Vida Creacionista (Dr. Feddes)
Vida Creacionista por David Feddes
Si las encuestas de opinión pública son correctas, la mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que Dios creó el universo. Podemos estar en desacuerdo sobre cuánto tiempo hace que el Señor comenzó a crearlo o qué métodos usó, pero la mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que Dios lo creó. Incluso entre aquellos que aceptan al menos algunos aspectos de la teoría de la evolución, la gran mayoría todavía creen que todo el proceso fue iniciado y dirigido por Dios. Solo una pequeña minoría dice que Dios no tuvo nada que ver con eso, que todo el universo, incluida la humanidad, es solo un accidente cósmico.
La mayoría de nosotros creemos en la creación divina. Pero ¿Y qué? ¿Qué diferencia hace? Una forma de responder es escuchar a alguien que no cree en el Dios Creador. Francis Crick escribió en su libro La Asombrosa Hipótesis: "La asombrosa hipótesis es que 'Tú', tus alegrías y tristezas, tus recuerdos y ambiciones, tu sentido de identidad personal y tu libre albedrío, de hecho, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas asociadas. "¿Suena inspirador? En respuesta a Crick, el profesor Phillip Johnson señaló que no podríamos tomar en serio la "asombrosa hipótesis" de Crick si Crick acabara de salir y dijera:" Yo, Francis Crick, mis opiniones y mi ciencia, e incluso los pensamientos expresados en este libro consisten en nada más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas asociadas". La hipótesis de Crick es auto refutante. Si él no tuviera un ser propio, ¿por qué escucharlo? Si sus pensamientos fueran solo nervios y moléculas que interactúan, ¿por qué prestarles atención? Negar al Creador, ya sea como materialista que solo cree en la materia y en las moléculas, o como un budista que acepta la doctrina del no ser--nos deja sin fundamento alguno para suponer que el pensamiento humano y la moralidad puedan tener alguna conexión con la realidad.
¿Por qué importa creer en el Creador? Para empezar, porque la creación es la base de la racionalidad, de la moralidad y de la dignidad humana. Entonces, si todavía no crees en el Creador, te animo a reconsiderarlo.
Sin embargo, en este momento no quiero desafiar a aquellos que no creen en la creación tanto como quiero desafiar a los que si creen en la creación. A veces, aquellos de nosotros que creemos en la creación, nos enfocamos en argumentar abiertamente sobre aquellos que no creen. Nos enfocamos en el origen y en la historia del principio del universo. Los Cristianos intentan convencer a los ateos de que el universo existe solo porque Dios lo hizo, y también debatimos con otros Cristianos que tienen diferentes puntos de vista sobre cómo lo hizo Dios. Esto es importante.
Pero no vamos a centrarnos en aclarar nuestros hechos, por importante que esto sea. En lugar de debatir sobre varias teorías, supongamos que tú y yo creemos que Dios creó el cosmos, y lo que es más, supongamos que tenemos la teoría correcta de cómo lo hizo. ¿Y que? Supongamos que tenemos nuestros hechos claros sobre lo que Dios hizo hace mucho tiempo, ¿qué diferencia hace ahora?
Supongamos que creemos en el primer versículo de la Biblia: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1: 1). Creemos lo que Dios dice en el libro de Isaías: "Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos" (Isaías 45:12). Estamos en sintonía con Hebreos 11:3: "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios". Creemos la verdad de la creación. Pero, ¿cómo es vivir la verdad de la creación?
La fe en el Creador no es solo un hecho que debe almacenarse en nuestro archivador mental. No es solo una teoría sobre algo que Dios hizo hace mucho tiempo. No solo necesitamos creencias creacionistas. Necesitamos una vida creacionista. Una fe viva en el Creador afecta todo: la forma en que nos relacionamos con Dios, la forma en que nos relacionamos las personas, y la forma en que nos relacionamos con la tierra.
