Andando en Todos Sus Caminos: Orígenes de los Bautistas
Revista Historia Cristiana, Número 6
Andando en Todos Sus Caminos: Orígenes de los Bautistas
Por Roger Hayden
¿Dé donde vinieron los bautistas? ¿Por qué surgió su movimiento?
EL BAUTISMO ES ACEPTADO Y PRACTICADO,
y siempre lo ha sido, por casi todo grupo en cualquier lugar que se haya llamado
a sí mismo cristiano. Por lo tanto, es algo irónico que surgiera un grupo
cristiano determinado que llegara a ser identificado como
"Bautistas." La cuestión del bautismo--quién debe ser bautizado y a
través de qué método—se volvería lo suficientemente importante para ellos, al
grado que sufrirían persecución, discriminación social, incluso la muerte, de ser
necesario, para mantener sus convicciones.
¿De dónde vinieron los bautistas? ¿Por qué surgió su movimiento? Las raíces históricas disponibles de los Bautistas tal como los conocemos hoy en día se encuentran en la iglesia Inglesa de principios del siglo XVII.
Durante el tumultuoso periodo de 70 años a partir de la Ley de Supremacía en 1534 y de la separación del Catolicismo Romano del Rey Enrique VIII, hasta la Conferencia de la Corte de Hampton de Inglaterra en 1604 cuando las esperanzas de los Puritanos fueron frustradas por el Rey Jaime I, la iglesia Inglesa se encontraba inevitablemente entrelazada en los asuntos cambiantes del estado y la monarquía. Sobrevinieron luchas intensas y a menudo violentas conforme el movimiento de reforma avanzaba. Las cuestiones fundamentales relacionadas a la naturaleza de la iglesia, a su doctrina, a la política, a la práctica y a la relación con el estado fueron analizadas y debatidas en el crisol de una sociedad en rápida evolución.
Fueron los Bautistas Ingleses y los Anabaptistas Europeos los que pondrían a la Iglesia y toda su comprensión en una prueba más severa de lo que cualquier otro grupo lo había hecho, a medida que adoptaran un conjunto de doctrinas y principios que destrozarían la síntesis del viejo mundo.
Los bautistas se originaron en medio del movimiento Separatista. Los separatistas habían venido de los Puritanos. Los Puritanos eran miembros leales de la iglesia establecida y procuraban promover el movimiento de Reforma y "purificar" a la iglesia desde dentro.
Los "Separatistas" se impacientaron de la posibilidad de que la iglesia establecida nunca fuera purificada y pidieron una "separación" de la iglesia del estado para formar congregaciones que se ajustaran a la enseñanza y a la práctica del Nuevo Testamento.
A partir de los Separatistas durante el reinado de Jaime I, surgirían los Padres Peregrinos que marcharon a América, y los primeros bautistas. Los dos personajes que pueden ser identificados como unos de los primeros Bautistas son John Smyth (1570-1612) y Thomas Helwys (¿?-1616).
Smyth era un sacerdote Anglicano ordenado que avanzó a través de las etapas Puritanas y Separatistas. Él estudió en el Colegio de Cristo en Cambridge en 1586 y entre sus tutores se encontraba un próximo líder Separatista de Holanda, Francis Johnson. En 1594 fue ordenado sacerdote por el obispo de Lincoln y fue elegido para un puesto en el Colegio de Cristo.
Se convirtió en el líder de un grupo de Gainsborough, en las fronteras de Nottingham al centro de Inglaterra. Gainsborough se había convertido en un lugar de encuentro para un gran número de ministros que habían tenido problemas con las autoridades por sus creencias Puritanas.
Este grupo de Gainsborough, según William Bradford (quienes posteriormente habrían llegado a América en el Mayflower), formaron una iglesia comprometida y "a medida que pueblo libre del Señor se une ... en la comunión del Evangelio, para andar en todos sus caminos, siendo conocidos o haciéndose conocer ante ellos (de acuerdo a sus mejores esfuerzos) sin importar lo que les pueda costar, el Señor los ayuda".
