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La Prueba Y El Testimonio De La Iglesia Primitiva

PROGRAMA 5

TESTIMONIO

NIGEL: A estos primeros cristianos se les haría difícil comprender nuestra Navidad moderna y toda la fanfarria que hacemos sobre ella.

STEVE: Esta es la Iglesia de la Natividad en la pequeña ciudad de Belén, donde nació Jesús. Más que a cualquier otro sitio, asociamos a Belén con la celebración de la Navidad. Sin embargo, es posible que te sorprenda oír que la Navidad y el cumpleaños de Cristo ni siquiera se celebraron durante los primeros 300 años de la iglesia.

STEVE: Debido a que los primeros cristianos no celebraban el nacimiento de Cristo, no preservaron para nosotros la fecha exacta en la que nació Jesús. Los estudiosos están de acuerdo en que tuvo que haber sido en algún momento entre el año 4 y el año 7 A.C. Pero la fecha del 25 de diciembre no se introdujo hasta mediados de los años 300. Y la celebración de la Navidad fue introducida a fines del siglo cuarto para adaptar y sustituir fiestas paganas romanas.

La Pascua era la época importante para la iglesia primitiva, pero los "cumpleaños" que se celebraban eran los de los grandes mártires que murieron por su fe. ¿Y por qué cumpleaños? Para la Iglesia primitiva, el día del martirio era el cumpleaños de haber entrado a la presencia de Dios.

NIGEL: Aquí hay registrados algunos de sus nombres: Potino, Zacarías, Santos, Epagato, Atalo, Maduro, Alejandro, Póntico, Asclibiades, Macario, Silvio, Primo.

Sabemos tan poco acerca de ese vasto ejército anónimo que se sumó a las filas de los primeros cristianos y que difundió el mensaje a todos los rincones del imperio. Pero quizás indirectamente, podemos obtener una mejor sensación acerca de ellos mirando las historias que han atesorado y los modelos que trataron de emular.

STEVE: Con la ayuda de mis tres compañeros, Nigel, Jane y Russell, ahora vamos a analizar dos de los mártires más notables e influyentes, Policarpo y Perpetua. Sus historias fueron registradas, distribuidas, y celebradas por aquellos que compartían su fe y las amenazas de su fatalidad.

RUSSELL: Una de las historias más entrañables del martirio en la iglesia primitiva proviene de la ciudad de Esmirna, y habla de la experiencia y del martirio del anciano y querido obispo Policarpo. Policarpo fue considerado de importancia excepcional en la iglesia primitiva porque había sido un discípulo personal del apóstol Juan. Justo después de su muerte fue escrita una carta para distribuirla entre las iglesias de la región. Las iglesias necesitaban conocer acerca de los sufrimientos y de la persecución en Esmirna y de cómo la iglesia y sus líderes estaban respondiendo a los martirios.

NIGEL: La carta narra cómo algunos creyentes fueron el alimento de las bestias en un escenario como éste, muriendo de una forma horrible mientras eran tragados de una extremidad a otra. Enseguida, la multitud lloraba por el líder, el obispo Policarpo.

El registro indica que sus líderes enseñaban que los cristianos no tenían que exponerse a ser martirizados ni debían buscar ese destino, pero tampoco podían evitarlo cuando no hubiere otra elección. Así Policarpo se dirigió y se escondió en una granja. Un tiempo después fue trasladado a un segundo lugar. Las autoridades llegaron a la primera ubicación y, al darse cuenta de que Policarpo se había marchado, arrestaron a dos chicos esclavos y torturaron a uno de ellos para que les dijera hacia donde se había ido Policarpo. Luego pasaron a la segunda ubicación, llevándose al esclavo con ellos.

Policarpo acogió a sus captores como si fueran amigos, habló con ellos, y ordenó que les sirvieran comida y bebida. Entonces les pidió que le dieran una hora antes de que se lo llevaran para que pudiera orar. Los oficiales, escuchando sus oraciones, que duraron dos horas, empezaron a tener segundos pensamientos. ¿Qué estaban haciendo al venir y detener a un hombre viejo como este?

