielo?

Las respuestas a estas preguntas son de una importancia crítica porque los cristianos de hoy se apresuran a hablar a los incrédulos acerca de un Dios de amor que es paciente, perdonador y lento para la ira. ¿Existe una desconexión entre lo que los cristianos profesan acerca de Dios y lo que realmente se registra en los primeros treinta y nueve libros de la Biblia?

Un Pequeño Vistazo a Algunos Ejemplos del Antiguo Testamento

Los adversarios de la representación de Dios en el Antiguo Testamento apuntan a un número de referencias bíblicas que parecen mostrar al Creador de una mala manera. Por ejemplo,  al frente y al centro de sus argumentos está el diluvio de Génesis que borró toda vida de la tierra excepto a una familia en particular: "Y he aquí que yo [Dios] traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá"(Gen. 6:17) En este versículo, está muy claro que es Dios mismo quien elige causar la muerte de un número incalculable de hombres, mujeres y niños.

Más tarde en Génesis encontramos la destrucción de Sodoma y Gomorra y todo su pueblo a través de un acto sobrenatural directo de Dios: "Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos;  y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra" (Gen. 19:24-25).

Los cargos de genocidio son muy comunes entre los críticos de Dios, con la acusación a Israel sobre qué hacer con la gente ya existente en la tierra prometida que fue llamada a salir, por ejemplo: "Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia"(Deut. 7:1-2, énfasis añadido). Para el escéptico, parece claro que Dios está ordenando la muerte de personas inocentes cuyo único crimen es vivir en la tierra que Él quiere que Israel posea. Esto es reiterado varios capítulos más adelante en el mismo libro del Antiguo Testamento: "Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado" (Deut. 20:16-17, énfasis añadido).

Los críticos también señalan el derrocamiento de Jericó y la naturaleza violenta de cómo se llevó a cabo: "Y destruyeron [Israel] a filo de espada todo lo que en la ciudad [Jericó] había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos" (Josué 6:21). El carácter aparentemente despiadado de formas similares de exterminio de Dios también es decretado en el mandamiento de Dios hacia Saúl en el Antiguo Testamento para acabar con el pueblo de Amalec: "Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos." (1 Sam. 15:3, énfasis añadido) ¿Por qué, pregunta el crítico, los niños y los asnos tienen que ser destruidos durante las campañas de Jericó y Saúl? Ciertamente tal tratamiento parece extremo y despiadado, ¿no?, refiriéndose a tales eventos, Robert Anton Wilson afirma: "La Biblia nos dice que debemos ser como Dios, y luego página tras página describe a Dios como un asesino de masas".3

Además de estos ejemplos, varias personalidades del Antiguo Testamento -aquellas que aparentemente Dios aprobó y ayudó- son blanco de los detractores de la Biblia. Por ejemplo, en el libro de Jueces, la historia de Sansón es retransmitida, incluyendo un episodio en el que Sansón está a punto de casarse y hace una apuesta con treinta hombres que van a ser parte del evento. Después de que pierde la apuesta y se ve obligado a cumplir con la apuesta (debe proporcionar treinta juegos de ropa para ellos), Sansón desciende a Ascalón y mata a treinta hombres "inocentes" por sus vestidos: "Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre" (Jueces 14:19). Como se puede observar en la primera parte del versículo, el Espíritu de Dios capacita a Sansón para llevar a cabo este acto, ¿cómo podría tal cosa ser empoderada por un Dios de misericordia y amor? pregunta el crítico.

Una Respuesta a las Objeciones de los Críticos

De los ejemplos anteriores, parecería que quienes cuestionan la justicia, el amor y la misericordia de Dios tienen una posición bastante sólida en sus quejas. Sin embargo, vamos a indagar un poco más en cada ejemplo y ver si no hay más en cada historia que lo que aparece en la superficie cuando un conjunto de versículos separados son sacados de contexto y utilizados para atacar a la persona de Dios.

La Inundación de Génesis

En Génesis 6, el juicio de Dios sobre el mundo en general se encuentra en estas palabras: “Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho;” (Gen. 6:7). Mientras que la inundación universal ciertamente parece extrema en la superficie, hay una serie de factores que deben tomarse en cuenta.

