Las Cruzadas: ¿Cómo Pudieron Hacer Esto los Cristianos?
Revista Historia Cristiana, Número
40
Las Cruzadas: ¿Cómo Pudieron Hacer Esto Los Cristianos?
Por Bruce L. Shelley
¿Por qué los seguidores del Príncipe de Paz hicieron la guerra?
DENTRO DE LOS CÍRCULOS CRISTIANOS, los términos cruzada y cruzado sobreviven
como expresiones de propósito devoto. Cerca de donde yo vivo, una escuela
cristiana llama a sus equipos deportivos "cruzados", y varias
organizaciones evangélicas se refieren a sus ministerios como
"cruzadas" cristianas.
Sin embargo, en otros círculos, el término cruzada generalmente desencadena menos admiración y más escándalo. Evoca la violencia y la crueldad de las expediciones militares medievales para conquistar la Tierra Santa, todo hecho en nombre de Cristo y con la bendición de la iglesia.
Por lo tanto, muchos de nosotros, no sólo nos negamos a utilizar el término cruzadas, sino que nos preguntamos, "¿Cómo pudieron hacer tal cosa los cristianos?
Fuerzas
Radicales
Los historiadores suelen responder a esa pregunta describiendo las circunstancias históricas, o las "causas cercanas" de las Cruzadas. Tres de esas causas a menudo encabezan la lista.
Primero, los cristianos enfrentaron la amenaza militar y política del islam. Los turcos selyúcidas, nuevos conversos fanáticos al islam, invadieron la Tierra Santa e incautaron los lugares sagrados del cristianismo. Entonces ellos se dirigieron agresivamente hacia Asia Menor, territorio cristiano. Las fuerzas del Imperio [Cristiano Oriental] Bizantino intentaron bloquear al invasor desesperadamente, pero en la batalla de Manzikert (1071), los turcos capturaron al emperador oriental y dispersaron su ejército.
Después de unos pocos años, Asia Menor, la principal fuente de ingresos y de las tropas del Imperio Bizantino, se había perdido. Nicea cayó en manos de los invasores en 1092, trayendo a los turcos peligrosamente cerca de Constantinopla, la capital bizantina. El nuevo emperador, Alexio I, envió emisarios al papa Urbano II, solicitando mercenarios para ayudar a rescatar los territorios perdidos.
Así, los cruzados cristianos se dirigieron hacia la Tierra Santa en parte debido a que habían sido invitados. Ellos les estaban brindando ayuda a los cristianos del Oriente.
Segundo, la Iglesia Católica Romana del siglo XI era dirigida por un papado militantemente agresivo. Los partidos reformistas de la iglesia, que recientemente había llegado al poder, pensaron que la mejora de la Iglesia radicaba en investir al papa con una mayor autoridad, ellos lanzaron una visión universal sobre la soberanía del Santo Padre. En su sermón en la reunión para la Primera Cruzada, Urbano se refirió a sí mismo como el "gobernador espiritual de todo el mundo".
Un cristiano universal soberano, naturalmente, querría la liberación de la Tierra Santa de los turcos "infieles", por lo que Urbano estaba inclinado a aceptar la invitación para enviar tropas a Asia Menor y a Palestina. Algunos historiadores hablan de la Primera Cruzada, como "la política exterior del papado reformado." esa política exterior, cabía esperar, traería nuevamente a la Ciudad Santa de Jerusalén bajo el control cristiano. Y sería posible restaurar la unidad entre los cristianos orientales y occidentales.
En tercer lugar, los europeos, después de siglos de desintegración política y económica, estaban entrando en una nueva era de conciencia sobre la unidad.
Las regiones separadas trabajaron para mejorar sus intereses mutuos: Se esclarecieron las tierras forestales, se abrieron nuevos mercados y la naviera italiana se alistó para desafiar el dominio musulmán en el Mediterráneo oriental. Muchos historiadores han sugerido que las Cruzadas hubieran sido casi imposibles sin estos barcos italianos.
Entonces, una respuesta a "¿cómo pudieron hacer esto?" es, simplemente, "Las condiciones fueron las adecuadas." Los cruzados cristianos fueron arrastrados por la marea de la historia.