Fue llevado ante el procónsul y, aquí, una vez más, vemos la tendencia de las autoridades romanas de preferir que el acusado renuncie a su fe, en lugar de tener que sentenciarlo a muerte. Por lo tanto, hicieron lo posible para razonar con él.

RUSSELL como PROCÓNSUL: Considera tu edad, anciano. Sólo jura por el genio del César. Sólo tienes que cambiar tu forma de pensar. Di, "Ya me cansé de los ateos".

NIGEL como POLICARPO: " Ya me cansé de los ateos ".

PROCÓNSUL: Jura como te he dicho. Tan sólo maldice a Cristo y te liberaré.

POLICARPO: Ochenta y seis años le he servido. Nunca me ha hecho ningún mal. Entonces, ¿Cómo voy a blasfemar de mi Rey que me ha salvado?

PROCÓNSUL: Entonces haz esto. Sólo jura por el genio del emperador, y será suficiente.

POLICARPO: Si imaginan que yo haría eso, entonces pretenden que no saben quién soy. Permítanme hablar claramente. Yo soy cristiano. Si están dispuestos a aprender de las enseñanzas del cristianismo y, entonces aparten un tiempo para escuchar.

PROCÓNSUL: Entonces ¿por qué no convences a la multitud que se encuentra reunida aquí?

POLICARPO: Ni siquiera voy a intentarlo. En su actual estado de ánimo frenético, ni son dignos ni están interesados en escuchar mi defensa.

PROCÓNSUL: Estás colmando mi paciencia. Tengo listas a las fieras. Tendré que liberarlas si no haces lo que exijo.

POLICARPO: Libéralas, si esa es tu decisión. Me gustaría cambiar mi forma de pensar si se tratara de una cuestión de pasar de lo peor a lo mejor pero no si eso significa pasar de lo mejor a lo peor.

PROCÓNSUL: Tengo otros métodos. Si las bestias salvajes no te persuaden, Haré que te quemen vivo, que te tuesten lentamente, entonces pronto desearás haber tenido el buen juicio de aceptar mi misericordia.

POLICARPO: Tu fuego puede durar una hora, entonces se acabará. Pero no sabes sobre el juicio que vendrá, el castigo que es eterno. ¿No has pensado en eso Sr. procónsul? Oh, puedes hacer conmigo lo que desees, pero un día estarás de pie ante el juez del cielo y de la tierra.

NIGEL: Conforme discutían, los testigos decían que el anciano Policarpo parecía ganar fuerza y valentía de manera que su rostro parecía iluminarse. El procónsul quedó estupefacto. Envió a su heraldo al centro del estadio para anunciarle tres veces a la multitud que Policarpo había confesado ser cristiano. Quizás pensó que la confesión sería suficiente para la multitud. Pero no fue así. Ellos estaban hambrientos de sangre y gritaban sus acusaciones: "Este es el maestro de Asia, el padre de los cristianos. Él es el destructor de nuestros dioses. Él se lleva a muchos lejos de nuestro sacrificio y de nuestro culto".

Así, a una sola voz la multitud clamaba que fuera quemado. Comenzaron a clavarlo a la pira, pero Policarpo dijo que no, que aquel que le permitiera soportar las llamas lo fortalecería para permanecer de pie sin ser clavado. Comenzó a orar en voz alta, dando gracias a Dios por su bondad y por el privilegio de ser contado entre los mártires, por participar de la copa de Cristo, y ofrecerse como un sacrificio a Dios.