En primer lugar, la Biblia deja en claro que la violencia y el mal habían llegado a ser extremadamente penetrantes, de modo que literalmente afectaban todo y a todos los que existían en ese momento. Genesis 6:5 dice: "Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal." Moisés indica que mucho del pecado era de carácter sexual (ver Gen. 6:1-2), y que el mal penetró y llenó la tierra. Esto borra el argumento de que Dios ahogó a gente "inocente" en el diluvio.

Después, durante la construcción del arca, que duró por lo menos 100 años, Noé es descrito como un "pregonero de justicia" (ver 2 Pet. 2:5) para las personas a su alrededor. Esto significa que la gente tuvo 100 años o más para escuchar el mensaje de Noé y arrepentirse de su pecado, el cual estaba trayendo las aguas del diluvio sobre ellos. Así que finalmente, encontramos a Dios usando a Su mensajero para proclamar la verdad del arrepentimiento y el juicio ante una cultura totalmente corrupta que se negó a ser conmovida, incluso después de 100 años de estar expuestos a ella. Y encontramos la misericordia de Dios manifestada en la única familia que siguió y obedeció lo que Dios había mandado.

Sodoma y Gomorra

La destrucción de Sodoma y Gomorra está descrita en Génesis 19, sin embargo lo que a menudo se pasa por alto son las menciones de esas dos ciudades en Génesis antes de su juicio. En Génesis 13, Abraham y su sobrino Lot se separaron uno del otro debido a que sus ovejas se habían incrementado demasiado para la tierra en la que ambos vivían. Lot eligió mudarse a un área que Génesis describe como "el huerto de Jehová" (Gen. 13:10), que era el área de Sodoma. A pesar de la maldad que ya existía en la ciudad (cf.  Gen. 13:13), Dios aún bendijo la tierra en la que estaban viviendo, ilustrando lo que a veces se llama Su Gracia común en la cual hace llover sobre los justos e injustos (ver Mat. 5:45).

Dios también proveyó para su rescate del daño y para su instrucción espiritual. Génesis 14 narra la historia de la guerra de Sodoma y Gomorra, la derrota inicial y el saqueo de los reyes rivales, pero también detalla cómo Abraham rescató a Lot que había sido tomado cautivo y a otros que habían estado con él. También habla de cómo Melquisedec salió al encuentro del rey de Sodoma, así como de Abraham a quien bendijo. A partir de esto parece plausible que el pueblo de esa tierra había sido expuesto a la verdad de Dios a través de Melquisedec, y quizás de otros, durante unos 25 años.

Pero a pesar de que vivieron en una tierra que fue bendecida por Dios, fueron rescatados de los enemigos por el siervo de Dios, y el sacerdote de Dios les había dado la verdad espiritual, el pueblo eligió vivir pecaminosamente ante su Creador. Génesis 13:13 dice: "Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera". Más adelante, en Génesis 18, la Biblia registra a Dios declarando: "el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,"(Gen. 18:20).

Sin embargo, el autor de Génesis detalla una interesante conversación entre Dios y Abraham. Cuando Dios contempla llevar a cabo un juicio contra las ciudades, Abraham pregunta si Dios se atrevería a destruir a las personas buenas junto con las malas. Comienza entonces a reducir un número hipotético de personas buenas que quedaban en la ciudad de Sodoma, comenzando con cincuenta y terminando con diez, preguntando en cada cantidad si Dios todavía destruiría la ciudad si ese número particular de gente buena residía dentro de sus muros. Al final, Dios dice que Él no destruiría la ciudad si pudiera encontrar al menos diez personas buenas dentro de ella.

Pero en Génesis 19, dos ángeles entran en la ciudad y son protegidos por Lot. La Escritura dice esto: "Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos? "(Gen. 19:4-5, énfasis añadido). El escritor tiene cuidado al notar que los hombres malos eran jóvenes y viejos y venían de todas partes. Evidentemente, los diez justos requeridos no pudieron ser encontrados y Dios actuó en juicio sobre la cultura malvada. Lot y su familia, sin embargo, son rescatados del juicio venidero y escapan.