Relación con Dios
Comencemos con lo que significa nuestra relación con Dios. Algo que esto significa es que vivimos con la confianza en nuestro creador. Es bueno contar con creencias correctas sobre lo que el Creador hizo hace mucho tiempo para dar inicio al universo, pero ¿de qué sirve si no podemos confiar en él hoy y en el mañana? Podemos tener todas las ideas correctas sobre los orígenes, incluso podemos criticar los defectos de las teorías de otras personas, pero a veces nos las arreglamos para preocuparnos demasiado, como si el Creador ya no estuviera a cargo.
Jesús nos dijo que en lugar de preocuparnos, debemos confiar en nuestro Creador. Después de todo, Dios se asegura de que las aves tengan mucho para comer; él les da un vestido espléndido a las flores. Si así es como él cuida a sus criaturas inferiores, puede asegurarse de que tengas comida y ropa que usar. Así que no te preocupes por estas cosas, dice Jesús. Tu Padre celestial sabe que los necesitas. Simplemente busca primero el reino de Dios y su justicia, y déjale el resto a Dios (Mateo 6: 25-34).
Nuestras preocupaciones serían comprensibles si creyéramos que todo en el universo ocurre por pura casualidad, que no hay un plan para nuestras vidas, y que nadie está a cargo. Pero si creemos que el universo entero es creación de Dios, si realmente creemos que Dios lo hizo y que continúa sosteniéndolo y dirigiéndolo, entonces es hora de dejar de preocuparnos y comenzar a confiar.
Podemos confiar en que Dios se ocupará de nuestras necesidades inmediatas, y también podemos confiar en el futuro definitivo. Si fueras ateo, podrías tener el derecho de sentirte triste. Si crees que cuando mueres, estás muerto, y ese es tu final, no habría mucho lugar para la esperanza. Si estuvieras convencido de que la humanidad eventualmente se extinguirá, que la tierra eventualmente será tragada por el sol, y que todo el sistema solar colapsará y no dejará rastro de vida--si estuvieras convencido de que así es como va a terminar todo, entonces no te culpo por sentirte sombrío, gruñón y triste.
Pero si crees en el Creador, la tristeza debe desaparecer. La desesperación tiene que dar paso a la confianza. El Señor que originalmente creó algo de la nada también puede traer vida a la muerte; de hecho, Jesucristo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas, ya ha resucitado de los muertos, y a través de la fe en él, puedes tener un futuro espléndido. Lo que es más, toda la creación se liberará de la esclavitud del pecado y de la decadencia, y finalmente se renovará y se transformará para que sea lo que el Creador quiere que sea. Cuando tienes confianza en todo eso, ¿por qué ser un pesimista? La muerte no es nuestro destino final; ¡la vida lo es! El universo no está condenado a la ruina; ¡está destinado a la renovación! ¡Así que deja de deprimirte y comienza a esperar! No digas que crees la verdad sobre la creación; ¡Vívela!
La vida de creación implica un sentido poderoso de confianza en Dios. También involucra una actitud de agradecimiento.
En uno de los grandes cantos de la Biblia sobre la creación, el salmo 104, el escritor dice: "El hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre" (v. 14-15). En otro lugar, la Biblia dice: "Haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones" (Hechos 14:17). La Biblia deja en claro que Dios no solo hizo que el universo funcionara desde hace mucho tiempo. Él es quien proporciona todo lo bueno en este momento, y eso requiere agradecimiento de nuestra parte.
Lamentablemente es posible creer en las teorías correctas sobre la creación y, sin embargo, vivir como si hubiéramos ganado todo lo que tenemos, como si mereciéramos todo el crédito de nuestra prosperidad y éxito. En lugar de ser agradecidos, nos volvemos arrogantes. Tal vez tienes una mente excelente y te ha ido bien en el mundo académico. Bueno, antes de que te vuelvas demasiado orgulloso sobre tu capacidad intelectual, no olvides de dónde vienes. Como el Señor le preguntó a Job, "¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia?" (Job 38:36).
O quizás comenzaste con muy poco, y con los años, te has vuelto exitoso y próspero. Tienes un negocio, tienes dinero, tienes una gran casa, y puedes pensar que todo se debe a tu astucia y trabajo duro. ¿Pero no estás olvidando algo? Como dice la Biblia, "y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas..." (Deuteronomio 8:17-18) En otras palabras, no eres tu propio éxito. Tu no sales adelante por ti mismo. No tendrías ninguna capacidad de producir riqueza; no tendrías la oportunidad de ganar dinero, si tu Creador no te las hubiera dado.
