El Destructor Pagano: Bonifacio 675-755

Siendo un monje brillante sentó las bases para la Europa cristiana.

Por Chris Armstrong

"Ironía" parece un concepto creado para una situación como esta: el historiador Christopher Dawson una vez considerado como el inglés más influyente que jamás haya vivido, es el santo patrón de … Alemania.

Y, como el periodista Uwe Siemon-Netto recientemente nos ha recordado, el 60º aniversario del Día D es también el aniversario número 1250 de la muerte de este hombre.

Hay una capa más de aparente ironía en la historia de este hombre que evangelizó Alemania y que preparó el terreno para la cristiandad occidental: él era un monje.

Antes de que lleguemos a este hombre, debemos pensar sobre este hecho. Cada persona moderna sabe que los monjes vivieron sus vidas en una irrelevancia claustral, demasiado ocupados en la búsqueda de la santidad interior como para hacer mucho por cambiar el curso de la historia—¿cierto? Incorrecto, por supuesto. Thomas Cahill ha destruido a ese mito con su oda al monaquismo irlandés, Cómo Salvaron la Civilización los Irlandeses. Pero ésta vive, perpetuada por Hollywood y por Madison Ave.

De hecho, en los siglos que prosiguieron a la caída de Roma por las tribus bárbaras, fueron los monjes quienes hicieron la mayoría del trabajo para convertir a los conquistadores a la religión de los conquistados. Los monásticos fueron utilizados por Gregorio Magno (540-604) y por los cristianos romanos. El más famoso de estos fue el "apóstol para Inglaterra", Agustín de Canterbury, quien misionó en Inglaterra en los años 597-604/5. Y los monjes célticos—es decir, irlandeses—hicieron mucho para traer la fe cristiana al continente europeo. La estrella aquí fue Willibrord, quien encabezó una misión altamente exitosa en la zona moderna de Bélgica y de Holanda a partir del año 690.

Normalmente, un grupo de 10 o 12 monjes misioneros pioneros llegaban a una zona nueva y completamente pagana, plantaban una iglesia, adherían a las personas a la comunión, y enseñaban y entrenaban a los líderes. Durante su misión, plantaban cultivos, adquirían rebaños, y vivían como ciudadanos normales. Pero una vez que la iglesia se encontraba bien establecida en esa área, se marchaban al siguiente lugar.

Estos grupos eran muy disciplinados, se alternaban periódicamente y estaban estrechamente ligados a las demás comunidades de su orden y a la casa madre. Contaban con apoyo, oración y beneficios económicos por parte de su hermandad en casa.

Predicaban en lengua vernácula. Y en entornos de nativos religiones antiguos y atrincherados, ellos hacían comparaciones poco halagadoras y contundentes del cristianismo hacia elementos específicos del paganismo. Willibrord, por ejemplo, podría predicar: "No es a Dios a quien adoras sino al diablo, quien te ha engañado oh rey hacia el error más vil. No hay ningún otro Dios sino el único Dios. …"

Nadie ejemplificaba la valentía y el compromiso de esas "tropas de choque" de la antigua Europa cristiana mejor que san Bonifacio, nuestro santo patrón inglés de Alemania.

Un colega de Willibrord, Bonifacio vivió del año 680 al 754. Nació con el nombre Wynfrith, al sur de Devon, fue entregado a Dios por su padre cuando éste se recuperó milagrosamente de una grave enfermedad. A la edad de cinco años, Wynfrith entró en un monasterio en Exeter.

El muchacho pronto se mostró brillante y maduro espiritualmente. Subió rápidamente de categorías y pudo haberse convertido en abad de un monasterio español. Pero el espíritu misionero ardía dentro de él, y condujo a un grupo de monjes a Frisia (hoy una provincia del norte de Holanda), donde Willibrord había comenzado la labor de evangelización. Esto, en la pintoresca frase de Juan Fines, era "una tierra húmeda, diseccionada por canales y atormentada por las brumas".