El relato de Sodoma y Gomorra, que culmina con el encuentro de Lot, los ángeles y los hombres de la ciudad, es una descripción viva del tipo de mal penetrante que hace que Dios actúe después de que bendice las circunstancias, rescata del daño y da una guía espiritual. El Nuevo Testamento se refiere a la destrucción de estas ciudades como un ejemplo del juicio por venir (ver 2 Pedro 2.6) con el aspecto de la perversión sexual del pecado específicamente citado (ver Judas 7).

La Destrucción de Jericó

Los críticos de las acciones de Dios en el Antiguo Testamento citan específicamente el siguiente versículo como un ejemplo perfecto de "exceso" sobre la manera en la que Dios lidió con los enemigos de Israel: "Y destruyeron [Israel] a filo de espada todo lo que en la ciudad [Jericó] había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos."(Josué 6:21). ¿Cómo, preguntan ellos, puede mirar Dios con aprobación la muerte de las mujeres y los jóvenes?

La respuesta a esa pregunta, y la justificación general de la destrucción de Jericó, se hace más clara cuando se hace una pequeña investigación sobre los Cananeos que poblaron la ciudad. Canaán, que era descendiente de Cam (ver Gen. 10:6), fue maldecido por Noé por un acto del cual la Escritura no es demasiado clara (ver Gen. 9:20-25). Sus descendientes se convirtieron en un pueblo increíblemente pecador que practicaba la crueldad extrema, el incesto, la idolatría, la bestialidad, la homosexualidad, la prostitución culta y el sacrificio de niños (arrojando a sus propios hijos en altares de fuego). Dios advirtió a Israel que no imitara los caminos de Canaán: "Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,"(Deut. 18:9-10).

Y, por desgracia, la Escritura registra que Israel no logró remover por completo a Canaán de la tierra que Dios le había dado y sufrió las consecuencias de su desobediencia: "Y sirvieron a sus ídolos, los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios, y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, y la tierra fue contaminada con sangre. Se contaminaron así con sus obras, y se prostituyeron con sus hechos."(Salmos 106:36-39). Sólo una remoción completa lo haría, siendo necesio incluso matar a los animales, probablemente debido a la práctica de la bestialidad.

Los únicos rescatados fueron la prostituta Rahab y su familia, que ayudó a Israel en el ataque a Jericó. Este es un punto interesante en el cual Rahab conocía acerca de las victorias de Israel y las bendiciones de Dios sobre la nación. Si ella sabía de la fama de Israel, entonces es razonable suponer que el resto de la ciudad lo sabía también. Podrían haber escapado fácilmente de su destrucción. Sin embargo, obstinadamente eligieron permanecer y luchar contra Israel.

El Juicio en Contra de Amalec

El libro de 1 Samuel contiene el relato de las órdenes de Dios para que Saúl destruya al pueblo de Amalec. Los amalecitas descendían de Amalec (cuyo nombre significa "saqueador"), que era hijo de Elifaz y nieto de Esaú. Ellos eran un pueblo perverso y guerrero, y fueron los primeros en oponerse a Israel después de su liberación de Egipto (ver Éxodo 17:8). Como descendientes de Esaú, probablemente estaban conscientes de las promesas de Dios a Jacob, pero en lugar de honrar la elección de Dios sobre Israel, eligieron ser sus enemigos.

Los amalecitas eran particularmente cobardes en sus ataques contra Israel y asesinarían deliberadamente a los débiles y ancianos que a veces se quedaban atrás del grupo central de los israelitas que se dirigían a la tierra prometida guiados por Dios (ver Deut. 25:17-19). El libro de Jueces (6: 3-5) registra que consistentemente se aliaron con otras naciones para cometer genocidio contra Israel.

Sorprendentemente, Dios eligió no destruir a los Amalecitas hasta que hubieran transcurrido unos 400 años desde sus primeros actos pecaminosos contra Su pueblo. Tal período de tiempo increíblemente largo muestra la paciencia de Dios y disipa cualquier noción de que Dios es rápido para la ira y que se apresura a juzgar a los que están pecando delante de Él.