La mayoría de los Puritanos tuvieron grandes esperanzas de un cambio cuando Jacobo VI de Escocia llegó al trono Inglés en 1603. Pero tras la Conferencia de la Corte de Hampton en 1604, las esperanzas Puritanas se vieron frustradas por la aprobación de un nuevo conjunto de cánones y disciplinas para el gobierno de la iglesia. Los Puritanos habían esperado persuadir a los obispos Anglicanos de reformar a la iglesia. Sin embargo, Jacobo presidió la conferencia y amenazó con "hacer que los Puritanos se adaptaran o los expulsaría de la tierra." Este fortalecimiento del Anglicanismo se sintió en Gainsborough. Un año después de la reunión con gran dificultad en 1607, el liderazgo decidió que debía marcharse de Holanda, tan rápidamente como fuera posible. La emigración tuvo lugar en pequeños grupos, con Thomas Helwys desempeñando un papel destacado al hacer arreglos para el viaje crucial por la congregación de Smyth.
Se sabe poco sobre los primeros años de la vida de Thomas Helwys salvo que provenía de una finca de Nottinghamshire que había sido de la familia durante varias generaciones. Helwys recibió una buena educación en Gray's Inn y después de algunos años en Londres, regresó a su casa de campo, Broxtowe Hall. A partir de referencias Puritanas es sabido que el hogar de Helwys fue un refugio para los primeros disidentes y el propio Helwys probablemente apoyó financieramente su causa. En algún momento Helwys fue presentado ante John Smyth, y junto con la Sra. Helwys se unieron a la congregación Separatista en Gainsborough antes de 1607.
La relación entre Helwys y Smyth era muy profunda. Helwys reflexionó: "¿No nos hemos descuidado a nosotros mismos, a nuestras mujeres, a nuestros niños y todo lo que teníamos y lo hemos respetado? Y confesamos que teníamos buenas razones para hacerlo en respeto de los más excelentes dones y gracias de Dios que abundaban en él." incluso más tarde, cuando Smyth y Helwys se habían separado, Helwys pudo escribir: "Todo nuestro amor era demasiado poco para él y no era digno de él".
El viaje a Holanda tuvo lugar en 1608. Cuando llegaron a Ámsterdam, un refugio que recibía a los presos de conciencia del siglo XVII, les fue otorgada hospitalidad por parte de los Menonitas y fueron alojados en la gran panadería de Jan Munter. Aquí fueron libres de adorar según lo dictado por su conciencia a medida que eran guiados por el Nuevo Testamento, y también fueron libres, como lo observó un historiador, de experimentar "todos los males de la sobrepoblación, desde los ánimos exacerbados hasta la plaga".
La congregación en exilio examinó enérgicamente las concepciones básicas sobre la verdadera naturaleza de la iglesia tal como se establece en el Nuevo Testamento. Smyth llegó a la conclusión de que el bautismo debía ser administrado sólo a los creyentes. Esto llevó a Smyth a bautizarse a sí mismo y luego al resto del grupo comenzando con Helwys.
A través de este movimiento, el grupo se había retirado de la iglesia del estado con el pretexto de que no habían sido bautizados válidamente como infantes. Esto también marcó una separación con sus compañeros Separatistas. Ciertamente no pasarían muchos años para que William Bradford y sus compañeros decidieran emigrar a los Estados Unidos en 1620, donde establecerían Plymouth Plantation sobre principios Separatistas estrictos.
Alrededor de Febrero de 1610 Smyth y cerca de otros 31 llegaron a la conclusión de que había sido un error bautizarse a sí mismos y buscaron la comunión con los menonitas de Holanda.
Thomas Helwys y alrededor de una docena de individuos discreparon, rechazando totalmente la idea de una sucesión forzosa en la Iglesia de Cristo. Esto era "contrario a la libertad del Evangelio, el cual es gratuito para todos los hombres en todos los tiempos y lugares: sí, así nuestro Salvador Jesucristo testifica--dondequiera, quienesquiera y cuandoquiera estén dos o tres reunidos en su nombre, allí está Él en medio de ellos".
Helwys y su pequeño grupo se convencieron de que se habían equivocado al salir de Inglaterra. Aunque la despedida con Smyth, le causó un gran dolor personal, Helwys creía que los "días de la gran tribulación de los que habló Cristo" habían llegado. Él debía regresar a Inglaterra y solicitar a Jacobo I que dejara de perseguir a los fieles.