Preguntas
Más Profundas
Aun así, la mayoría de los cristianos hoy sienten un choque ético acerca del fervor religioso aparentemente ciego y fanático de los cruzados. Es fácil para nosotros criticar las Cruzadas. Ellas amargaron permanentemente la relación entre los cristianos y los musulmanes, y dejaron entre los judíos sospecha y temor hacia los cristianos.
Sin embargo, si no logramos identificar los ideales espirituales de los cruzados, estaremos percibiendo erróneamente el espíritu de los tiempos. Los elementos malvados de las Cruzadas, aunque repulsivos, no son toda la historia.
Las Cruzadas plantean interrogantes más profundos sobre el corazón humano. ¿Cuál es la naturaleza de una "buena" sociedad? ¿Cómo podemos frenar la maldad? ¿Lo "bueno" puede ser definido por la doctrina cristiana? Si es así, ¿cómo pueden las ideas destructivas (llamadas "herejías") ser eliminadas de la sociedad? Tales preguntas no se encuentran enterradas en el siglo XII. Los pensadores cristianos actualmente, preocupados por la decadencia moral en nuestra propia sociedad, hacen esencialmente las mismas preguntas.
Por lo tanto, una segunda manera de responder a la pregunta sobre el patrocinio de las cruzadas cristianas es comprobar los ideales de la época. Podríamos nombrar a estas "causas más lejanas" o "motivaciones internas".
Apenas es posible hablar de un único motivo en un movimiento que involucra a cientos de miles de personas a lo largo de varios siglos. Aun así, un vistazo a los tres principales ideales de los cruzados ayuda a explicar sus motivaciones.
Defendiendo
a los Cristianos
El papa Urbano II y otros predicadores de las Cruzadas querían defender a la sociedad cristiana. Al lanzar la Primera Cruzada, Urbano supuestamente exhortó a sus oyentes, "deben llevar auxilio a vuestros hermanos que habitan en el Oriente. . . . Los turcos han atacado, . . . ocupando más y más las tierras de los cristianos" Ellos han "destruido las iglesias y han devastado el reino de Dios." Si los cristianos les permitían permanecer impunes, "van a extender su autoridad más ampliamente sobre muchos siervos fieles del Señor".
Además, los cristianos de la época creían que la violencia, si se utilizaba correctamente, era un buen medio para defender a los cristianos. San Agustín había establecido los principios de una "guerra justa": ésta era dirigida por el Estado; su propósito era la reivindicación de la justicia, que significaba la defensa de la vida y de la propiedad, y ésta respetaba a los no combatientes, a los rehenes y a los prisioneros. Para Agustín, el propósito de una guerra justa era lograr la paz. Incluso en la guerra, un seguidor de Cristo debe "Cultivar el espíritu de un pacificador".
Lamentablemente, este ideal se evaporó en el calor del camino hacia la Tierra Santa. La defensa justa de los cristianos desapareció de la vista, y los cristianos se volvieron cada vez más enardecidos por vengar los agravios cometidos en contra de los cristianos y de sus lugares sagrados, especialmente en Jerusalén.
De camino a la Tierra Santa, las turbas cruzadas destruyeron las comunidades judías de Renania, violando, saqueando y asesinando. Y en la Tierra Santa, incluso los musulmanes no combatientes, las mujeres y los niños, fueron asesinados. En el fervor de una cruzada, el noble fin justificaba los innobles medios.
El
Honor de un Caballero
Muchos cruzados también fueron motivados por el honor de la caballería. El retrato más claro del ideal del caballero vino del filósofo inglés Juan de Salisbury, que escribió, "¿Cuál es el oficio del soldado debidamente ordenado? Defender a la iglesia, atacar la infidelidad, venerar el sacerdocio, proteger a los pobres de las heridas, . . . derramar su sangre por sus hermanos . . . Y, de ser necesario, entregar sus vidas. Las altas alabanzas a Dios se encuentran en sus gargantas, y las espadas de doble filo se encuentran en sus manos".
