Amar a Dios (Dr. Feddes)
Amar a Dios por David Feddes
Si quieres descubrir la verdad más básica acerca de ti mismo, si quieres saber quién eres realmente y qué te hace sentir, pensar y actuar de la manera en que lo haces, no es tan complicado. Solo necesitas que la persona adecuada te haga las preguntas correctas. Ahora, hay muchas personas que hacen hincapié en entenderse a sí mismas y en hacer preguntas que se supone que las ayudarán a hacer eso. Pero no cualquier persona lo hará, y no cualquier pregunta servirá. Necesitas a la persona adecuada con las preguntas correctas.
Hace mucho tiempo, el filósofo Sócrates declaró: "Conócete a ti mismo", y se hizo famoso por las preguntas que hizo en su esfuerzo por ayudar a las personas a conocerse a sí mismas. Más recientemente, los psicólogos han intentado ayudar a las personas a conocerse a sí mismas, a menudo a través de un proceso de preguntas. Elaboran perfiles de personalidad que los ayudan a analizar lo que nos hace sentir y actuar de la manera en que lo hacemos. Los educadores hacen algo similar. Intentan identificar a los alumnos de acuerdo a varios tipos de aprendizaje, en función de las respuestas a ciertas preguntas clave sobre el alumno. A veces, estos enfoques pueden revelar cosas que son interesantes, incluso útiles, pero que pueden ser tremendamente complicadas y que aún no llegan al núcleo de quien eres realmente.
Si quieres ir a lo básico, hay alguien que puede llevarte directamente al meollo del asunto con tan solo tres simples preguntas. Eso puede sonar difícil de creer, pero es verdad. Esta persona es el mejor experto del mundo sobre la naturaleza y la personalidad humana. Su nombre es Jesús, y él puede identificar el tipo de persona que eres con solo tres preguntas.
La primera pregunta de Jesús es: "¿Me amas?".
La segunda pregunta de Jesús es: "¿Me amas?".
Y la tercera pregunta es, "¿Me amas?".
Es así de simple: no hay juegos o trucos, no hay cuestionarios complicados o teorías elegantes, sin rodeos, solo una pregunta básica. Si quieres saber lo más importante y central acerca de ti mismo, entonces deja que Jesús te mire directamente a los ojos y te pregunte: "¿Me amas? Honestamente ahora, ¿lo haces? ¿Tienes un vínculo personal conmigo, hacia mí mismo?".
La Pregunta Inevitable
Es una pregunta simple pero no es fácil. Si Jesús es un extraño para ti, si no sabes mucho sobre él y nunca has tenido mucho que ver con la iglesia, puedes sentir extraño y molesto que te pregunten si amas a Jesús. Tu respuesta, obviamente, es no, no lo amas, no puedes amar a alguien que ni siquiera conoces. Pero, ¿por qué deberías responder esa pregunta en primer lugar? Es incómodo que un desconocido te ponga en una situación difícil y te pregunte si lo amas.
Por otra parte, incluso si Jesús no es un completo extraño, puede sentirse incómodo y vergonzoso que te pregunten si lo amas. Puede que sepas mucho de la Biblia acerca de Jesús y que seas miembro de la iglesia desde hace mucho tiempo, y sin embargo, la pregunta de Jesús "¿Me amas?" aún puede hacer que te retuerzas.
Podrías decir: "¿Amarte? Bueno Jesús, creo que has vivido una buena vida y has dado un buen ejemplo, y realmente respeto tus enseñanzas". Pero Jesús dice: "Eso no fue lo que pregunté. Responde la pregunta: ¿Me amas?".
Podrías decir: "Creo que hiciste muchos grandes milagros, y creo que eres el Hijo de Dios". Pero Jesús responde: "Esa no es la pregunta. La pregunta es, ¿Me amas?".
Podrías decir: "Creo que moriste por los pecados de las personas y resucitaste de entre los muertos. Sé que eres el que gobierna sobre todas las cosas". Pero Jesús responde: "Me alegro de que lo sepas, pero aún no has respondido a mi pregunta. ¿Me amas?".
Podrías decir, "He sido bautizado. Voy a la iglesia. Leo mi Biblia. Trato de ser una buena persona. Incluso hago trabajo voluntario para ayudar a los pobres y a los enfermos". Pero Jesús dice: "¡Bien por ti! Pero deja de evitar la pregunta. ¿Me amas?"