El pequeño grupo encabezado por Helwys regresó a Inglaterra a finales de 1612 y se estableció en Spitalfields cerca de Londres. Helwys escribió de su propia mano una petitoria conmovedora al Rey Jacobo titulada El Misterio de la Iniquidad en la cual él valientemente pedía al monarca que no impusiera leyes sobre las conciencias de sus súbditos. "El Rey", dijo, "es un hombre mortal, y no Dios, entonces él no tiene poder sobre las almas de sus súbditos mortales para hacer leyes y ordenanzas para ellos y para establecer Lores espirituales sobre ellos".
Por tal osadía Helwys fue encarcelado, y había muerto en Newgate para 1616. Helwys le dio al tolentarismo religioso la mejor y más amplia defensa que había conocido hasta entonces. Él creía que la persecución de incluso del más grave error espiritual en sí era injusta. Él le daba plena autoridad al magistrado en los asuntos civiles, pero en la iglesia, el juez no tenía mayor poder que cualquier otro congregante.
La congregación de Helwys ha sido llamada la primera iglesia Bautista. Estos Bautistas, quienes creían que ninguna persona estaba destinada para perdición por decreto divino, sino que todas las personas podían arrepentirse y creer en el evangelio, hacían la inferencia de que destruir a una persona por creencias erróneas podría frustrar el propósito de Dios. El pequeño grupo creció en número y en 1626 la congregación de Londres fue asociada con otras en Lincoln, en Coventry, en Salisbury y en Tiverton. No pudo haber sido fácil: para el Calvinismo era la ortodoxia en Inglaterra, el Arminianismo era una herejía. No cabe duda de que ellos eran distintos de los Calvinistas que llegaron a ser conocidos como Bautistas Particulares, una distinción que permaneció en Inglaterra hasta 1891.
Cuando siete iglesias Bautistas Particulares de Londres publicaron una confesión en 1644, la segunda corriente de la vida Bautista era claramente visible. Su origen estaba en la familia de congregaciones que se habían originado del trabajo del ministro Independiente, Henry Jacob. Jacob había fundado en 1616, cerca de Southwark en Londres, una congregación basada en el principio de la Iglesia reunida, y tras su partida hacia Virginia, el grupo original evolucionó aún más. Bajo John Spilsbury, una de las filiales aprobó el bautismo del creyente, mientras que otra rama difería en cuanto a quién debía administrar el bautismo. En 1640, ambas iglesias llegaron a la conclusión de que la inmersión era la única forma de bautismo Escritural. Así, para 1644, cuando ellos publicaron la Confesión de Londres, siete congregaciones pudieron ser claramente identificadas como Bautistas celebrando la visión particular o limitada de la expiación de Cristo.
La Confesión Calvinista de los Bautistas Particulares tenía varios énfasis distintivos. El bautismo era la 'puerta' a la comunión de la iglesia y sólo debía ser administrado a las personas que profesaran la fe en Cristo. El ministerio estaba colocado firmemente en el control inmediato de los miembros de la comunidad Cristiana comprometida. En el ámbito político 'el rey y el Parlamento libremente elegido por el reino' tenían facultades legítimas, pero no debía haber injerencia del estado en los asuntos de la iglesia. Se hizo hincapié en la cooperación mutua de todas las iglesias, en particular en lo relacionado con la plantación de iglesias, en la asistencia financiera y en la resolución de asuntos controvertidos dentro de una iglesia local.
Fue en 1649 que John Myles y Thomas Proud fueron enviados por los Bautistas de Londres para esparcir el evangelio en Gales. Myles era hijo de un agricultor próspero, educado en el Colegio Brasenose, Oxford, y fundó la primera iglesia Bautista Particular de Gales en Ilston, cerca de Swansea en 1650. Doce años más tarde, él y un número de miembros emigraron a los Estados Unidos, instalándose en un lugar que designaron como Swansea, llevando incluso su libro de iglesia con ellos.
Durante las guerras civiles y el Interregno (1630-1660) los Bautistas crecieron numéricamente, conforme muchos que servían en el Ejército Parlamentario plantaban iglesias pequeñas mientras se trasladaban de un lugar a otro. Esta fue una generación en la que muchos bautistas experimentaron la realidad del poder político. El Parlamento tomó poder del Rey; el Parlamento fue sustituido por el Ejército; y finalmente se llevó a cabo la dictadura militar de Cromwell. Pero hay que decir que, en el momento en que la Iglesia Anglicana perdió todo su poder estatal, los bautistas se encontraban especialmente preocupados por la libertad religiosa.
