Percepciones de Abraham Kuyper 1837-1920
Revista Historia Cristiana, Número 94
El Laberinto Postmoderno
Por Richard Mouw
Abraham Kuyper nos recuerda que solo Cristo puede traer cohesión a nuestra época fragmentada.
En un foro de 1990 en la Revista Harper, cinco especialistas en vida urbana--dos
arquitectos, un urbanista, un sociólogo y un escultor--discutieron lo que ha
estado sucediendo en nuestros espacios públicos. Si bien difieren sobre la
mejor manera de diseñar nuestros centros comerciales, sistemas de metro y
centros urbanos, fueron unánimes sobre el problema subyacente: nuestras vidas
se caracterizan cada vez más por "la fragmentación y la diferencia",
y necesitamos un nuevo "sentido de lo que tenemos en común mientras reconocemos
nuestra diferencia--un sentido de cohesión".
Este sentido de cohesión parece aún más inalcanzable ahora que estamos en el siglo XXI. Jerry Springer regularmente nos lleva de una gritería a otra, sin resoluciones--y ciertamente a ninguna "metanarrativa", a ninguna historia central de la existencia humana--a la vista. Los creyentes religiosos celosos se denuncian unos a otros, incluso cuando todos ellos han sido condenados por críticos de la religión igualmente celosos. Los líderes políticos influyentes se quejan de la creciente falta de civismo en sus propias filas que parecen incapaces de revertir. Y muchos comentaristas sociales parecen resignados a un mundo en el que no se puede arrojar ninguna luz sobre las posibilidades de unificar ya sea nuestra vida individual o nuestra vida colectiva. El psicólogo Kenneth Gergen sostiene que solo podemos resignarnos a un "vagabundeo interminable en el laberinto del significado"; de hecho, es posible que tengamos que inventar un nuevo himno para cantar en el camino: "Gracia Extraviada".
En 1880, el estadista-teólogo holandés Abraham Kuyper emitió una proclamación audaz que hablaba de la creciente fragmentación de la sociedad y de los roles sociales en su propia época, y en la nuestra: "No hay una pulgada cuadrada en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre la cual Cristo, quien es soberano sobre todo, no clame '¡Mío!'"
Un Punto de Vista Cristiano del Mundo y de la Vida
Kuyper no quería volver a las formas en que las personas y los gobiernos habían intentado unificar la vida en el pasado. Temía tanto de un estado omnipotente como de un orden social dominado por una sola iglesia. Kuyper era un Calvinista que reconocía que sus antepasados espirituales a menudo habían propagado esquemas políticos que les negaban a las personas el derecho a vivir según sus convicciones básicas. Dios llama a las personas a ofrecerle su obediencia libremente, insistió Kuyper. No se gana nada al imponerles patrones de comportamiento "Cristiano" a los seres humanos cuyos corazones no han sido vueltos al Señor.
Kuyper fue un importante líder político en los Países Bajos. Después de un breve período como pastor, libró una campaña exitosa para las elecciones del Parlamento Holandés. Durante las siguientes décadas, dirigió el Partido Antirrevolucionario (el cual ayudó a fundar)-- e incluso sirvió un término como primer ministro de 1901 a 1905. Sin embargo, sus intereses se extendían mucho más allá de la política. A pesar de que había renunciado a sus credenciales de clérigo cuando entró a la vida política, continuó operando como teólogo. Fundó la Universidad Libre de Ámsterdam en 1880. Lideró un movimiento separatista de la iglesia Reformada patrocinada por el estado para formar la segunda denominación Reformada más grande del país. Y todo el tiempo escribió regularmente para un diario que había establecido al principio de su carrera, así mismo pasó mucho tiempo instando a los Cristianos a reconocer el señorío de Cristo en todos los aspectos de la vida-- incluidas la agricultura, las artes, los negocios, las relaciones laborales y la educación.
En una serie de conferencias que pronunció en el Seminario de Princeton durante una gira por los Estados Unidos en 1898 (aún impresas como Conferencias sobre el Calvinismo), Kuyper expuso los contornos de lo que denominó "un punto de vista Cristiano del mundo y de la vida" que proporcionaba una perspectiva basada en la fe sobre una variedad de áreas culturales, incluidas la política, el arte y la vida de la mente. Los Cristianos deben tener tal perspectiva, argumentó, si realmente creemos que Jesucristo es soberano sobre todos los "centímetros cuadrados" de la creación.
Una Creación, Muchas Esferas
Los muchos roles de liderazgo de Kuyper correspondían bastante bien a su idea sobre la "soberanía de esfera", una perspectiva que tiene fuertes afinidades con las discusiones contemporáneas sobre la sociedad civil. Los científicos sociales y los filósofos han recalcado recientemente la importancia de las "estructuras mediadoras". Las Asociaciones Vecinales, el Club Rotario, Los Chicos Exploradores, las iglesias y las sinagogas, las ligas de fútbol amateur, las familias extendidas--estas "subculturas vivas de las que las personas derivan significado e identidad" (como las llama el sociólogo Peter Berger) nos protegen de las tendencias globales del estado, por un lado, y del individualismo aislado por el otro.