Incluso podrías decir: "Soy pastor, maestro, líder en la iglesia. Siempre estoy ocupado hablando de Dios y trabajando por causas religiosas". Pero Jesús dice: "Por favor, responde la pregunta. ¿Me amas? ¿Lo haces?".
Es una pregunta que ninguno de nosotros puede evitar, una pregunta que revisa todo lo demás sobre nosotros y llega al centro de lo que somos y lo que nos motiva. Si no amas a Jesús, entonces el hecho central de tu personalidad es que no tienes una conexión con el Señor y Salvador del mundo, y estás en desacuerdo con el Dios que te creó. Si amas a Jesús, entonces el hecho central de tu personalidad es que estás en sintonía con Dios en el centro de lo que eres. Todas las demás preguntas, sin importar cuán importantes sean, son secundarias en comparación con la simple pregunta de Jesús: "¿Me amas?".
Nadie puede evitar responder esa pregunta. Incluso Simón Pedro, el más prominente y abierto de los discípulos de Jesús, tuvo que enfrentar a Jesús y mirarlo a los ojos y dar una respuesta honesta cuando Jesús le preguntó tres veces: "¿Me amas?" Pedro había seguido a Jesús y había aprendido de él durante tres años. Él había predicado acerca de Jesús. Él había hecho milagros en el nombre de Jesús. Pero cuando llegó el momento de la crisis y Jesús fue arrestado, Pedro negó tres veces que conociera a Jesús. Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, la identidad central de Pedro permaneció en duda. ¿Qué clase de hombre era él? ¿Dios todavía tenía algún uso para él, o era inútil? ¿Él le pertenecía a Jesús, o no? Cuando el Señor resucitado vino con Pedro, le pudo haber dicho todo tipo de cosas y le pudo haber hecho toda clase de preguntas, pero simplemente le preguntó a Pedro: "¿Me amas? ¿Me amas? ¿Me amas?".
Pedro se afligió profundamente cuando Jesús cuestionó su amor, especialmente la tercera vez. Pero Pedro tuvo que dar una respuesta, y a pesar de su incomodidad y de sus sentimientos heridos, Pedro pudo decir cada vez: "Sí, Señor, sabes que te amo". Aún y con todo lo que fuera débil en Pedro, con lo que sea que todavía estuviera mal con él, amaba a Jesús, y sabía que Jesús lo sabía. Jesús hizo que Pedro escudriñara su corazón y le dio a Pedro la oportunidad de reafirmar su amor, y el Señor reafirmó a Pedro como un apóstol y lo comisionó a preocuparse por el rebaño de Cristo.
Respondiendo a la Pregunta
¿Qué hay de ti? Tu personalidad puede no ser como la de Pedro, los detalles de tu vida pueden ser diferentes a los de él, pero la pregunta de Jesús para ti es la misma pregunta que le hizo a Pedro: "¿Me amas?" No se trata solo de un texto de la Biblia haciendo esa pregunta o de un predicador citándola. Jesús mismo lo está preguntando, y él te lo está preguntando personalmente: ¿Me amas?
Si puedes decir honestamente que sí a Jesús, ¡maravilloso! Ninguno de nosotros se atrevería a decir que amamos a Jesús a la perfección, pero por la gracia de Dios, algunos de nosotros podemos decir con Pedro: "Sí, Señor, sabes que te amo. Tú lo sabes todo. Tú conoces mis pecados, mis debilidades y mis fracasos, pero también sabes que realmente te amo". Hacer que Jesús cuestione tu amor a veces puede ser incómodo e incluso doloroso, pero puedes terminar tranquilo, como Pedro, cuyo amor por Jesús es genuino y con quien el Señor ha reafirmado su relación y su llamado a trabajar por él.
Pero, ¿qué pasa si la honestidad te obliga a decir: "No Jesús, no te amo"? ¿Qué pasa si no puedes darle una respuesta positiva a la pregunta de Jesús? Bueno, incluso entonces, la pregunta puede hacerte bien. Puede llevarte a ser realista con Jesús y contigo mismo. Puedes descubrir un vacío espantoso en el centro de quien eres, una tremenda sequedad y muerte en tu relación más importante, tu relación con Dios. Ese descubrimiento puede ser angustioso, pero también puede ser el primer paso en el camino para convertirte en una nueva persona.
