Artículo: El Cristianismo y El Gobierno
El Cristianismo y el Gobierno por David Feddes
Dr. Pepper decidió hacer latas de refresco patrióticas para los consumidores Estadounidenses. La empresa de refrescos imprimió en millones de latas el Juramento a la Bandera Estadounidense—pero no todo el juramento. Se omitieron dos palabras. Las palabras que faltaban, eran "bajo Dios" en lugar de decir "... una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos", la versión de Dr. Pepper dice "una nación, indivisible, con libertad y justicia para todos." Cuando alguien llamó a Dr. Pepper/Seven Up Inc. para preguntar por qué omitieron "bajo Dios", un funcionario de la empresa le dijo que no había espacio suficiente en la lata. Ellos no pudieron encontrar espacio para Dios.
¿Por qué Dios fue considerado prescindible? Si no había espacio suficiente para todo el juramento, alguien meditó, ¿por qué no omitir "indivisible" y dejar "bajo Dios"? A decir verdad, no estoy ansioso por ver el nombre de Dios en latas de refresco—no creo en el uso de un juramento patriótico para vender refrescos, y ciertamente no creo en el uso del nombre de Dios para vender refrescos—pero aún creo que esto revela que una gran corporación piensa que lo menos importante acerca de una nación es estar bajo Dios.
Los fundadores de los Estados Unidos tenían una opinión muy diferente. Considera a los peregrinos que llegaron a los Estados Unidos en el barco Mayflower. Su acuerdo de gobernarse a sí mismos, el Pacto de Mayflower, fue la primera Constitución escrita en las colonias estadounidenses. Ellos escribieron que vinieron a los estados unidos "para la gloria de Dios, y para el avance de la fe Cristiana".
Eventualmente, los Estadounidenses declararon su independencia de Inglaterra, pero no declararon independencia de Dios. Patrick Henry hizo la famosa declaración, "¡Denme la libertad o denme la muerte!" pero también dijo algo que no está incluido en las latas de refresco o en los libros de texto escolares. Patrick Henry dijo, "nunca se insistirá muy intensamente o muy frecuentemente que esta gran nación fue fundada, no por religiosos, sino por Cristianos; ¡no sobre religiones, sino sobre el evangelio de Jesucristo! Por esta misma razón a las personas de otras creencias se les ha concedido asilo, prosperidad y libertad de culto aquí".
Samuel Adams, otro de los fundadores de la república Norteamericana, habló de los derechos humanos y dijo, "Estos pueden ser mejor entendidos leyendo y estudiando cuidadosamente los elementos del gran Dador de Leyes y Jefe de la Iglesia Cristiana [Jesús], los cuales se encuentran claramente escritos y promulgados en el Nuevo Testamento".
Incluso Thomas Jefferson, uno de los hombres menos cristianos entre los fundadores de América, consideraba a Jesús como una persona extraordinaria y veía la Biblia como una fuente de gran sabiduría. En la redacción de la Declaración de Independencia, Jefferson no solo dijo que las personas tienen derechos, sino que "son dotados por medio de su Creador de ciertos derechos inalienables." Jefferson también dijo, "¿Las libertades de una nación pueden ser consideradas seguras cuando hemos quitado su única base firme—una convicción en las mentes de las personas de que estas libertades son el regalo de Dios?".
George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, habló sobre la justicia, la misericordia, el amor, la humildad y la paz como "las características del autor divino [Cristo] de nuestra santa religión" y dijo que sin imitar humildemente su ejemplo, "nunca podremos aspirar a ser una nación feliz." En su discurso de despedida, Washington advirtió: "la razón y la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad Nacional pueda prevalecer al excluir el principio religioso".
John Adams, el segundo presidente y uno de los principales contribuyentes a la Constitución de los Estados Unidos, dijo: "Nuestra Constitución fue escrita para un pueblo moral y religioso, y es totalmente inadecuada para el gobierno de cualquier otro." Su hijo, John Quincy Adams, también sirvió como presidente y dijo: "La Declaración de la Independencia organizó por primera vez el pacto social sobre la base de la misión del Redentor en la tierra [y] colocó la piedra angular del gobierno humano sobre los primeros preceptos del Cristianismo".
