Francisco de Asís 1181-1226
Tema 42: San Francisco de Asís
Imágenes de las Historias de un Santo que revelan la personalidad intensa y compleja de Francisco.
Al igual que todos los grandes personajes, Francisco no puede ser explicado suficientemente." Escribir sobre Francisco puede exigirnos mucho en lo que se refiere a comprenderlo. A veces es mejor cruzarse de brazos y simplemente verlo actuar. Las siguientes historias han sido extraídas de los cientos de eventos registrados en las antiguas biografías de Francisco.
A Besar un Leproso
Un día mientras Francisco estaba orando fervientemente a Dios, recibió una respuesta: "Oh Francisco, si quieres conocer mi voluntad, debes odiar y despreciar todo lo que hasta ahora tu cuerpo ha amado y ha querido poseer. Una vez que comiences a hacer esto, todo lo que antes te parecía muy dulce y agradable, te parecerá amargo e insoportable, y en lugar de eso, las cosas que anteriormente te hacían estremecer, te traerán gran dulzura y contentamiento." Francisco fue consolado divinamente y grandemente alentado por estas palabras.
Entonces, un día, mientras viajaba cerca de Asís, conoció a un leproso. Él siempre había sentido un horror irresistible ante esos enfermos, pero haciendo un gran esfuerzo, venció su aversión, bajó de su caballo, y en lugar de darle una moneda al leproso, besó a su mano. El leproso, entonces le dio un beso de paz, después de esto, Francisco volvió a montar su caballo y siguió su camino.
Algunos días más tarde llevó consigo una gran suma de dinero a un hospital de leprosos, y reuniendo a todos los reclusos, les dio limosnas, besando cada una de sus manos. Anteriormente, él no podía ni tocar o siquiera mirar a los leprosos, pero cuando salió de ese lugar aquel día, lo que había sido tan repugnante para él, verdaderamente se había convertido en algo agradable.
De hecho, su anterior aversión a los leprosos había sido tan fuerte, que, además de ser incapaz de mirarlos, no podía ni siquiera acercarse a los lugares donde vivían. Y si por casualidad tenía que pasar cerca de sus viviendas o ver a algún leproso, incluso aunque se animara a darles alguna limosna a través de alguna persona intermedia, sin embargo, deseaba volver su rostro y taparse la nariz. Pero, fortalecido por la gracia de Dios, fue habilitado para obedecer el mandamiento y para amar aquello había odiado y aborrecer lo que hasta ahora había amado incorrectamente.
-La Leyenda de los Tres Compañeros
Una Piedra como Almohada
Francisco no permitía que su lugar de descanso fuera tapado con cubiertas o prendas cuando recibía hospitalidad, más bien el suelo desnudo recibía sus extremidades desnudas, con sólo una túnica de por medio. Cuando a veces él refrescaba su pequeño cuerpo con descanso, muy a menudo dormía sentado, y en ninguna otra posición, usando un pedazo de madera o una piedra como almohada.
Cuando su apetito por algo en particular despertaba, como sucedía a menudo, él raramente comía aquello. Una vez, cuando en medio de una dolencia había comido un poco de pollo, al recobrar la fuerza de su cuerpo, entró a la ciudad de Asís, y cuando llegó a la puerta de la ciudad, mandó a cierto hermano que estaba con él que atara una cuerda alrededor de su cuello y lo arrastrara de la manera como se hacía con un ladrón por toda la ciudad y gritara con la voz de un heraldo, diciendo: "He aquí el glotón que ha engordado por la carne de aves de corral, quien comió sin que ustedes lo supieran".
Por lo tanto, muchos corrían a ver tan gran espectáculo y lamento junto con grandes suspiros, entonces ellos decían, "Ay de nosotros miserables, cuya vida entera es gastada en sangre y que nutrimos nuestros corazones y cuerpos con la inmundicia y la embriaguez." Y así, con el corazón traspasado, fueron trasladados a una mejor forma de vida a causa de tan gran ejemplo.