Cuando oyes a Jesús decir: "¿Me amas?" Es posible que tengas que responder: "No Señor, no te amo. No me identifico contigo como una presencia personal en mi vida, y no te amo, simplemente no lo hago. Tengo que admitirlo. Y hasta ahora no me ha molestado demasiado. Pero ahora que me preguntas al respecto, Jesús, empiezo a ver que no puedo seguir así. No puedo seguir pensando que soy una buena persona cuando no tengo ningún amor por Aquel a quien debo amar sobre todo. No te amo, Señor, y eso es terriblemente incorrecto. Lo siento. Me siento tan vacío. Algo falta en el centro de mi vida, y ese algo eres tú. Ayúdame a conocerte a ti y a tu amor, Señor Jesús, y ayúdame a amarte en respuesta". Enfrentar tu falta de amor puede molestarte, pero al mismo tiempo puede despertar en ti un anhelo, y el anhelo a menudo te lleva a amar.
Jesús quiere ser amado más que nada por personas que han probado su amor. ¿Cómo sabemos esto? Bueno, cuando Jesús volvió a comisionar al apóstol Pedro, la única pregunta del Señor fue: "¿Me amas?" Y cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante en las Escrituras, él respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas " (Marcos 12:30).
Pero espera un minuto. La gran pregunta de Jesús dice: "¿Me Amas?" Pero el más grande mandamiento es: "Ama al Señor tu Dios." ¿No son diferentes estos dos amores? No, Jesús dejó en claro que el amor por él y el amor por Dios son uno y el mismo, porque como Jesús dijo: "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30). Jesús les dijo a las personas que lo rechazaron, "Yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros " (Juan 5:42). "Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais" (Juan 8:42). Amar a Dios es idéntico a amar a Jesús. Al amar a Jesús, también amamos a su Padre y a su Espíritu Santo. Entonces, cuando Jesús dice: "¿Me amas?", Realmente está diciendo: "¿Me amas como el Señor tu Dios? ¿Me amas con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas? "Por favor, piensa en eso.
Con Todo Tu Corazón
¿Amas a Jesús con todo tu corazón? La palabra corazón aquí no se refiere al órgano que bombea tu sangre; tu corazón es tu identidad central, tu ser más profundo. ¿Jesús es el factor central de tu existencia? ¿Tu corazón, tu ser más profundo, se encuentra unido y ligado a Jesús de una manera personal?
Tal vez la pregunta te desconcierta. ¿Amar a Jesús con todo tu corazón? ¿Qué podría significar eso? Si tu madre preguntara: "¿Me amas?" tú podrías decir: "Sí, mamá, te amo con todo mi corazón". Si tienes hijos y uno de ellos pregunta: "¿Me amas?" abrazarías a tu pequeño y le dirías: "Te amo mucho, con todo mi corazón." Si tu cónyuge dijera: "¿Me amas?" le respondías con un beso y con muestras cálidas de amor sincero--al menos si tu matrimonio es saludable.
¿Pero a Jesús? ¿Cómo puedes amarlo? Si has tenido poca o ninguna conexión con la iglesia, con la Biblia o con cualquier cosa relacionada con Jesús, ¿cómo puedes amar a un completo extraño? E incluso si conoces un poco acerca de Jesús, si sabes que vivió hace mucho tiempo y tal vez incluso si conoces algunas de sus enseñanzas o eventos de su vida, ¿cómo puedes amarlo con todo tu corazón? Después de todo, sabes sobre la reina Victoria y Albert Einstein y sobre otras figuras históricas, pero incluso si los admiras, honestamente no puedes decir que los amas con todo tu corazón. Conocer a las figuras del pasado no es lo mismo que amarlas. No están en la misma clase que los miembros de la familia y que otras personas a quienes amas.
La única forma en la que tiene sentido amar a Jesús con todo tu corazón es si él es más que una figura histórica para ti, si es una persona viva y real que está activa en tu vida en este momento--al igual de vivo y real para ti como lo son tus propios familiares, y aún más queridos. Jesús pregunta: "¿Soy el amor de tu corazón, el apego más elevado y más querido de tu ser más íntimo?".