Si solo crees en la supervivencia del más apto, entonces supongo que cuando lograste el éxito, pudiste haberte felicitado por convertirte en uno de los más aptos. Pero si tú y yo creemos en el Creador, entonces el orgullo tiene que irse. Solo hay espacio para una gratitud humilde. Solo podemos decirle "Gracias" a nuestro Creador por darnos tantas cosas buenas.
Y eso nos lleva a una tercera forma en que la vida creacionista afecta nuestra relación con Dios: una sensación de asombro y alabanza. La creación no es solo una teoría académica. La creación es una realidad presente. Es un gran teatro que muestra la gloria de Dios, y que debemos aplaudir.
El Salmo 104 es un himno maravilloso sobre la creación de Dios. Comienza diciendo: "Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia" (v. 1). El escritor inspirado ve el esplendor de Dios en el brillo deslumbrante del sol. Oye el poder de Dios en el rugido profundo del trueno. Él ve la creatividad de Dios y el cuidado amoroso en el cielo y en las nubes, en los prados y en las montañas, en los burros salvajes, en las cabras monteses, en los leones, en las aves y en los peces. El escritor está tan maravillado y asombrado que apenas puede contenerse a sí mismo: "¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios" (v. 24). Termina exclamando: "Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras... A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva" (v. 31, 33).
Entonces, no solo creas en ciertos hechos sobre la creación. Experimenta la creación en sí misma y ofrécele al Creador la admiración y la alabanza. Al mirar el cielo en una noche clara, repite el Salmo 19:1, "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos". Cuando mires una flor o mires una puesta de sol o pasees por un zoológico o camines por un parque o por una reserva natural, escales una montaña o saborees una naranja, es un buen momento para alabar al Creador y maravillarte de su grandeza. Dios tiene pájaros que cantan su alabanza, leones que rugen su alabanza, elefantes que pregonan su alabanza, brisas que susurran su alabanza, arroyos que balbucean su alabanza, truenos que retumban su alabanza, pero también busca la alabanza tuya y mía, y a él le encanta escucharla. Cuando tenemos una fe viva en el Creador, hacemos algo más que solo asentir con la cabeza de acuerdo con un cierto conjunto de hechos. Prestamos atención a lo que el Señor ha hecho, y lo alabamos por ello.
Hasta ahora, hemos visto cómo una fe viva en la creación afecta nuestra actitud hacia Dios: inspira confianza, gratitud y alabanza. Ahora, en el tiempo que nos queda, veamos cómo afecta nuestra relación con las personas y con el resto de la creación.
Relación con las Personas
La Biblia enseña que cada persona es creación de Dios, creada a su imagen. Si tu y yo creemos esto y vivimos lo que creemos, esto tiene un profundo impacto en cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con otras personas.
Esto cambia la forma en la que piensas acerca de ti. Es posible que tengas una tendencia a auto criticarte. Tal vez piensas que eres demasiado feo o demasiado estúpido o torpe o lo que sea. Tal vez te sientes inútil debido a alguna discapacidad. Bueno, antes de auto criticarte más, no olvides quién te creó.
Cuando Dios le dijo a Moisés que guiara a su pueblo, Moisés dijo: "Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua ". ¿Y qué dijo Dios? Él dijo: "¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?" (Éxodo 4:10-11)
Cuando te degradas a ti mismo y a tus habilidades, también estás degradando a quien te creó. La Biblia dice: "¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces? " (Isaías 45:9). Dios no nos hizo iguales a todos, no nos dio a todos el mismo parecer o las mismas habilidades, pero él nos hizo a cada uno de nosotros a su imagen, y nos ha dado a cada uno de nosotros las características y habilidades de las que espera que saquemos el máximo provecho, en lugar de quejarnos por lo que no tenemos. ¿Realmente crees que Dios te creó a su imagen? ¡Entonces vive así!