Después de que Cromwell murió, la monarquía se restauró con Carlos II en 1660 a través de un Parlamento que fue fuertemente monárquico y que sostenía una visón de iglesia Anglicana. El rey Carlos había ofrecido la "libertad lícita de conciencia" declarando que ninguno sería "cuestionado por las diferencias en materia de religión que no perturbara la paz general del reino." El Parlamento, cuando se reunió, formado por monárquicos que eran sucesores de Arzobispos Eclesiásticos, no tuvieron escrúpulos. Estaban convencidos de que una iglesia en un estado era la única respuesta para la atribulada sociedad que había dejado Cromwell. La iglesia y el estado se casaron de tal forma que la lealtad a la corona era expresada por la lealtad a la renovada Iglesia Anglicana.
Desde 1660 a 1689 aquellos que se negaban a alinearse al Libro de Oración Común de 1662 eran cada vez más perseguidos por una serie de leyes, el nombrado 'Código Clarendon' en honor a Edward Hyde, Conde de Clarendon y asesor principal de Carlos II. Los bautistas, junto con otros inconformistas, experimentaron un acoso extremo, retención de sus mercancías, y multas. Esto llegó a su clímax cuando partidarios inconformistas, de la malograda revuelta de 1684 en apoyo al Duque de Monmouth fueron enfrentados por el infame Juez Jeffries. En el oeste de Inglaterra condenó a ser colgados a 300 y deportó a casi un millar de Barbados.
Durante este período de persecución, las experiencias de la congregación bautista en Bristol Broadmead fueron registradas en el Libro de la Iglesia por uno de sus ancianos, Edward Terrill, quien en su testamento dejó dinero para financiar la que es la más antigua Universidad Bautista en el mundo (1679). Uno de los pastores, Thomas Hardcastle, escribía cartas regularmente para ser leídas a la congregación en lugar de los sermones mientras estaba encarcelado. Muchas de ellas tratan sobre el significado de la fe en tiempos de persecución. Hardcastle creía que las persecuciones eran "una preciosa época de gracia", mediante la cual los corazones Cristianos son purificados y les es dada una alegría íntima y duradera. La fe es un escudo para el peregrino Cristiano a medida que vence al mundo en su peregrinar. Otro pastor bautista también reflexionó sobre este tema en otra prisión. John Bunyan en la cárcel de Bedford produjo la epopeya espiritual, El Progreso del Peregrino, que avivaría el fuego de la fe de los cristianos en las generaciones venideras.
Cuando Jaime II huyó del trono y el Protestante Guillermo de Orange se convirtió en Rey, no sólo hizo que cesara la persecución activa, sino que les dio un lugar reconocido en la sociedad Inglesa a aquellos que disintieron de la Iglesia de Inglaterra. El Acta de Tolerancia, como llegó a ser conocida, permitió la tolerancia de los Protestantes trinitarios, cuyos ministros se suscribían a todos, con excepción de tres de los treinta y nueve artículos, siempre y cuando se pagaran los diezmos y las tasas de la Iglesia Establecida. Se podían autorizar casas de reunión con la condición de que fueran hechos los juramentos de supremacía y de lealtad a la Corona. Pero todos los cargos públicos en la sociedad estaban cerrados a cualquiera que no tomara la Cena del Señor en la iglesia Anglicana local.
La situación de los Disidentes después de 1689 podría resumirse en las experiencias del peregrino de Bunyan. La Feria de la Vanidad ya había pasado, el Cristiano se encontraba viajando por "la delicada llanura denominada comodidad", hacia la mina de plata en la colina Lucre, y más allá de eso, al "Castillo Doubting." El siglo XVIII abrió la incertidumbre para los disidentes que estaban interesados en construir capillas y lugares de culto con permiso. Tras la muerte de la reina Ana en 1714, los Bautistas y otros se sentían más seguros bajo la protección de la Casa gobernante de Hannover. Los bautistas constituían al menos el 1% de la población Inglesa, viviendo principalmente en las ciudades. Los Particulares se contabilizaban en 40,520, con 206 capillas, y los Generales eran 18,800 miembros con 122 capillas. Los Bautistas se encontraban principalmente en la región Central y al Sur, especialmente en Londres y Bristol.