El fuego estaba encendido, y aquellos creyentes presentes informaron cómo podían percibir un aroma fragante. Decían que era como una hogaza de pan que se cocía. El fuego no lo consumía. El verdugo tenía que apuñalarlo con una daga para terminar con su vida, y cuando estaba siendo apuñalado, la sangre que brotaba extinguía el fuego. Después de eso murió. Hubo resistencia para permitir que los cristianos recogieran los restos de Policarpo, pero finalmente les autorizaron hacer eso y ellos los reunieron como joyas preciosas. Lo sepultaron el 22 de febrero, probablemente en el año 155. Policarpo fue el duodécimo en ser martirizado en Esmirna, informaron. Reservan el aniversario de su martirio como un día para recordar. Esto se celebraba como un cumpleaños en memoria de aquellos que murieron por su fe y para fortalecer y preparar a aquellos que algún día pudieran tener que hacer lo mismo.

RUSSELL: Para sus seguidores era muy importante que se escribieran cuidadosamente los detalles de estos eventos. Por lo que se preparó un informe, se copió y se distribuyó entre las iglesias, ofreciéndoles una importante conexión con los apóstoles debido a la asociación de Policarpo con el apóstol Juan.

Actualmente no sabemos realmente cuántas personas fueron martirizadas aquí en el Coliseo Romano, pero sabemos que en todo el imperio hubo muchos casos de arremetidas en contra de los cristianos en estos foros públicos al defender su fe, y en este sitio, aún permanece una cruz conmemorativa como una especie de recordatorio silencioso de cómo, a pesar de sus muertes, ellos lograron una especie de victoria.

STEVE: En la iglesia primitiva, las mujeres asumieron un papel muy importante. Muchas de ellas fueron contadas entre los mártires. A menudo, las mujeres eran el centro de la vida y de la fe de la iglesia, y probablemente ellas constituían la mayoría de sus miembros. Por ejemplo, después de que la iglesia fue incautada en la ciudad de Cirta, al norte de África en el año 303, solamente fueron encontradas16 túnicas de hombres, pero había ochenta y dos túnicas de mujeres. Las mujeres en la iglesia primitiva procedían de todas las clases sociales, y esto fue bien ilustrado por el registro de un martirio, que junto con el de Policarpo, fue uno de los más apreciados por las iglesias. Cuando estalló la persecución alrededor del año 200, bajo el reinado del emperador Septimio Severo, una joven cristiana llamada Perpetua fue detenida en la ciudad de Cartago al norte de África. También fueron detenidos sus amigos, Sátiro y Saturnino, su esclava, Felícita, y también un segundo esclavo Revocato. Perpetua, quien dominaba el latín y el griego, conservó un diario acerca de su experiencia en prisión hasta el día de su ejecución. Y éste fue cuidadosamente preservado por sus hermanos cristianos. De hecho, puede ser el primer documento que tengamos de la pluma de una mujer cristiana. Veamos sus registros mientras Perpetua narra cómo su padre la visitó en la cárcel, tratando de convencerla para que renunciara a su fe.

JANE como PERPETUA: "Padre," yo dije, "¿Ves esa vasija de agua aquí?" "Sí, por supuesto," él dijo. "Bueno, eso es lo que es. No se trata de algo más, como un collar. ¿Puede ser nombrado otra cosa que lo que es?" "Por supuesto que no", él respondió. "Entonces, yo no puedo ser nombrada otra cosa que lo que soy y yo soy cristiana". Debido a ello, mi padre se enojó y corrió hacia mí como si me fuera a atacar. Pero se tranquilizó rápidamente y se marchó. En seguida, dos de los diáconos de nuestra iglesia, Tertio y Pomponio, que estaban especialmente preocupados por nosotros, sobornaron a algunos de los guardias y nos movieron a una mejor parte de la cárcel para refrescarnos.

Se me permitió conservar y amamantar a mi bebé. El pobrecito estaba débil por el hambre. Yo estaba ansiosa y había hablado con mi madre y mi hermano sobre mi pequeño niño y les encargué su cuidado. Qué difícil es ver cómo han sufrido al compadecerse por mí. Pero muy pronto se me permitió tener a mi bebé conmigo en la cárcel y luego me pareció que de repente me sentía mucho mejor. Al aliviarme de la preocupación por el niño, he recuperado mi salud. Ahora mi cárcel me parecía un palacio, y estaba contenta de permanecer aquí.