A menudo, mientras era honrado por todos, sufría la más profunda tristeza, y rechazando el favor de los hombres, se aseguraba que alguien lo reprendiera. Él llamaría a algún hermano, diciéndole "En obediencia, te digo, repréndeme duramente y habla la verdad contra las mentiras de los demás." y cuando ese hermano, aunque no quisiera, dijera que él era un patán, un sirviente, un inútil, Francisco, sonriendo y aplaudiendo bastante, respondía, "Que el Señor te bendiga, porque habéis hablado verdaderamente; es propicio que el hijo de Pedro de Bernardone deba oír tales cosas".
--Celano, Primera Vida
Predicándole a las Pájaros
Cuando él se encontraba cerca de Bevagna, llegó a un lugar donde había una bandada de pájaros de diversos tipos. En el momento en que los vio, corrió hacia ellos y los saludó como si entendieran, y todos ellos se volvieron hacia él y lo esperaron. Aquellos que posaban sobre los arbustos inclinaban sus cabezas cuando él se acercaba y lo miraban de un modo extraordinario.
Él se dirigió directamente a ellos y les hizo un llamamiento a todos ellos para oír la palabra de Dios, diciendo: "Mis hermanos, tienen una gran obligación de alabar a su creador. Él los vistió con plumas y les dio alas para volar, destinando el aire puro como su hogar, y él cuida de ustedes sin ningún esfuerzo de su parte." Mientras él seguía hablando de esta manera, las aves mostraban su satisfacción de un modo maravilloso; ellas extendían sus cuellos y agitaban sus alas, mirándolo con sus picos abiertos.
En su entusiasmo espiritual, Francisco caminó entre ellos, rozándolos con su hábito y ninguno de ellos me movió hasta que uno de ellos hizo la señal de la cruz y les permitió irse. En seguida, todos ellos volaron lejos junto con su bendición. Sus compañeros que estaban esperando en el camino vieron todo y cuando el santo se reunió con ellos, en la pureza y sencillez de su corazón, comenzó a reprochar a sí mismo su negligencia de nunca antes haberle predicado a los pájaros.
--Buenaventura, Vida Principal
Dinero y Estiércol
Francisco, el verdadero amigo e imitador de Cristo, despreciaba absolutamente todas las cosas pertenecientes a este mundo y odiaba el dinero por encima de todo lo demás. Él siempre instó a sus hermanos tanto por el ejemplo como por la palabra a evitar al diablo por todos los medios. Y él les dijo a los frailes que tuvieran el mismo poco amor y provecho por el dinero que el que tenían por el estiércol.
Un día, resultó que un líder de la iglesia entró a Santa María de la Porciúncula a orar y puso algo de dinero como ofrenda cerca de la cruz. Cuando se marchó, uno de los frailes lo recogió sin pensar y lo colocó en la repisa de una ventana. Pero cuando esto le fue reportado al santo Francisco, este fraile, consciente de que había sido detectado, al mismo tiempo, se apresuró a pedir perdón, y al caer al suelo, se ofreció a sí mismo para ser castigado.
El santo Padre lo reprendió duramente y lo hizo entender que hizo mal al tocar el dinero. Le ordenó que pusiera el dinero de la ventana en su boca, lo llevara afuera del convento, y lo pusiera en una pila de estiércol.
Cuando este fray obedeció prontamente esta orden, todos los que veían o escuchaban se llenaron con el mayor temor, y desde ese momento en adelante despreciaron el dinero de la misma forma en que lo hacían con el estiércol.
--Espejo de Perfección
Demoliendo un Edificio
En este período, los frailes contaban con una única celda pobre con techo de paja y con paredes de caña y barro.