Las enseñanzas de Kuyper ofrecen una perspectiva Cristiana sobre estos asuntos. Por un lado, él creía que la importancia de estas estructuras de mediación va más allá de su valor práctico. La familia, insistió, está basada en los propósitos creadores de Dios para la humanidad. El estado, por lo tanto, no otorga derechos a las familias; más bien, las autoridades políticas deben reconocer que el ámbito de la vida familiar tiene derecho a existir y a florecer, un derecho que no les corresponde otorgar ni negar.
En el punto de vista de Kuyper, Dios programó las diversas esferas de la interacción humana en la creación original. Cuando el Señor le dijo a la primera pareja humana "fructificad y multiplicaos", seguramente estaba hablando de la procreación, pero cuando les ordenó "llenad la tierra y sojuzgadla; y señoread [sobre ella]" él estaba emitiendo un "mandato cultural", según Kuyper. A medida que Adán y Eva comenzaron a crear herramientas y horarios de trabajo y patrones de interacción, estaban "llenando" de cultura el Jardín, y finalmente, incluso sin la apariencia de pecado, el Jardín se convertiría en una Ciudad.
En ese sentido, no solo la familia sino el arte, la ciencia, la tecnología, la política (como patrones de toma de decisiones colectivas), la recreación y demás fueron programados en la creación para que la cultura floreciera de muchas maneras diferentes. Dios quería que los artistas aportaran excelencia estética a la creación y que los eruditos avanzaran en la causa del conocimiento. La actividad económica fomentaría la corresponsabilidad, mientras que la política promovería la justicia.
El Pecado y la Gracia
El pecado humano afectó profundamente todo esto. Kuyper creía que la humanidad está en un estado de rebelión contra Dios--nuestra tendencia natural es trabajar en contra de los propósitos de Dios. La gracia salvadora de Dios redirige nuestras voluntades lejos de los proyectos idólatras, posibilitando una vez más que glorifiquemos a Dios en nuestras actividades corporativas y personales.
Según Kuyper, hay una "antítesis" entre los creyentes y los incrédulos en el mundo actual: las personas de fe ven la vida de una manera radicalmente diferente con respecto a otros. Y no había duda en la mente de Kuyper de que la plaza pública es un lugar particularmente estratégico para librar la batalla continua entre la justicia y la injusticia.
Pero Kuyper también presentó una doctrina de "gracia común" que matizó esta imagen: Además de la gracia salvadora que renueva los corazones humanos, Dios muestra gracia a favor incluso de aquellos que no terminarán en el cielo. Lo hace trabajando misteriosamente al refrenar el pecado y estimular las obras de la cultura que cumplirán sus propósitos providenciales. Algunos obsequios muy positivos resultan de esta actividad divina en los corazones humanos pecaminosos.
Podemos ver los frutos de la gracia común obrando, escribió Kuyper, "dondequiera exista la virtud cívica, el sentido de la domesticidad, el amor natural, la práctica de la virtud humana, la mejora de la conciencia pública, la integridad, la lealtad mutua entre las personas y un sentido por la vida leudada de piedad".
Cristo el Rey
La receta general de Kuyper sobre cómo ordenar a la sociedad ha sido etiquetada como "pluralismo de principios". En nuestro mundo caído hay muchos puntos de vista en acción sobre el mundo, y Kuyper quería que las personas fueran explicitas sobre cómo sus convicciones más profundas daban forma a sus diversas actividades: política, educación, agricultura, relaciones laborales, etc. En la política, por ejemplo, debería haber una variedad de partidos políticos basados en cosmovisiones, cada uno contendiendo por sus políticas específicas, pero ninguno de ellos con ningún tipo de estatus favorecido. El estado debería funcionar no como entrenador o porrista, sino como árbitro, velar para que todas las perspectivas, religiosas y no religiosas--sean tratadas imparcialmente mientras compiten en un terreno caracterizado por el juego limpio.
Kuyper había comenzado su ministerio pastoral como liberal, pero bajo la influencia de personas ordinarias Calvinistas en su parroquia, pronto había experimentado una profunda conversión evangélica. Dijo que su simple fe había sido "una bendición para mi corazón, el ascenso de la estrella de la mañana en mi vida". Se refirió a ellos cariñosamente como "el pequeño pueblo" y compartió con ellos una profunda fe personal en Jesucristo. Mientras yacía moribundo, incapaz de hablar con su familia reunida a su alrededor, señaló el símbolo del Salvador en la Cruz que colgaba sobre su cama.
Pero para Kuyper no era suficiente simplemente confiar en un Salvador personal. Cristo era para él también el resucitado y reinante Soberano; una de sus frases favoritas era pro rege, "para el Rey.” El Cristo ascendido-- a quien "toda autoridad en el cielo y en la tierra ha sido dada”--gobierna sobre una creación muy compleja. Y su complejidad, aunque distorsionada por el pecado, aún muestra los propósitos creadores de Dios, que serán renovados al regreso de Cristo.
Al igual que los planificadores urbanos convocados por los editores de Harper en 1990, Kuyper pidió un sentido de plenitud para remediar la creciente fragmentación de la vida. Pero insistió en que reconocer esta necesidad no debería conducir a la nostalgia por el pasado. En cambio, debemos buscar una cosmovisión integrada que reúna todas las complejidades de la vida, una cosmovisión basada no en un esquema intelectual, sino en Aquel que gobierna sobre todos los centímetros cuadrados de la creación que todavía ama--y que un día él renovará.
Richard Mouw es presidente y profesor de filosofía Cristiana en el Seminario
Teológico Fuller.