Sin embargo, esta misión, fue acortada. Radbod, el rey frisón, se encontraba reimponiendo el paganismo en esta área. Así Wynfrith partió hacia Roma en el año 718, donde el Papa Gregorio II le otorgó el nombre de "Bonifacio" (uno que profiere el bien), y lo envió a una misión al norte. Una vida del siglo VIII sobre Bonifacio narra la historia: 

"El santo fue enviado por el papa a hacer un informe sobre los pueblos salvajes de Alemania. El propósito de esto era descubrir si sus corazones y sus mentes poco instruidas estaban dispuestas a recibir la Palabra divina. … … En Turingia, al predicar el Evangelio y al apartar sus mentes del mal y dirigirlas hacia una vida de virtud y hacia la observancia de los decretos canónicos, él reprendió, amonestó e instruyó lo mejor posible a los sacerdotes y a los ancianos, algunos de los cuales se dedicaron a la verdadera adoración del Dios todopoderoso. …"

Luego Radbod murió, y bajo el patrocinio de Carlos Martel, Bonifacio y su grupo regresaron a Frisia. Allí, la muerte del rey "le permitió [a Bonifacio] esparcir en el extranjero la semilla de la doctrina cristiana y alimentar a través de la sana doctrina a quienes habían estado hambrientos debido a la superstición pagana. La luz divina iluminó sus corazones, se estableció la soberanía del Duque Carlos [Martel] sobre los frisones, la palabra de verdad fue proclamada en el extranjero, [y] la voz de los predicadores llenó la tierra".

En el año 721, Bonifacio partió con rumbo a la provincia alemana de Hesse, donde había cristianos, pero muchos inconversos. Esa misma vida del siglo VIII de Bonifacio relata un famoso "encuentro de poder", evocando el desafío de Elías hacia los sacerdotes de Baal, que simboliza el enfrentamiento entre el cristianismo y el paganismo en la vieja Europa:

"Ahora muchos de los Hessianos que en aquel momento habían reconocido la fe católica fueron confirmados por la gracia del Espíritu Santo y recibieron la imposición de manos. Pero otros, aún débiles en el espíritu, se negaron a aceptar las enseñanzas puras de la Iglesia en su totalidad.

"Además, algunos continuaban en secreto, y otros abiertamente, ofreciendo sacrificios a los árboles y a los manantiales, y examinando las entrañas de las víctimas; algunos practicaban la adivinación, la prestidigitación y los encantamientos; algunos dirigían su atención a los augurios, los auspicios y a otros ritos de sacrificio; mientras que otros, con un carácter más razonable, abandonaron todas las prácticas profanas del paganismo y no cometieron ninguno de estos crímenes.

"Con el consejo y el asesoramiento de dichas personas, Bonifacio, en su representación, intentó recortar, en un lugar llamado Gaesmere, un cierto roble de extraordinario tamaño nombrado por los paganos de antaño el Roble de Júpiter.

"Tomando valor en sus manos (porque una muchedumbre de paganos estaba mirando y maldiciendo amargamente en sus corazones al enemigo de los dioses), él cortó la primera muesca. Pero cuando él hubo hecho un corte superficial, de repente el grueso del roble, sacudido por una ráfaga impetuosa de viento desde arriba, cayó al suelo triturando en fragmentos sus ramas superiores por la caída. Como si por la expresa voluntad de Dios (porque los hermanos presentes no hicieron nada para propiciarlo) el roble se partió en cuatro partes, cada una de igual longitud.

"A la vista de este extraordinario espectáculo los paganos que habían estado maldiciendo dejaron de injuriar y, por el contrario, comenzaron a creer en el Señor y a bendecirlo. Enseguida, el santo obispo tomó consejo con los hermanos, construyó un oratorio de la madera del roble y lo dedicó a San Pedro el Apóstol.

"Por este medio, el informe de su predicación llegó a tierras lejanas, de modo que en un corto espacio de tiempo su fama resonó en la mayor parte de Europa. Desde Gran Bretaña un número sumamente alto de hombres santos acudieron en su ayuda. … Trabajando en grupos dispersos entre el pueblo de Hesse y Turingia, predicaban la Palabra de Dios en los distritos y aldeas del país. El número de Turingianos y de Hessianos que recibieron los sacramentos de la fe fue enorme, y miles de ellos fueron bautizados".