Los Bautistas Generales entraron en un grave declive en el siglo XVIII. Se volvieron muy introspectivos en su perspectiva, negando la pertenencia a cualquiera que se casara fuera de la comunidad Bautista General, y se obsesionaron con diferencias tales como la forma correcta de cantar himnos en sus iglesias. También carecían de un ministerio formado y capacitado, que los dejó abiertos a las opiniones anti trinitarias. Muchas iglesias bautistas generales se volvieron ortodoxas en su visión de la persona de Cristo, y al final del siglo se habían vuelto Unitaristas.
El siglo XVIII también abrió la amenaza de una desviación doctrinal para los Bautistas Particulares. Se reformaron las Asociaciones Bautistas Particulares sobre la base de la Confesión de Fe de 1689, suscrita por más de un centenar de congregaciones en una reunión en Londres. Al oeste del país, La Academia Bautista de Bristol, desde 1720 en adelante, produjo una corriente constante de ministros evangélicos para servir en las iglesias de Inglaterra, Gales, Irlanda y en las colonias Estadounidenses. Bernard Foskett y sus sucesores en la academia mantuvieron vivo un calvinismo evangélico mientras muchos Bautistas estaban sucumbiendo al "alto" Calvinismo propugnado por el ministro de la Iglesia Bautista de Londres, el Dr. John Gill (1697-1771). Su interpretación redujo la necesidad de los esfuerzos evangélicos debido a que ésta aseguraba la salvación de los elegidos.
Aparte de las diferencias teológicas entre los Bautistas Generales más radicales y de los Bautistas Particulares, quienes estaban más cerca de la corriente principal del movimiento Puritano, otras cuestiones dividieron a los primeros Bautistas. Algunos eran Bautistas del Séptimo Día, adorando en el Sábado del Antiguo Testamento. Más problemático era el tema de la comunión mixta: ¿Debían practicar una comunión 'estricta' o 'cerrada', confinando la membrecía a aquellos bautizados como creyentes, o tener una membresía abierta para todos los creyentes, dejando la cuestión del bautismo a la conciencia individual? La mayoría de los bautistas particulares practicaban la comunión estricta, pero había algunas excepciones importantes, como la Iglesia de Henry Jessey en Londres, John Bunyan en Bedford, y Broadmead en Bristol.
Si la Iglesia iba a ser una comunidad de creyentes, ésta demandaba las vidas piadosas de sus miembros. Tenían que diferenciarse del mundo; ellos debían ser irreprensibles. Esta disciplina para los miembros de la Iglesia quienes "caminaban desordenadamente" era una cuestión de interés común, y los registros de las reuniones de la iglesia muestran ejemplos tristes de aquellos castigados a causa de inmoralidad, embriaguez y deuda.
Aunque los Bautistas destacaban la independencia de la iglesia local, ellos estaban dispuestos a trabajar juntos por el bien común. En 1644 siete iglesias Bautistas Particulares de Londres publicaron una Confesión de Fe común, y en 1651 treinta iglesias Bautistas Generales de las regiones centrales, produjeron su primera Confesión. Para los años 1650 los Bautistas Particulares se encontraban activos en las asociaciones regionales en varias partes de Inglaterra, al Sur Gales e Irlanda. Después del Acta de Tolerancia de 1689, los Bautistas Particulares de Inglaterra y Gales comenzaron a celebrar una Asamblea en Londres, aunque su participación en las asociaciones regionales siguió siendo más importante para ellos. Los Bautistas Generales también se agruparon en asociaciones de distrito; a partir de 1654 su Asamblea General se volvió importante, con una mayor autoridad sobre las iglesias miembros.