Así que cuando el tiempo se acercaba para el capítulo general de los frailes [reunión], que se celebra cada año en Santa María de la Porciúncula, el pueblo de Asís, dándose cuenta de que los frailes estaban aumentando en número diariamente, y que todos ellos se reunían allí cada año, celebraron una reunión. Y dentro de pocos días, con gran premura y celo, erigieron un gran edificio de piedra y mortero mientras el bienaventurado Francisco se encontraba ausente y no sabía nada sobre ello.
Cuando volvió de una de las provincias y llegó para el capítulo, se sorprendió de ver la casa construida allí. Él tuvo miedo de ver que la casa pudiera hacer que otros frailes construyeran grandes casas similares en los lugares donde vivían o fueran a vivir, y él deseaba que este lugar quedara como ejemplo y modelo para todas las otras casas del Orden. Así que antes de la conclusión del capítulo subió al techo de la casa y les pidió a otros hermanos que subieran con él. Y con su ayuda, comenzó a arrojar al suelo las tejas con las que estaba cubierta la casa, con la intención de destruirla hasta los cimientos.
Pero algunos hombres de armas de Asís se encontraban presentes para proteger el lugar de la gran multitud de turistas que se habían reunido para presenciar el capítulo de los frailes. Y cuando vieron que el bienaventurado Francisco y otros frailes, intentaron destruir la casa, ellos subieron hacia él y le dijeron, "Hermano, esta casa pertenece a la Comuna [distrito] de Asís, y estamos aquí para representar a la Comuna. Le prohibimos que destruya nuestra casa".
Cuando oyó esto, el bienaventurado Francisco les dijo, "Si la casa es suya, no la voy a tocar." y de inmediato, él y los demás hermanos bajaron.
--Espejo de Perfección
Gozo Perfecto
Un día en Santa María, San Francisco, llamó al hermano León y le dijo "hermano León, escriba esto".
Él respondió, "estoy listo".
"Escribe lo que es el verdadero gozo", dijo. "Viene un mensajero y dice que todos los maestros de teología de París se han unido a la orden—escribe: ese no es gozo verdadero. O todos los prelados más allá de las montañas— arzobispos y obispos, o el rey de Francia y el Rey de Inglaterra—escribe: ese no es el verdadero gozo. O que mis frailes hayan visitado a los infieles y los hayan convertido a todos a la fe; o que tengo tanta gracia de parte de Dios que sano a los enfermos y hago muchos milagros. Yo te digo que el verdadero gozo no está en todas esas cosas".
"Pero, ¿qué es el verdadero gozo?".
"Voy regresando de Perugia, y vengo aquí por la noche, en la oscuridad. Es tiempo de invierno, humedad y lodo y tanto frío que se forman carámbanos en los bordes de mi hábito y me mantengo golpeando mis piernas y la sangre fluye de este tipo de heridas. Y llego a la puerta, todo cubierto de barro, con frío y hielo, y después de haber golpeado a la puerta y llamado durante un largo tiempo, un fraile viene y pregunta: "¿Quién eres?" Yo respondo, ‘El Hermano Francisco’.
Y él dice, ‘Márchate. Este no es un buen momento para comenzar algo. No puedes entrar’.
"Y cuando yo insisto de nuevo, él responde: ‘Márchate. Eres un compañero simple e ignorante. A partir de este momento ya no te alojes con nosotros. Somos muchos y tan importantes que no te necesitamos’.
"Pero yo todavía permanezco en la puerta y digo, ‘Por el amor de Dios, Déjame entrar esta noche.’ Y él responde: ‘no puedo. Ve al sitio de Crosiers" [otro monasterio] y pregunta allí.’
"Yo te digo que si mantuve la paciencia y no me molesté—ese el verdadero gozo, la verdadera virtud y la salvación del alma".
--Manuscrito Latino del siglo XIV.
El Caso de la Movilidad Descendente
Por William S. Stafford
¿Por qué Francisco insistió que sus seguidores vivieran en la pobreza absoluta?