El presidente Andrew Jackson llama la Biblia "la roca sobre la cual descansa nuestra República." En 1892, un documento del Tribunal Supremo llegó tan lejos como para decir, "Esta es una nación cristiana." Podría ofrecer muchas otras citas, pero ya lo captaste. La creencia en Dios, en Jesucristo y en la Biblia no fue una pequeña nota al pie de página, sino la principal fuente de sabiduría para los fundadores y para los primeros líderes de los Estados Unidos.
Earl Warren sirvió como Jefe de Justicia de la Corte Suprema de los Estados Unidos en los años 1950 y 1960, cuando los tribunales y las escuelas se volvieron más seculares y hablaban cada vez menos acerca de la herencia cristiana de América. Pero incluso el Jefe de Justicia Warren dijo una vez
Creo que nadie puede leer la historia de nuestro país, sin percatarse de que desde el principio el Buen Libro [la Biblia] y el espíritu del Salvador, han sido nuestros genios guías... Considero que la Carta de Derechos surgió debido al conocimiento que nuestros antepasados tenían de la Biblia y de su creencia en ella: la libertad de creencia, de expresión, de reunión, de petición, la dignidad del individuo, la inviolabilidad del domicilio, la justicia equitativa conforme a la ley, y la reserva de poderes para el pueblo.
Hoy si algún candidato a la Corte Suprema recurriera a Cristo y a la Biblia para mejorar la ley y el gobierno, la propuesta podría ser rechazada. Si un profesor de alguna escuela pública enseñara tales cosas, su plaza podría estar en peligro. Ahora es políticamente correcto pretender que la libertad depende de la extracción de la fe de la vida pública. Pero eso es falso. La verdad es que la influencia de Jesucristo y el concepto de gobierno en virtud de Dios han alimentado la libertad y la justicia en los Estados Unidos, en Canadá y en otros países con una herencia cristiana. Muchas personas no saben esto—sus escuelas nunca les hablaron de ello—pero necesitamos saber la verdad. Si no sabemos cómo una sociedad libre y bien ordenada llego a ser de ese modo, no sabremos cuando se está alejando hasta que sea demasiado tarde.
Es difícil negar que los mejores países en los que se puede vivir son generalmente aquellos donde hay muchos ciudadanos cristianos y donde los sistemas de gobierno se formaron bajo la influencia de los principios cristianos. No estoy diciendo que los Estados Unidos o Canadá o que cualquier otro país con un patrimonio cristiano siempre han cumplido las expectativas de los principios cristianos o que son los favoritos del Señor. Ninguna nación ni gobierno tiene un derecho especial para ser el pueblo de Dios en la tierra; sólo la Iglesia de Cristo está considerada de esa manera. Pero el reino de Cristo se extiende más allá de la iglesia, y la bendición de Cristo se siente en muchas otras esferas de la vida. Una nación cuyo gobierno está "bajo Dios" y que pretende conservar los derechos que han recibido de parte de Dios y honrar las responsabilidades dadas por Dios, disfrutarán más bendiciones que uno que es hipócrita o que sirve a otro dios aparte del Dios revelado en Cristo. Latas de refresco, maestros, abogados y jueces pueden fingir que no es así, pero los hechos son los hechos. Cristo es la fuente de la libertad.
La Fuente de la Libertad
Jesús vivió en la tierra en una época en la que su patria de Israel estaba bajo el yugo del Imperio Romano. Los emperadores romanos se adjudicaban poderes divinos; los Césares no honraban ninguna ley superior a sí mismos. Algunas personas alguna vez preguntaron a Jesús si estaba bien pagar impuestos a César. Jesús pidió una moneda. En una cara de la moneda se encontraba un retrato de César; en el otro lado había una inscripción que llamaba divino a César. Jesús miró la moneda y dijo, "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" (Mateo 22:21). Pagar impuestos al gobierno para ciertos servicios es una cosa; adorar al gobierno como si fuera dios es otra muy distinta.
Sólo una persona tiene autoridad divina en la tierra, y esa persona es Jesucristo, no algún dirigente o gobierno. Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, él dijo, "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18). Sus primeros seguidores honraban la suprema autoridad de Cristo. Un antiguo himno cristiano registrado en la Biblia dice, "para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla" (Filipenses 2:10). La primera declaración de la fe cristiana fue, "Jesús es el Señor" (Romanos 10:9). Ese era un fuerte contraste ante la afirmación Romana, "César es el Señor." Muchos cristianos murieron por negarse a llamar Señor a César y negarse a quemar incienso a César. Todos deben inclinarse a Jesús como Señor, por lo que ningún ser humano puede inclinarse a un simple humano como Señor. Esta es una buena noticia para la libertad humana y una mala noticia para los tiranos.