Bien, se estableció la fecha en la que íbamos a presentarnos ante el gobernador. Así que, a mi padre, que estaba tan preocupado por mí, le fue permitido visitarme de nuevo. "Hija mía" él dijo, "Piensa en mí, tu padre, y en mis cabellos grises. No traigas esta gran vergüenza sobre mí. Voy a ser despreciado por todos. Y piensa en tu madre, en tu tía y en tu bebé. Más que nada, piensa en tu bebé. Renuncia a tu orgullo, o nos destruirá a todos. Ninguno de nosotros jamás volveremos a ser capaces de mantener nuestra cabeza en alto públicamente".

Pude ver que mi padre me amaba mientras hablaba. Traté de consolarlo. "Será en el banquillo del acusado como Dios quiere", yo dije. "Él no nos dejará solos. Todos estamos guardados en su poder." Mi padre se marchó con gran tristeza.

Entonces una mañana a la hora del desayuno repentinamente fuimos apresurados para presentarnos ante el gobernador. El resto de los integrantes de nuestra compañía fueron interrogados y cada uno admitió ser culpable de ser cristiano. Entonces, cuando llegó mi turno, mi padre se adelantó, me sacó de la grada, e insistió: "Ofrece el sacrificio, ten piedad de tu bebé." "No voy a sacrificar", yo dije. "¿Eres cristiana?" me preguntó Hilario. "Sí, lo soy," le contesté. Mi padre me estaba tratando de convencer, y luego Hilario ordenó que lo tiraran al suelo y lo golpearan con una vara. ¡Oh, cuanto me dolió ver a mi padre ser golpeado! Sentía el dolor como si me estuvieran golpeando a mí. A continuación, se dictó la sentencia, condenándonos a ser arrojados a las bestias, pero primero fuimos devueltos a esta prisión. Estábamos animados.

Mi querida Felícita estaba embarazada de ocho meses cuando fuimos detenidos. Estábamos tan preocupados por ella porque era ilegal que las mujeres embarazadas fueran ejecutadas. Ella tendría que esperar hasta después de que naciera el bebé. Ella no tendría la compañía del resto de nosotros durante su muerte. Así, en una efusión de dolor en común, oramos por Felícita. Y dos días antes de que nosotros fuéramos a ser llevados al anfiteatro, ella dio a luz a su bebé. Una de las mujeres cristianas había prometido que, si Felícita era privada de la vida, ella se ocuparía del bebé y lo consideraría como propio. ¡Cómo se alegró Felícita de haber dado a luz y ahora poder ir a enfrentar a las bestias salvajes! Ella dijo que estaba dispuesta a pasar de la sangre del parto a la sangre del gladiador para lavarse con un segundo bautismo después del parto.

RUSSELL: Hasta allí es donde Perpetua pudo registrar la historia en su diario. Los acontecimientos que siguieron fueron redactados cuidadosamente por sus hermanos cristianos y se guardaron en el registro de Perpetua.

Llegó el día. Sátiro, Saturnino, Revocato, Felícita y Perpetua fueron llevados de la cárcel hacia el anfiteatro. Allí los funcionarios romanos se prepararon a vestirlos con trajes religiosos paganos. Esta era la práctica para representar que estaban siendo ofrecidos como sacrificio a los dioses. Perpetua se opuso firmemente, diciendo, "Hemos venido aquí por nuestra propia y libre voluntad, para que nuestra libertad no fuese violada. Hemos comprometido nuestras vidas para no sacrificar a estos dioses. ¡Y ustedes estuvieron de acuerdo con nosotros en esto!" Así que el oficial se retractó y les fue permitido entrar a la arena con sus propias ropas.