Francisco fue el hijo de un comerciante de tela, sin embargo, después de
su conversión, vistió una túnica miserable, raída y parcheada.
Cuando su padre le rogó al obispo de Asís que detuviera a su hijo loco de regalar la propiedad familiar, Francisco se paró delante del obispo y se despojó de sus ropas para proclamar que él no tenía padre, sino Dios.
En la creciente economía de la plusvalía del norte de Italia, Francisco dijo que un hermano franciscano había aceptado meter una moneda en una pila de estiércol con sus labios.
Eventos importantes en la relación de Francisco con Jesucristo giraron en torno a la pobreza. Él estaba enamorado de la pobreza modelada por Cristo y por sus discípulos, e insistía en que sus seguidores vivieran en una pobreza radical. ¿Por qué?
Pobre Jesús
Francisco no era un teólogo sistemático que articulaba una doctrina de pobreza explícita y desarrollada. Prefería expresar la verdad a través de palabras escuetas. Aun así, sus Admoniciones (una colección de directivas dirigidas a sus frailes), y las Reglas Primeras y Posteriores (Guías para su Orden), ofrecen material para el esbozo de su "evangelio de la pobreza de Jesús".
Para Francisco los Evangelios dejaban absolutamente claro que la única manera de conocer a Dios era a través de Jesús. Y el Jesús que Francisco conocía era humilde.
"¿Por qué no reconocen la verdad y creen en el Hijo de Dios? Miren, diariamente él se humilla, como cuando vino desde el trono real, al seno de la Virgen; diariamente él viene a nosotros en su forma humilde; diariamente él desciende desde el seno del Padre hacia el altar en manos del sacerdote" (Admoniciones I:15-18).
Jesús fue quien se despojó a sí mismo del estatus y la gloria, y vino como alguien humilde y pobre. Francisco vio a Jesús mientras venía en humildad, ya sea como un predicador pobre o a través de un pedazo de pan (en comunión). El estatus y la gloria venían con la riqueza; los grandes y los poderosos fueron siempre los ricos. Pero el crucificado Jesús era humilde, débil, y por lo tanto pobre.
Aquellos a quienes Jesús llamó a arrepentirse de los caminos del mundo y a seguir sus "huellas" a la vida eterna tenían que ser humildes como él, renunciando al orgullo del puesto y el poder. Eso significaba renunciar a sus posesiones por encima de todo. Cuando Francisco se paró delante del obispo de Asís y se quitó la ropa de su padre, esto fue una renuncia simbólica a la vida entera de su familia de nacimiento, y un asalto a la adquisición y al gasto impíos.
Renunciando a la Voluntad
Desde la caída, los seres humanos han afirmado que poseen las cosas para sí mismos. Francisco fue especialmente duro sobre cualquier forma de "apropiación": atribuyéndole a uno mismo lo que le pertenece a Dios:
"El Señor le dijo a Adán: Come de todo árbol; más no comas del árbol del conocimiento del bien y del mal. Él era capaz de comer de todo árbol del paraíso, ya que no había cometido pecado, siempre que no fuera en contra de la obediencia. Porque la persona come del árbol del conocimiento del bien, quien se apropia para sí mismo de su propia voluntad y se exalta a sí mismo por encima de las cosas buenas que el Señor dice y hace en él; por lo tanto, … lo que come se convierte para él en el fruto del conocimiento del mal" (admoniciones II:14; énfasis agregado).
Jactarse de sus pensamientos y acciones o enseñorearse de los hermanos y hermanas o poseer propiedades—todos por igual eran actos de apropiación. Éstos bloqueaban a Dios y al prójimo, en favor de uno mismo. Ellos habían hecho exactamente lo que Jesús no había hecho. No tomaron en cuenta la realidad acerca de que sólo Dios era el Señor.