La Primera Cruzada, como se pensó en un principio, estaba formada por nobles de Francia, Alemania e Italia. El papa vislumbró las Cruzadas en parte como una salida para los nobles inquietos y pugnaces. "Los caballeros Gentiles nacieron para luchar," escribió un cronista francés, "y la guerra ennoblece a todos los que participan en ella sin temor o cobardía". Urbano quería enlistar al caballero para la gloria de Dios.
Lamentablemente, el honor, en palabras del historiador J. Huizinga, es "una extraña mezcla de conciencia y egoísmo." Además, aunque los cruzados adoptaron formalmente una alta moral y votos espirituales por "tomar la cruz", la historia muestra que la avaricia motivó a algunos de ellos, al menos durante algún tiempo. Esta mezcla de motivos caballerescos los conducía muy frecuentemente hacia la brutalidad.
El Perdón
de los Pecados
Finalmente, los cruzados fueron empoderados por la esperanza de la salvación, un ideal que no fue sepultado con los cruzados.
Durante siglos, los peregrinos europeos pacíficos habían viajado para adorar al nacimiento de Cristo. El Auge y la expansión del islam durante el siglo VII no interrumpió este tráfico. Para el siglo X, los obispos se encontraban organizando peregrinaciones masivas hacia la Tierra Santa. En el año 1065, alrededor de 7,000 peregrinos partieron desde Alemania, probablemente el más grande de estos eventos.
Al igual que nuestras reuniones en las capitales estatales o las marchas en Washington, estas peregrinaciones eran parte devoción y parte celebración. A través de los años, la iglesia las adoptó como actos de penitencia. Rodeadas por profundas emociones religiosas, las peregrinaciones asumieron un aura especial de santidad; cualquier perturbación de ellas podía interpretarse como una blasfemia.
La crisis se produjo cuando los turcos selyúcidas arrebataron a Jerusalén de las manos de sus compañeros musulmanes y a veces negaban a los cristianos el acceso a los lugares más sagrados del cristianismo. Esto detuvo a los cristianos medievales de practicar un profundo acto significativo de devoción y de ayuda a la salvación.
Cuando el papa Urbano II reunió a Los Cristianos, ofreció una recompensa extraordinaria a aquellos que salieran a liberar la tierra donde había nacido el Salvador: "Todos los que mueran por el camino, ya sea por tierra o por mar, o en batalla contra los paganos, serán inmediatamente perdonados de sus pecados".
Durante años la iglesia había afirmado tener el poder de remitir parte del castigo temporal de un pecador, pero no se había concedido la remisión completa hasta ese momento histórico.
Este fue sólo un pequeño paso hacia adelante para conferir beneficios similares a aquellos que no podían ir a una cruzada, pero que habían contribuido a la causa. Así, conforme los riesgos de la peregrinación se acentuaron, también lo hicieron las recompensas espirituales.
Otro
Mundo
La intensidad de los cruzados fue capturada por Shakespeare en palabras dichas por aquel belicoso monarca Inglés Enrique IV:
Estamos impresionados y
comprometidos a luchar . . .
Para perseguir a los paganos en esos campos santos,
Sobre cuyos acres caminaron esos pies benditos,
Que hace mil cuatrocientos años fueron clavados,
Para nuestro beneficio en la amarga cruz.
Algunos de los ideales cristianos cambian con el tiempo y la cultura. Hoy, nosotros no compartimos muchas de los supuestos de los cristianos medievales. El mundo moderno democrático exalta el individualismo, la libertad religiosa y la separación de iglesia y del estado. Urbano II y los cruzados vivieron en un mundo con ideales diferentes.
Aun así, consideramos que es lamentable que los cruzados nunca entendieron dos verdades básicas: Las más grandes satisfacciones del cristianismo no están garantizadas por la posesión de lugares especiales, y la espada nunca es un camino dado por Dios para extender el reino de Cristo.
El Dr. Bruce L. Shelley es profesor de historia eclesiástica en el Seminario de Denver. Es autor de Historia de la Iglesia en Lenguaje Sencillo y un miembro de la junta consultiva de la Historia Cristiana.