Fueron conducidos ante la muchedumbre que aguardaba. A medida que se acercaban al Gobernador Hilario, le hicieron un gesto, diciendo: "Nos habrás condenado, pero Dios te condenará a ti." la multitud se enfureció por esto y ordenó que fueran flagelados ante toda una línea de gladiadores. Ellos simplemente se alegraron de que habían obtenido una participación en los sufrimientos del Señor.

Para las mujeres, era traída una vaquilla loca. Desnudaron a Felícita y a Perpetua, las colocan en redes y las arrastraron hasta el centro de la arena. Incluso la multitud estaba horrorizada cuando vieron que una era una delicada niña joven y que la otra acababa de dar a luz y goteaba leche por sus senos, por lo que fueron llevadas de vuelta y las vistieron con túnicas sin cinturón.

Entonces fueron colocadas frente a la vaquilla, quien tiró a Perpetua al suelo, y le rasgó su túnica. Ella se cubrió rápidamente, tanto por recato como por dolor. Entonces ella pidió un perno para sujetar su cabello, porque no veía que fuera apropiado morir con el cabello descuidado y así no perdiera su momento de triunfo.

Ella había visto que Felícita había sido arrojada al piso. Corrió hacia ella, la levantó y las dos permanecieron juntas, una al lado de la otra. La multitud estaba apaciguada, y ella fue llevada de regreso a la puerta, donde conversó con su hermano y con los demás catecúmenos, diciendo: "Sed fuertes en la fe, permanezcan firmes, ámense los unos a los otros. No sean debilitados por lo que han visto que nos ha sucedido." Entonces, conforme la contienda llegaba a su fin, fue traído un leopardo. Éste mordió a Sátiro y, empapado en su propia sangre, fue llevado al lugar habitual para ser degollado. Entonces todos los demás mártires se dirigieron a ese lugar por su propia voluntad. Luego tomaron la espada silenciosamente, sin moverse. Entonces Perpetua fue herida hasta los huesos y gritó, pero luego ella tomó la mano temblorosa del joven gladiador y dirigió la espada hacia su garganta. Era como si ella no pudiera ser ejecutada a menos que estuviera dispuesta.

KEN CURTIS: Fueron estas historias de Policarpo, Perpetua y otros, las que desempeñaron un papel tan importante en la iglesia primitiva. Porque hallaron fuerzas en estas historias para enfrentarse a los posteriores tiempos de persecución. Como resultado, tenemos un movimiento que no pudo ser intimidado. Parecía que ninguna tortura podía progresar, no podía concebirse ninguna amenaza que pudiera romper la resolución de aquellos que estaban decididos a mantenerse firmes en su fe. ¿Cuántos murieron durante las persecuciones hasta el año 312 cuando Constantino hizo legal la fe? Realmente no lo sabemos. Pero sabemos que la iglesia no hubiera sido el mismo tipo de iglesia sin sus mártires. En efecto, la iglesia incluso pudo no haber sobrevivido sin sus mártires. Y ten esto en cuenta también: el martirio no es algo que se limita a los primeros siglos y años de la iglesia. En cada período, han existido esos valientes hombres y mujeres que han estado dispuestos a entregar sus vidas en lugar de negar su fe.

STEVE: De hecho, en nuestro siglo 20 ha habido más mártires de la fe cristiana que en los primeros 300 años.

Hoy en al menos varias docenas de naciones, los creyentes cristianos tienen prohibido propagar sus creencias, y en muchos de estos países se enfrentan a la persecución, al encarcelamiento, e incluso a la muerte.

STEVE: En nuestro próximo y último programa veremos la gran transición que tuvo lugar bajo el emperador Constantino. Era la época cuando la iglesia pasó de ser perseguida a convertirse en la fe privilegiada y favorecida del imperio. También vamos a ver de qué se trataban la vida y la fe de los primeros cristianos, que les permitieron sobrevivir y prosperar.

 

Modifié le: lundi 22 janvier 2018, 12:21