Las Escrituras también contienen las advertencias de Dios a los Ceneos, que eran un pueblo que vivía entre los Amalecitas, para que se apartaran y no fueran atrapados en el juicio venidero (ver 1 Sam. 15:6). Esa advertencia debió haber sido oída también por los Amalecitas, y es razonable asumir que ellos también pudieron haber huido de la tierra, pero no lo hicieron.

Aunque Dios le ordenó a Saúl que destruyera por completo a los Amalecitas, él desobedeció y no hizo completamente lo que le fue dicho (ver 1 Sam. 15:9-26). A algunos se les permitió vivir, lo que finalmente resultó en otro intento de genocidio contra Israel. El libro de Ester registra que un hombre llamado Aman -que era de la descendencia de Amalec- trató de matar a todos los Judíos en la tierra de Persia, pero al final fue detenido por la misma Reina Ester.

Sansón y los Hijos de Ascalón

Los opositores a la Biblia denuncian el asesinato cometido por Sansón de 30 hombres de la descendencia de Aacalón, que se registra en Jueces 14:19. Sin embargo, pasan por alto una serie de cosas importantes.

En primer lugar, Ascalón era una ciudad de los Filisteos, un pueblo que persistentemente oprimió y brutalizó a Israel. Los filisteos eran notables por su adoración idolatra a los dioses falsos Dagón, Astarté (la esposa del dios falso Baal) y Belcebú. Los rituales de Astarté involucraban típicamente la prostitución en el templo.

Los treinta "compañeros" de Sansón eran descendientes de Ascalón y claramente hacían valer su reputación de violencia y crueldad. Al ser desafiados por el acertijo y la apuesta de Sansón, amenazaron con asesinar a su prometida y destruir la casa de su padre con fuego si ella no lograba que Sansón les revelara la respuesta del acertijo (lo cual hizo).

Los actos que Sansón realizó fueron un simple acto del juicio de Dios sobre el pueblo de Ascalón, y son parte de una historia más amplia de Dios usando a Sansón (y a otros) como Sus armas de justicia contra un pueblo blasfemo y malvado. La historia termina con Sansón matando a miles de filisteos al hacer que colapsara el edificio en el que se encontraban. Sansón también murió en el acto, aunque fue salvado por Dios como una evidencia acerca del hecho de que él está registrado en la sección de los "héroes de la fe" en Hebreos 11 (ver  vs. 32).

Un Patrón Discernible

De los ejemplos anteriores, vemos un patrón característico emergiendo de los juicios traídos por Dios sobre varios pueblos:

1.     Dios declara una forma de aniquilación de juicio para eliminar un cáncer.

2.     Los juicios son para el reconocimiento público del pecado.

3.     El juicio es precedido por una advertencia y/o largos periodos de exposición a la verdad y tiempo para arrepentimiento.

4.     A todos y cada uno de los adultos “inocentes“ les es dada una forma de escapar con sus familias; a veces a todos les es dada una forma de evitar el juicio a través del arrepentimiento o saliendo de alguna región en particular. También debe tenerse en cuenta que el juicio más común era la expulsión de una tierra, no el exterminio. Este patrón recorre todo el camino hasta llegar a la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén (cf. Gen. 3:24).

5.     Alguien casi siempre es rescatado (redimido) de la cultura malvada.

6.     El juicio de Dios desciende.

Lejos de ser inocentes, los objetos de los juicios de Dios involucraban pecados graves y actos de gran barbarie, como el ritual de quemar a sus propios hijos hasta la muerte como ofrendas a sus falsos dioses. Sorprendentemente, en vez de destruir de inmediato a las personas involucradas en tales cosas, se encuentra lo contrario: la Escritura muestra que Dios tuvo una paciencia increíble y esperó hasta que se completara la totalidad de sus actos. Por ejemplo, al hablar con Abraham acerca del futuro éxodo de Israel desde Egipto, Dios dice lo siguiente sobre el pueblo Amorreo: "Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí." (Gen 15:16).