A finales del primer siglo, los Bautistas habían desarrollado una identidad definida y sin embargo una variedad sobre sí mismos. A través de buenas y malas épocas, una pequeña congregación había evolucionado en tres principales corrientes y los bautistas eran reconocidos como parte de la inconformidad oficial. Sus iglesias se extendían desde Londres a Gales a Yorkshire y a Estados Unidos. Sus filas habían aumentado con artesanos, gente ordinaria, oficiales militares, y hombres y mujeres acaudalados. Sus predicadores eran bien conocidos por sus dones de elocución y algunos de sus voceros estudiados eran considerados entre los autores más leídos del siglo. Realmente la semilla de John Smyth y Thomas Helwys había dado sus frutos en aquello que los historiadores bautistas considerarían la conclusión lógica de la Reforma de Inglaterra.
Roger Hayden, M.A., B.D., es un pastor bautista en Reading, Inglaterra, y Secretario de la Sociedad Histórica Bautista Británica.
Distintivos Bautistas
Cinco convicciones fundamentales han sido esenciales para los Bautistas desde sus inicios
La Autoridad Suprema de la Biblia
Las Sagradas Escrituras son la única regla suficiente, cierta e infalible de todo conocimiento salvífico, fe y obediencia. Reconocemos que la iluminación interior del Espíritu de Dios es necesaria para la comprensión salvadora de las cosas que se revelan en la Palabra y que hay algunas circunstancias con respecto a la adoración de Dios y al gobierno de la Iglesia, que son comunes a las acciones de los seres humanos y las sociedades y que deben ser ordenadas por la luz de la naturaleza y la prudencia Cristiana de acuerdo a las reglas generales de la Palabra, las cuales siempre deben observarse. Thomas Helwys (1611)
El Bautismo del Creyente
El Bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento, dada por Cristo, para ser dispersada únicamente a las personas que profesan la fe. El modo y la forma de dispensar esta ordenanza, según las Escrituras es sumergir o hundir el cuerpo entero bajo el agua. Es un simbolismo de la siguiente manera: en primer lugar, el lavamiento del alma entera en la sangre de Cristo; en segundo lugar, el interés que tienen los santos en la muerte, sepultura y resurrección; en tercer lugar, una confirmación de nuestra fe de que tan cierto como que el cuerpo está enterrado bajo el agua y sube nuevamente, de igual forma, los cuerpos de los Santos seguramente serán levantados por el poder de Cristo, en el día de la resurrección, para reinar con Cristo. (La Confesión de Londres 1644)
La Autonomía de la Iglesia Local.
Cada Iglesia particular tiene todo el poder y la autoridad de Jesucristo para administrar todas las ordenanzas del evangelio, siempre que disponga de suficientes funcionarios debidamente calificados, …para recibir y emitir, y también para tratar de ordenar sus propios agentes, y para poner en práctica cada parte de la disciplina del evangelio, y del gobierno de la iglesia, independientemente de cualquier otra iglesia o asamblea. Varias iglesias independientes donde la Providencia les dé una situación conveniente, pueden y deben llegar a un acuerdo y a una alianza a través de su fuerza mutua, asesoramiento y otras valiosas ventajas, por medio de su consentimiento libre y voluntario. (Benjamin Griffiths 1746)
La Predicación y el Evangelismo
La labor del ministerio Cristiano, se ha dicho, es predicar el evangelio, o celebrar la gracia de Dios a través de Jesucristo, como el único camino de salvación para el pecador. Esto es indudablemente cierto; y si este no fuera el tema principal de nuestras ministraciones, sería mejor que fuéramos algo más que predicadores. ¡Ay de nosotros si no predicamos el Evangelio! No se puede negar que los Apóstoles predicaron el evangelio; sin embargo, ellos advirtieron, amonestaron y le suplicaron a los pecadores que se volviesen al arrepentimiento y creyeran; creyeran mientras tuvieran la luz; que trabajaran no por la carne que perece, sino por aquello que permanece hasta la vida eterna; que se arrepintieran y se convirtieran, que sus pecados podían ser borrados; que vinieran a la cena de las bodas, porque todas las cosas estaban listas: en fin, que fueran reconciliados con Dios. (Andrew Fuller, 1785)
Separación de Iglesia y Estado
Debido a que la religión debe ser siempre un asunto entre Dios y las personas, ningún hombre puede hacerse miembro de una sociedad verdaderamente religiosa por la fuerza o sin su consentimiento, ni ninguna empresa que no sea una sociedad religiosa tiene un derecho justo de gobernar en los asuntos religiosos. (Isaac Backus 1781)