Ten cuidado de amar a alguien o a algo por encima de Jesús. La Biblia dice que en los últimos días, en el tiempo antes de que Jesús regrese, "habrá hombres amadores de sí mismos, avaros ... amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:2-5). Cuando te amas a ti mismo, al dinero o al placer más de lo que amas a Jesús, aún puedes hacer algo en la debida forma de la religión, pero solo cuentas con una forma muerta, no con el poder vivo del amor que arde en tu corazón.
En la Biblia, Jesús reprende a una iglesia de personas que son tibias hacia él. Al imaginar el corazón como una casa, Jesús les dice a ellos y a nosotros: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Jesús se rehúsa a ser una figura histórica distante que reciba un homenaje verbal de parte de los asistentes tibios de la iglesia. Jesús es una persona viva que te confronta aquí y ahora, llamando a la puerta de tu corazón. Si escuchas su voz y abres la puerta, él entrará y se hará sentir como en casa contigo y será tu amigo más querido. ¿Tu corazón es un hogar para Jesús? ¿Lo amas con todo tu corazón?
Con Toda Tu Alma
El siguiente aspecto de amar al Señor es amarlo con toda su alma. ¿Qué significa eso? A veces la palabra alma puede referirse a la parte invisible de nosotros que continúa existiendo entre el momento en que nuestros cuerpos mueren y el momento en que resucitan. Pero aquí la palabra alma lo más probable es que se refiera a nuestros sentimientos y deseos, nuestras emociones e inclinaciones, nuestras pasiones y entusiasmos. La religión sin alma, el Cristianismo sin emociones y sentimientos profundos, es defectuoso y lúgubre, e incluso muerto.
Algunas personas le tienen tanto miedo al emocionalismo que sofocan la emoción genuina. Pero el Señor quiere que lo amemos con toda la emoción y el sentimiento de nuestra alma: que lo deseemos, nos deleitemos en él, nos estremezcamos de horror cuando lo ofendemos, temblemos de temor en su presencia, ardamos con pasión por el Señor que amamos.
En la Biblia, Jesús se dirige a las personas de una iglesia en Éfeso y los elogia por su arduo trabajo por servir a Dios, por su pensamiento racional al rechazar falsos maestros, por mantenerse firmes en tiempos difíciles y por negarse a tolerar la inmoralidad. Doctrina sólida, valentía inquebrantable, pureza moral: ¿esa iglesia no suena casi ideal? "Pero," dice Jesús después de decir todas estas cosas positivas, "Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor" (Apocalipsis 2:4).
Puedes pensar con claridad, actuar moralmente y mantenerte firme por un severo sentido del deber, pero todo eso no satisfará a Jesús si pierdes tu primer amor. ¿Amas a Jesús con una pasión conmovedora, con deleite, con la cálida emoción y el sentimiento del primer amor? ¿Amas a Jesús con toda tu alma?
Con Toda Tu Mente
Vamos a explorar otra dimensión del amor. ¿Amas al Señor con toda tu mente? Puedes encontrar la pregunta un poco extraña. ¿Qué tiene que ver la mente con eso? ¿Qué tiene que ver pensar con amar? Bien, considera esto. Supongamos que una mujer dice: "Amo a mi esposo. Prefiero no escuchar lo que dice, prefiero no conocer sus pensamientos, prefiero no hablar de cosas con él, no quiero que mi mente se moleste con lo que él tiene en mente, pero lo amo". Su supuesto "amor" estaría enfermo, ¿no?
Y es aún más horrible suponer que puedes amar a Dios sin dedicarle tu mente. Jesús quiere que lo ames con tu mente, tu intelecto, tus poderes de razón, tu imaginación, y que hagas de cada pensamiento e idea una expresión de amor hacia él. Si llenas tu mente con libros de mala calidad pero rara vez abres tu Biblia, si inundas tu imaginación con el sexo, la violencia y el consumismo de la industria del entretenimiento, pero rara vez miras a un árbol o miras al cielo y meditas en lo maravilloso que es tu Creador, Si te desplomas frente al televisor todas las noches y raras veces te distraes leyendo un libro desafiante o pensando con esfuerzo en alguna parte de la Biblia que te desconcierta, estás fallando en amar a Dios con toda tu mente.