La autoridad suprema de Cristo pone un límite a toda autoridad meramente humana. Cuando Jesús dijo, "toda autoridad en el cielo y en la tierra me ha sido dada", continuó diciéndoles a sus seguidores que hicieran discípulos en todas las naciones. Sus esfuerzos misioneros molestaron a las figuras de autoridad, quienes no querían que el Cristianismo se propagara. Las autoridades amenazaron a los cristianos y les ordenaron dejar de predicar, pero los cristianos respondieron, "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch. 5:29), si las órdenes del gobierno chocaban con los mandamientos de Dios, ellos tenían que desobedecer al gobierno y obedecer a Dios. Todavía hoy, algunos gobernantes intentan controlar las iglesias y tratan de detener a los cristianos de convencer a otros de seguir a Cristo, pero cuando el gobierno contradice a Dios, la respuesta Cristiana es: "¡Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres!" La ley de Dios está por encima de la ley del hombre.
Los seguidores de Cristo no están en contra del gobierno, sino que creen en un gobierno bajo la autoridad de Dios, y no en un gobierno que adopte el papel de Dios. Los apóstoles de Cristo instruyeron a los cristianos a someterse al gobierno y a pagar los impuestos apropiados, no porque los gobernantes fueran dioses, sino porque los gobernantes son siervos de Dios para frenar la delincuencia y para alentar una mejor sociedad (Romanos 13:1-7). En la Biblia, los apóstoles de Cristo instruyeron a los cristianos a que oraran a Dios por sus gobernantes (1 Timoteo 2:1-2) pero a que nunca oraran a sus gobernantes como a dioses. En este punto de vista Cristiano, los gobernantes no son los amos del universo sino siervos responsables ante Dios para el bien del pueblo. Los gobernantes no son dioses sino hombres que necesitan de las oraciones y de la ayuda de Dios para hacer un trabajo decente. El Gobierno tiene un propósito limitado y temporal, por lo que a fin de respetar ese propósito limitado, pero de no depositar demasiada fe en el gobierno. "Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios".
Jesús puso límites a la autoridad del gobierno, y también redefinió el propósito del poder. Jesús dijo, "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo" (Mateo 23:11). Cristo mismo estableció el patrón. Él sostuvo la autoridad definitiva, pero estuvo dispuesto a hacer el trabajo más difícil y más humilde de servir a otros. Él llegó tan lejos como para lavar los pies sucios de sus discípulos, un trabajo humilde para los siervos y los esclavos. Después él dijo: "Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros." (Juan 13:13-14). Ahora bien, si el gobernante supremo del universo utilizó su poder y autoridad para servir a las personas, si el mayor de las personas es un siervo, entonces el modelo cristiano para los gobernantes es ser funcionarios públicos para el bien de sus pueblos, no tiranos orgullosos quienes se exalten a expensas de su pueblo.
Jesús estableció un modelo donde ningún gobernante es demasiado importante como para ser un siervo, y también estableció una pauta en la cual cada persona importa. Jesús apreció a los individuos que a otros no les importaban. Jesús mostró el cuidado de Dios hacia cada persona, no solo hacia los ricos y poderosos. Él dijo que se tomaría personal si alguien lastimaba o descuidaba al último y al menor de la humanidad. La insistencia de Cristo sobre el hecho de que cada persona es importante, ha tenido un enorme impacto a largo plazo en el gobierno y en el reconocimiento de los derechos humanos. El periodista veterano Malcolm Muggeridge dijo, "no debemos olvidar que nuestros derechos humanos se derivan de la fe Cristiana. En términos Cristianos cada ser humano, sin importar que pueda estar enfermo o sano, ser inteligente o tonto, hermoso o feo, cada ser humano es amado por su creador".
La visión bíblica de una gran sociedad en su conjunto, revelada por Cristo, sus profetas y sus apóstoles, no es la visión de un gobierno grande o de monumentos impresionantes. Los imperios paganos, y los humanistas miden la grandeza a través del territorio conquistado y de los edificios construidos. Los innumerables soldados y civiles que murieron durante estas conquistas no importaban. Los muchos esclavos que se necesitaron para construir las pirámides y los templos paganos no importaban. En el punto de vista pagano, las personas importaban menos que la conquista, la espectacularidad y el esplendor. Pero la visión bíblica no se trata del esplendor imperial, sino de personas libres, trabajando duro y cuidando su propio negocio (1 Tesalonicenses 4:11). De acuerdo a las Escrituras, el reino de Dios se observa donde las armas de guerra son transformadas por implementos agrícolas, donde cada hombre se sienta bajo la sombra de su propio árbol sin miedo, libre para disfrutar de su familia y de su propiedad (ver Miqueas 4:2-5).
