Carlomagno 742-814
Carlomagno
Gobernante cristiano de un imperio "santo"
"Nuestra tarea [como gobierno secular] es externamente, con la ayuda de
Dios, defender con nuestros brazos a la santa Iglesia de Cristo en contra de
los ataques de los paganos provenientes de cualquier lado y en contra de la
devastación causada por los infieles".
Pipino III, Rey de los Francos, se arrodilló junto con sus hijos para ser ungido por el Papa Esteban III en una imitación consciente de la unción del rey David por el profeta Samuel. Y al igual que el hijo de David, Salomón, el hijo de Pipino, Carlos presidiría un renombrado florecimiento cultural y religioso.
La Expansión
de las Fronteras
Carlos recibió su educación de su madre y de los monjes de Saint Denis. Él podía hablar y leer en latín y en su nativa lengua germánica, pero nunca aprendió a escribir, aunque trató de hacerlo toda su vida. Llegó a dominar las artes militares y políticas cercanas al trono de su padre.
Cuando Pipino murió en el año 768, Carlos estaba a la mitad de sus años 20: vital, energético, y a seis pies con tres y media pulgadas de altura, él se elevaba sobre sus súbditos. Cuando su hermano Carlomán, murió en el año 771, Carlos quedó como único gobernante de los francos.
El inicio del reinado Carlos estuvo marcado por incesantes guerras, que extendieron su control en todas direcciones. Sus guerras más largas (772-785) se localizaban en una zona justo debajo de la moderna Dinamarca, contra los sajones. A medida que los conquistaba, los convertía al cristianismo, a punta de espada.
El Papa Adriano le pidió ayuda en el sur, solicitándole a Carlos que lo liberara de los Longobardos. Carlos obligó y rápidamente forzó al rey lombardo a retirarse a un monasterio. Tomó la corona en el año 774, y ahora gobernaba sobre mucho de lo que pertenece a la Italia moderna. Durante una visita a Roma para la Pascua de ese año, fue saludado por el papa con las palabras; "He aquí otro Constantino, quien se ha levantado en nuestros tiempos".
La campaña del año 778 de Carlos contra los moros españoles no resultó tan bien y se vio obligado a retirarse. (Una intrascendente derrota en los Pirineos, le dio forma al tema de la heroica epopeya, La Canción de Roldán, uno de los poemas más leídos de la Edad Media.) Carlos estaba decidido a establecer una frontera segura al sur de los Pirineos, y finalmente lo hizo en el año 801, cuando conquistó Barcelona.
Mientras tanto, volvió su atención hacia la frontera sureste de sus tierras y conquistó y absorbió a Baviera. Mirando al sureste, empujó más allá al este a lo largo del río Danubio hacia el territorio de los ávaros. Su derrota sobre estos valientes guerreros no sólo lo compensó con 15 vagones grandes de oro y plata, sino que puso de manifiesto su superioridad política y militar ante el Imperio Bizantino al este.
Nuevo
Emperador Romano
Su triunfo culminó en la Navidad del año 800, cuando en una de las escenas más conocidas de la Edad Media, el Papa León III coronó a Carlomagno como "emperador de los romanos".
Carlos le dijo a su biógrafo que él había asistido al servicio sin saber que el papa iba a hacer eso, pero los historiadores modernos descartan esto por ser demasiado modesto. Además de los complejos motivos políticos para querer el título, Carlos tenía motivos teológicos. Carlos también fue un gran estudioso de Agustín, cautivado por su idea de la ciudad de Dios. Creía que la iglesia y el estado deberían aliarse como fuerzas en la unificación de la sociedad.
Carlos describió las funciones del estado y la iglesia en una carta dirigida al Papa León: Nuestra tarea [como gobierno secular] es externamente, con la ayuda de Dios, defender con nuestros brazos a la santa Iglesia de Cristo en contra de los ataques de los paganos provenientes de cualquier lado y en contra de la devastación causada por los infieles e, internamente, es fortalecer a la Iglesia por el reconocimiento de la fe católica. Su participación, Santo Padre, es apoyar a nuestro ejército con las manos levantadas hacia Dios, como lo hizo Moisés en los días de antaño, de modo que el … nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en todo el mundo".
Por lo tanto, Carlos creía que el título, "Emperador de los Romanos", lo convertía en el sucesor de los emperadores romanos. (¡Sin importar que los emperadores bizantinos habían pensado lo mismo sobre ellos mismos durante siglos!).
Defensor
de la Iglesia
Carlos se tomó muy en serio su misión de "fortalecer internamente a la iglesia." De hecho, dentro de su reinado fue mucho más influyente en los asuntos de la iglesia de lo que lo fue el Papa.
Carlos nombró y destituyó obispos, dirigió una revisión del texto de la Biblia, instituyó cambios en la liturgia, estableció reglas para la vida en los monasterios, y envió investigadores para destituir a los sacerdotes con conocimiento o piedad insuficiente. Él había instruido a su diácono, Pablo, a que publicara una colección de homilías para su uso en todo el reino, encargándole: "examina los escritos de los padres católicos y, como en un prado florido, recoge las flores más selectas y teje una guirnalda de todo lo que pueda emplearse".
Carlos también adoptó un interés activo en las dos principales controversias religiosas de su época, el adopcionismo (que sostenía que Jesús no era "Dios de Dios", sino que había sido adoptado como el hijo de Dios durante el tiempo en el que vivió) y la iconoclasia (que condena a los íconos como idolatría). En sus reformas, Carlos demostró que, al igual que Constantino, él creía ser el jefe supremo de la iglesia.
La educación también fue vigilada cuidadosamente. El parcialmente analfabeta Carlos creía que el éxito en sus reformas políticas y religiosas dependía del aprendizaje: "Aunque hacer el bien es mejor que el conocimiento, el conocimiento viene antes del hacer." Carlos fue el prototipo de los estudiosos, creando una escuela para sus hijos en el palacio y acumulando una impresionante biblioteca. La única copia de muchos textos clásicos que tenemos actualmente vinieron de las plumas de los monjes que puso a trabajar. Él le exigió que cada catedral y monasterio estableciera una escuela y obligó a los hijos de los nobles a que asistieran (quienes de lo contrario podrían haber considerado esto indigno para ellos).
El gobierno de Carlos ayudó a establecer profundamente el sistema feudal. Sus ejércitos estaban formados por nobles, unidos a él por juramentos y habían donado parcelas de tierra para mantenerse a sí mismos y a sus soldados. Él publicó sus leyes en "capitularies", y las envió a todo el reino por missi dominici, pares de inspectores que se aseguraban de que sus órdenes fueran obedecidas en castillos e iglesias.
A esta enérgica reforma política, cultural y religiosa, hoy se le conoce como el Renacimiento Carolingio y es una de las razones por las que Carlos recibió la denominación de "grande", en latín, Carlomagno.
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