El pueblo de Dios en la Biblia habló de las palabras y pensamientos del Señor como más dulces que la miel, más preciosas que el oro. Les encantaba enfocar sus mentes en el Señor y meditar en su verdad. Y no rehuyeron pensar mucho sobre problemas difíciles. ¿Qué hay de ti? ¿Amas a Dios con toda tu mente? ¿Te encanta leer la Biblia y te deleitas pensando en algunos de los pensamientos de Dios? ¿Admiras y adoras el poder y la sabiduría de Dios al crear y controlar el mundo? ¿Te encanta meditar en el plan de Dios para salvarte y en su plan para la historia del mundo y para su nueva creación? Si es así, no te contentarás con algunas ideas generales. Querrás aprender todo lo que puedas y querrás comprender todo lo que eres capaz de hacer.
Amar a Jesús con el corazón y con el alma no debe separarse de amarlo con tu mente. Muchos de nosotros tendemos a dividir la emoción del intelecto. Separamos la sensación del pensamiento. Algunos Cristianos expresan fuertes emociones en la adoración, pero parecen temerosos de ejercitar sus mentes. Otros Cristianos enfatizan el pensamiento racional y la enseñanza sana, pero parecen temer cualquier cosa que tenga que ver con los sentimientos. Pero amar a Jesús implica sentimientos profundos y un pensamiento sano. Nuestras mentes deben estar en contacto con la realidad del Señor, o cualquier sentimiento que tengamos será solo un sentimentalismo superficial. De la misma manera, nuestros corazones y nuestras almas deben ser conmovidos por nuestro encuentro con Dios, o nuestros pensamientos serán solo conceptos secos y muertos que se arremolinarán en nuestro cerebro. Jesús nos llama a amarlo con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Lo que Dios ha unido, no lo separemos. Amémosle con un conocimiento que esté radiante de sentimientos, con la lógica encendida por una pasión santa.
Con Todas Tus Fuerzas.
Hay un aspecto final a considerar de amar al Señor: ¿lo amas con todas tus fuerzas, con toda tu energía y esfuerzo, con determinación, voluntad y acción? El amor es un afecto interior profundo, como hemos visto, pero toma una forma externa definida: derramar tu energía en hacer lo que agrada al Señor. Cada vez que Jesús le preguntó a Pedro: "¿Me amas?" Y Pedro dijo que sí, Jesús dijo: "Apacienta mis ovejas". En otras palabras, "¡Si me amas, ponte a trabajar! Cumple con mis órdenes y haz el trabajo que te he asignado.
Jesús dice en la Biblia: "Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama" (Juan 14:15, 21). Parte de amar al Señor con tu mente es descubrir en la Biblia cuáles son sus mandamientos y descubrir qué significan para tu situación; y luego, una vez que sabes en tu mente lo que el Señor quiere que hagas, demuestras tu amor por él al poner todas tus fuerzas en hacer lo que él dice. Obedeces sus órdenes sobre rechazar ídolos, respetar su nombre y alabarlo, y también obedeces sus órdenes acerca de amar a otras personas y tratarlas de la manera que te gustaría que ellos te trataran. El amor verdadero por Jesús produce una acción activa y obediente. Como dijo un Cristiano: "Cuanto más nos acercamos al corazón de nuestro Padre, más sumisos estamos ante sus mandamientos". Eso es lo que significa amar al Señor con todas nuestras fuerzas.
Una vez más, entonces, deja que Jesús te haga la pregunta que penetra cada aspecto de quién eres y revela la verdad más básica acerca de ti. Considera en silencio, con cuidado y en oración su pregunta: "¿Me amas? Tu amor nunca será perfecto o completo de este lado del cielo, pero ¿tienes un amor hacia mí que sea real y vivo, y que crece en cada parte de tu ser? ¿El amor por mí está surgiendo en tu corazón? ¿Está despertando a tu alma? ¿Está brillando en tu mente? ¿Está dirigiendo tus fuerzas y tus acciones? ¿Me amas?".
Este mensaje fue preparado originalmente por David Feddes para los Ministerios de Regreso a Dios. Usado con permiso.