Jesús es la fuente de la libertad. Es por medio de Cristo que aprendimos que las grandes metas del gobierno no tienen más peso que la dignidad y las oportunidades de cada persona. Cada individuo es importante. Los derechos humanos provienen de Dios, no del gobierno. Los gobernantes son siervos, no dioses. Cada gobernante acabará inclinándose ante Cristo y responderá ante él. Estos principios son vitales para el buen gobierno y para una sociedad sana, y dichos principios han influido en el mundo para bien.
Diciendo No a los Emperadores
La fe en Cristo como Señor, hizo posible que los primeros cristianos fueran buenos ciudadanos, mientras rechazaban a todo Gobierno que se atribuyera la autoridad absoluta. Los primeros seguidores de Jesús no buscaron ningún privilegio especial por parte del gobierno y no contaron con el gobierno para imponer el cristianismo en otros. Ellos simplemente querían ser libres para adorar a Dios y para servir al Señor Jesús sin ser perseguidos.
Más tarde, la persecución de los cristianos finalizó y algunos emperadores se volvieron parte de la iglesia. Sin embargo, los emperadores aún estaban tentados a verse a sí mismos como individuos por encima de la ley, responsables ante nadie. También eran tentados a utilizar su poder gubernamental más allá de su ámbito legítimo, interfiriendo en los asuntos de la iglesia. Pero aquellos que creen en la suprema autoridad de Cristo saben que ningún funcionario de gobierno puede ordenarle a la iglesia qué creer y que ningún funcionario del gobierno está por encima de la ley.
Un héroe de la historia, que insistió en un gobierno bajo la dirección de Dios fue Ambrosio, obispo de Milán, Italia. En una ocasión, el gobierno ordenó a Ambrosio entregar un templo a los líderes Arrianos, falsos maestros que no creían en Cristo como Dios y que no creían en la Santa Trinidad. Ambrosio se negó a permitir que los Arrianos herejes se apoderaran del templo, de modo que el emperador de los soldados rodeó la iglesia. Le fue dicho a Ambrosio que "el emperador estaba ejerciendo sus derechos ya que todo estaba bajo su poder." Ambrosio respondió que "aquellas cosas que son de Dios no están sujetas al poder imperial." Ambrosio y su congregación se atrincheraron en la iglesia durante más de una semana, oraron y cantaron himnos. Finalmente, el emperador se retiró, y la iglesia permaneció fiel a la Trinidad.
Ambrosio insistía en que el gobierno no podía dictar la doctrina de la iglesia, y también insistía en que ningún gobernante era una ley en sí mismo. Esto propició un enfrentamiento con otro emperador, Teodosio, quien solía asistir a su iglesia.
Una multitud de personas de la ciudad de Tesalónica, asesinó a un oficial Romano. Cuando el emperador escuchó esto, se enfureció y ordenó a sus tropas empezar a matar a las personas de Tesalónica. Más de siete mil hombres, mujeres y niños fueron asesinados en venganza de la muerte de un hombre, sin preocuparse de si ellos eran culpables o inocentes.
El siguiente domingo, el emperador Teodosio asistió a la iglesia, esperando recibir la Sagrada Comunión. Pero Ambrosio lo detuvo en la puerta y ni siquiera dejó que entrara en su iglesia. "¿Cómo levantarás en oración las manos que siguen goteando la sangre de los asesinados? ¿Cómo pueden tales manos recibir el cuerpo y la Sangre del Señor? Aléjate y no acumules crimen sobre crimen." El emperador estaba sorprendido y ofendido. Él era el Emperador; su palabra era ley. Él podía hacer lo que quisiera. ¿Cómo podía atreverse alguien a hablarle de esa manera? "La Iglesia de Dios", se quejó, "se encuentra abierta para los esclavos y los mendigos. Para mí está cerrada." Al final se humilló y se arrepintió. Lloró por su pecado y dijo, "Ambrosio es el primer hombre que me ha dicho la verdad." El valiente obispo le había recordado al emperador (quien pudo haberlo asesinado en ese momento) que incluso el gobernante más poderoso de la tierra debe responder ante el Dios del cielo.