Por supuesto, este único evento realmente no terminó con todas las "maldiciones de los corazones" de los Paganos. John Fines, en Quién Es Quién durante la Edad Media, nos da una idea de la valentía necesaria para profesar el Evangelio en esa tierra pagana: "Los monasterios que [Bonifacio] creó eran como castillos en tierra extranjera, y sus convertidos a menudo acudían por temor de sus vidas." No obstante, afirma Fines, "multitudes de eruditos y misioneros" vinieron de Inglaterra para unirse al trabajo de Bonifacio.

Tampoco era el trabajo de todos estos misioneros de la diversidad del "encuentro de poder". Aún existen cartas del Obispo de Winchester, quien le escribió a Bonifacio acerca de cómo discutir con los "paganos" sobre sus creencias paganas. Fines parafrasea uno de esos argumentos: "No discutas sobre las genealogías de sus dioses. Acepta que ellos nacieron como hombres y, por lo tanto, deben ser hombres; si aún tienes alguna duda, pregúntale a ellos donde vivían sus dioses antes de la creación del universo—eso los dejará perplejos; si ellos afirman que el universo siempre ha existido, pregúntales cómo llegaron a gobernar los dioses".

Bonifacio continuó, en la tradición monástica, estudiando de la mejor manera que pudo en una tierra salvaje sin acceso a esas bibliotecas como aquella que se desarrolló en la sede inglesa de York. Fines, relata, "Él escribiría una y otra vez a las bibliotecas inglesas y a Roma para conseguir sus materiales y comprobar sus referencias. Un negocio lento, pero ¡Qué alegría cuando un paquete de libros finalmente llegaba!".

Para el año 739 Bonifacio, un brillante administrador, así como un erudito y misionero, se convirtió en jefe de toda la empresa misionera de la iglesia romana. Él tuvo cierta influencia en la reformación de las iglesias francas (francesas) y sentó las bases para la era de la reforma religiosa cristiana de Carlomagno.

Por último, en el año 753, san Bonifacio, volvió a la misión de Frisia. Allí, como Fines dice, "tuvo un gran éxito, bautizando a miles, y acamparon para el invierno con el sentimiento de satisfacción de quien ha regresado a su antiguo amor." El año siguiente comenzó de nuevo, con el mismo éxito. Pero esto pronto sería interrumpido cuando "su pequeño grupo fue atacado por una multitud de paganos enfurecidos ".

"Él se negó a permitir que sus seguidores mostraran el menor signo de resistencia, como siempre consciente de la tarea primordial del misionero de dar ejemplo y, tal vez, motivado por el deseo de una coronación de mártir.

"Los paganos lo cortaron en pedazos junto con sus 53 seguidores, y dejando los cadáveres esparcidos por los campos, se apresuraron a tomar el botín. Se llevaron los pesados baúles de Bonifacio, y finalmente los asentaron; pero antes de que pudieran abrirlos, surgió una gran pelea sobre la división del botín. Aconteció una batalla feroz, culminando en la supervivencia de los pocos más aptos, y finalmente los cofres fueron abiertos. En lugar de plata y oro, encontraron libros, los cuales arrojaron a un lado con furia, habiendo estado seguros que al final encontrarían riquezas: pero cada uno de los baúles contenían libros—la bibliografía por la que Bonifacio había suplicado constantemente, libro por libro, durante su larga y cansada vida. En su rabia ellos desparramaron los manuscritos, blandiendo locamente sus espadas en ellos, y de los tres que fueron rescatados para la biblioteca de Fulda (donde Bonifacio finalmente fue enterrado, según su deseo), uno se encuentra casi completamente cortado".

Fines concluye que las características principales de Bonifacio fueron la valentía y el cariño por su pueblo. "Él amaba a las personas como misionero, pero muy rara vez encontramos un misionero con tal profundo afecto como el suyo." Sin embargo, cuando fue necesario, no dudó en reprobar a los arzobispos, a los reyes, e incluso al Papa. "Él fue un cristiano fornido que amó y fue amado, pero que no fue suave".

Hoy podemos orar para que la gente que vaya a nuevas fronteras para difundir el evangelio sea tan amorosa y valiente como Bonifacio. Específicamente, podemos pedir que los misioneros occidentales tiendan lazos entre sus compatriotas y los grupos de personas evangelizadas al igual que lo hizo Bonifacio entre sus compañeros ingleses y los convertidos de Frisia.

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Последнее изменение: среда, 11 октября 2017, 10:35