Uno tiene que preguntarse si la humanidad de hoy ¿sería tan sufrida con actos tan horribles? Si tales actos como los registrados en el Antiguo Testamento fueran catapultados hacia el siglo XXI y transmitidos globalmente a través de la CNN, no cabría duda de que sería un grito universal que prescribiría la acción militar si tales acciones no se detuvieran inmediatamente. ¿Por qué entonces los críticos de Dios se sienten justificados al etiquetar al Creador como moralmente injusto incluso cuando Dios esperó, en algunos casos, durante siglos para castigar a los pueblos involucrados?

¿Qué Pasa con el Asesinato de Niños?

Los críticos todavía apuntan al asesinato de niños en varias de los registros enlistados arriba (por ejemplo, el Diluvio, Amalec, etc.) y protestan que Dios no estaba justificado en tomar sus vidas. Para abordar esta acusación, se deben entender una serie de cosas.

Primero, las reglas típicas israelitas de combate incluían una advertencia y un periodo de declaración de la inminente guerra venidera. Las mujeres, los niños, los ancianos y otros que lo desearan podrían huir fácilmente del ataque militar ampliamente anunciado. Sólo aquellos que (o cuyos padres) permanecieron obstinadamente enfrentarían la guerra y su resultado.

En segundo lugar, en el caso de Amalec, ya se ha demostrado que toda la cultura había sido corrompida por el pecado de los adultos. Desde la perspectiva de la eternidad, no había esperanza para ningún niño que quedara atrás. La Escritura da a entender que los niños que mueren pasan a estar con el Señor (ver 2 Sam. 12:23), así que mientras algunos niños pudieron haber sido asesinados en la guerra, Dios los salvó en última instancia de convertirse en lo que sus padres eran.

Por último, social y físicamente, el destino de los niños a lo largo de la historia siempre ha descansado con sus padres, si estaban en buenas manos (en el caso de Noé) o malas manos (Amaléc). Las acciones de los padres eran el determinante último del bienestar temporal/terrenal de los niños.

Conclusión

Después de examinar cuidadosamente los principales ejemplos del Antiguo Testamento que los ateos usan para etiquetar a Dios como injusto, se ha demostrado que sus críticas y caracterizaciones son infundadas, y su comprensión de las diversas situaciones ha fallado. Además, en vez de aceptar la caricatura de Dawkin de ser una deidad vengativa, impaciente, iracunda y sanguinaria, la imagen de Dios del Antiguo Testamento que emerge en su lugar después de un estudio minucioso es justo lo contrario; Dios es retratado como perdonador, paciente y lento para producir juicio. Sin embargo, también se revela que es un Dios santo, justo y recto que hará justicia en su tiempo. En resumen, el Dios del Antiguo Testamento coincide con el Dios del Nuevo Testamento.

Mientras que algunos pueden argumentar que corregir el punto de vista imperfecto del escéptico acerca de Dios no es tan importante, es cierto todo lo contrario. Es primordial una comprensión precisa de la naturaleza y las características de Dios; Un hecho bien capturado por A.W. Tozer quien escribe: "Lo que entra en nuestras mentes cuando pensamos en Dios es lo más importante acerca de nosotros. Probablemente la historia de la humanidad demostrará que ningún pueblo se ha levantado por encima de su religión, y la historia espiritual del hombre demostrará positivamente que ninguna religión ha sido más grande que su idea sobre Dios."4

Es cierto que la Biblia contiene historias gráficas sobre el pecado, el mal y la muerte. Pero también incluye la grandiosa historia de amor, redención y gracia. Se muestra a un Dios que nos pide que no critiquemos sus actos de justicia, sino Uno que amablemente nos anima a venir a su lado y afligirnos por un mundo que ha utilizado equivocadamente el regalo de la libertad para hacer el mal en lugar del bien. Cuando esto ocurre, y Dios actúa en Su justicia, el mundo descubre que las consecuencias existen por el mal comportamiento, algo de lo que habla el profeta Isaías: "Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isaías 26:9).

Entonces ¿El Dios del Antiguo Testamento un monstruo despiadado? Después de una revisión exhaustiva de los hechos, las pruebas abrumadoramente exigen la respuesta "no".

 


Modifié le: mardi 18 octobre 2022, 10:14