Ningún gobernante está por encima de la ley, y ningún gobierno tiene autoridad para dictar las cuestiones de fe de la iglesia. Estos principios han hecho una enorme diferencia positiva en todo el mundo.
Separación de Poderes
Los Cristianos y las iglesias han cometido demasiados errores en cuestiones políticas a lo largo de los siglos, pero en aquello que han sido fieles a Cristo y a los principios de la Palabra de Dios, han hecho mucho bien. Cristo ciertamente es un transformador del mundo. Cuando los cristianos han afirmado la autoridad final de Cristo, han limitado al gobierno a su propia esfera, y han basado los derechos y las responsabilidades humanas en la autoridad de Dios, no del hombre, la influencia de Cristo ha sido una bendición en la esfera política.
El cristianismo ha contribuido a limitar al gobierno a su lugar correcto, y los cristianos también contribuyeron a tener ramas independientes de gobierno: judicial, legislativo y ejecutivo. Cuando algunos cristianos leían en la Biblia, "Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará" (Isaías 33:22), pensaban que sólo a Cristo le podía ser confiada la autoridad para ser juez supremo, legislador y rey. A ningún ser humano pecaminoso le podía ser confiado el poder legislativo, el judicial y el ejecutivo al mismo tiempo. Sería mejor separar esos poderes en diferentes ramas del gobierno, como un sistema de frenos y balances para reducir la probabilidad de que demasiado poder se concentrara en una persona o en un grupo de personas. Los seguidores de Cristo estaban tan conscientes de la pecaminosidad humana y, por tanto, estaban tan comprometidos con la supremacía de Cristo que no confiaban en nadie sino en Cristo para sostener todos los poderes de gobierno y para ser juez, legislador y rey al mismo tiempo.
Ningún sistema de gobierno humano es perfecto, ni siquiera los sistemas que más han sido influenciados por los principios cristianos. Sólo cuando Cristo regrese, las naciones serán gobernadas perfectamente. Mientras tanto, sin embargo, no se puede negar la importancia del Cristianismo para crear mejores gobiernos y estructuras políticas.
Algunos piensan que la clave de la libertad es la secularización, basar el gobierno en el ateísmo o en el agnosticismo. Eso es lo que pensaban los líderes de la Revolución Francesa. Ellos estaban en contra del cristianismo y trajeron a colación un nuevo calendario basado en el inicio de la Revolución en lugar del nacimiento de Cristo. Pocos años antes, los estadounidenses afirmaron libertad, pero sobre una base muy diferente. Los padres fundadores de los Estados Unidos, cualesquiera que hayan sido sus defectos, eran hombres, que insistían en el gobierno bajo el control de Dios y que profesaban la autoridad de Cristo y de la Biblia. La mayoría de estos fundadores estaban horrorizados por los principios de la Revolución Francesa que iban en contra del cristianismo. ¿Qué produjo la Revolución Francesa? Un reinado sangriento de terror, seguido por la dictadura militar de Napoleón. ¿Qué produjo la independencia americana? Una sociedad que apoyó la libertad y las oportunidades para muchas más personas.
Las sociedades basadas en religiones no cristianas han colocado algunos límites sobre el poder político. Las sociedades basadas en el ateísmo suelen prometer libertad, pero terminan en la dictadura. Sin Dios, no hay mayor poder que el poder del Estado, y el estado tiene la autoridad definitiva en todas las esferas de la vida. El secularismo propició la Revolución Francesa, las dictaduras comunistas y las masacres Nazis.
Clemente de Alejandría lo dijo bien hace siglos: "¿No parece monstruoso que ustedes—los seres humanos que son obra de Dios—deban estar sujetos a otro maestro, y peor aún, servir a un tirano en lugar de servir a Dios, el verdadero rey?" Cristo, el transformador del mundo no es amigo de la tiranía. La libertad es mejor practicada por un gobierno bajo el control de Dios.
Recursos:
D. James Kennedy y Jerry Newcombe, ¿Y Qué Si Jesús No Hubiera Nacido?
Alvin J. Schmidt, Bajo la Influencia: Cómo ha Transformado la Civilización el Cristianismo
Vincent & David Carroll Shiflett, El Cristianismo en Medio de la Prueba: Argumentos en Contra del Fanatismo Anti Religioso