Francisco les recordaba constantemente a sus oyentes que Dios iba a hacer valer esa realidad en el Juicio Final. Por lo tanto, el llamado de Jesús al arrepentimiento fue un llamado a volverse de la apropiación a la pobreza:
"El Señor dice en el Evangelio: "Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo", y "Quien quiera salvar su vida debe perderla" (Lucas 14:33, 9:24; Admoniciones III:1).
Actos Concretos
Quien decidía unirse a Francisco tenía que dar todos sus bienes a los pobres y vivir como el más pobre de los pobres.
Francisco sabía que algunas personas quienes sinceramente quería seguir a Jesús por el camino de la pobreza no podían hacerlo legalmente. Los obispos no tenían derecho a renunciar a los ingresos y a las prerrogativas de sus sedes; las personas casadas no podían desintegrar sus hogares y hacer voto de pobreza y de celibato sin permiso del cónyuge. Para esas personas, dice Francisco, el deseo espiritual por hacerlo era suficiente. Él apoyó la "Tercer Orden Franciscana", que les permitía a las personas seguir una regla de sencillez y devoción por Jesús mientras permanecían en ocupaciones que no podían abandonar.
Sin embargo, a través de toda su vida, él insistía en la pobreza literal siempre que le era posible. Los actos concretos de cambio de vida eran más pungentes para Francisco que los sentimientos o los principios abstractos:
"Ay de que los religiosos [frailes] que no guardan en su corazón las cosas buenas que el Señor les revelan y que no se manifiestan a los demás a través de sus acciones, sino que procuran dar a conocer tales cosas buenas a través de sus palabras. De este modo éste recibe su recompensa, mientras que quienes lo escuchan no llevan más que poco fruto" (Admoniciones XXI:23; énfasis agregado).
Pobreza Alegre
Seguir la pobreza de Jesús, inevitablemente traía sufrimiento, el cual Francisco aceptaba como un castigo hacia sí mismo. Sus últimos años estuvieron invadidos por la oscuridad y el dolor, culminando en su recepción de los estigmas de los crucificados (heridas en las manos, en los pies y en los costados). Sin embargo, estos años también trajeron bendición y alegría:
"Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios. Los verdaderamente limpios de corazón quienes desprecian las cosas de la tierra y buscan las cosas del cielo, y que nunca dejan de adorar y de contemplar al Señor Dios vivo y verdadero con un corazón y alma puros" (Admoniciones XVI:12).
Quienes eran realmente pobres, y que por lo tanto no se apropiaban del honor o de la gloria para sí mismos, eran los únicos que podían darle libremente honor y gloria a Dios. La alabanza de Francisco hacia Dios estalló en todo momento, incluso en los momentos de mayor oscuridad, como el Cántico del Hermano Sol lo pone de manifiesto. La Regla Primera, una lista de exhortaciones exigentes para la libertad de la santa pobreza, concluye apropiadamente con un himno extático:
Dejad que todos donde quiera que nos
encontremos, en todo lugar, a cada hora, en
cada momento del día, todos los días y continuamente
creamos verdaderamente y humildemente, guardemos [nuestro] corazón
y amemos, honremos, adoremos, sirvamos
alabemos y bendigamos,
glorifiquemos y exaltemos, magnifiquemos y demos gracias a la más
alta y suma Trinidad y Unidad eterna de Dios,
El Padre y el hijo y el Espíritu Santo,
Creador de todo,
Salvador de todos los que creen en él
y esperan en él
Y le aman,
Quien es
sin principio y sin final inmutable, invisible,
indescriptible, inefable.
impronunciable, incomprensible.
bendito, digno de alabanza,
glorioso, exaltado en lo alto, sublime altísimo, gentil, amable,
deleitable y totalmente deseable,
por encima de todo para siempre.
Amén.
El Dr. William S. Stafford es profesor de historia de la iglesia en el
Seminario Teológico de Virginia, en Alexandria, Virginia. Es autor de Domesticando
al Clérigo: El Inicio de la Reforma en Estrasburgo, 1522—1524 (Scholar's Press,
1994).