Y recuerda, tú y yo no somos los únicos que portamos la imagen de Dios. Cada persona que conocemos también la porta. Y eso debe darle forma a la manera en que los tratamos. Antes de insultar o maldecir a otras personas, debemos darnos cuenta de que también estaremos insultando a su Creador. El libro de Santiago dice: "Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así". (Santiago 3:9-10). El Creador se toma personalmente los insultos hacia los portadores de su imagen. Tal vez es por eso que Jesús dijo en su gran Sermón del Monte que "cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego" (Mateo 5:22).
Supongo que si pensabas que las personas simplemente evolucionaron accidentalmente del fango primitivo, podría tener sentido tratarlos como fango. Pero si crees que las personas están hechas a la imagen de Dios, será mejor que las trates como realeza. Esto incluye a personas de razas y naciones que no sean las tuyas. Conozco a personas que son muy estrictas y correctas en sus doctrinas de cómo creó Dios a Adán y a Eva; son escrupulosos acerca de los detalles más minuciosos de la historia bíblica y, sin embargo, tratan con desprecio a las personas de diferentes orígenes étnicos. ¿De qué sirve saber la verdad si no la vives? ¿De qué sirve decir que las personas están creadas a la imagen de Dios si no las tratas de esa manera?
Si crees que algunas razas son más evolucionadas que otras y que solo las más aptas deberían sobrevivir, puedo ver por qué puedes sentirte justificado al despreciar y degradar e incluso destruir a personas que son diferentes, pero no si crees en la creación. Según la Biblia, "Y de una sangre [Dios] ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación" (Hechos 17:26). Es Dios quien nos puso en diferentes lugares; es Dios quien formó diferentes razas a partir de los mismos padres originales. Y, en las palabras de la Biblia, "Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (Hechos 10:34-35). Si creemos en un Creador que no muestra favoritismo y que acepta personas de todas las naciones, entonces también esa debería ser nuestra actitud.
Todavía hay otra manera en que nuestra fe en la creación afecta la forma en que nos relacionamos con los demás. Implica la economía. Al leer una importante biografía de Carlos Darwin, me llamó la atención nuevamente el hecho de que las ideas de Darwin sobre la competencia entre diversas formas de vida y la supervivencia del más apto no se originaron de su estudio de datos biológicos. Darwin obtuvo sus ideas al leer las teorías económicas de Thomas Malthus. Malthus estaba a favor de la idea de que las personas siempre compiten por la supervivencia económica. Las personas inteligentes, capaces y trabajadoras tienen éxito y las personas pobres son inferiores. Es la supervivencia del más apto. Estas ideas económicas son las que Darwin adaptó y usó en sus teorías biológicas.
La ironía es que algunas personas que rechazan la biología darwinista como algo anticristiano y malvado parecen ser firmes creyentes de la supervivencia de los más aptos cuando se trata de la economía. No están satisfechos con ganarse la vida; quieren más y más, y están ansiosos por aplastar a cualquier competidor que puedan. Si manejan un negocio, no ven a sus empleados como personas hechas a la imagen de Dios, sino solo como unidades en una máquina económica en la que intentan obtener la máxima cantidad de trabajo por la menor cantidad de dinero. Respetan a quienes son ricos y exitosos, y tratan a los pobres como seres inferiores. Esto se hace bajo los estandartes de la "empresa libre", pero se trata de un darwinismo social y económico.
Ahora, está bien ganarse la vida, hacer lo mejor para obtener ganancias, etc. Pero si vemos a otras personas solo en términos de supervivencia del más apto, y no como portadores de la imagen de Dios, nos hemos alejado mucho de la vida creacionista. No podemos medir el valor de alguien en términos de éxito financiero.
Cuando vives la verdad de la creación, te das cuenta de que los ricos y los pobres tienen el mismo valor ante los ojos de Dios. En Proverbios 22:2, la Biblia dice: "El rico y el pobre se encuentran; a ambos los hizo Jehová". Tener dinero y poder no te hace mejor que aquellos con menos. De hecho, debes tener cuidado en cómo tratas a los pobres, porque Dios se lo toma como algo personal. En Proverbios 14:31, la Biblia dice: "El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor; Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra" (Proverbios 14:31). Y Proverbios 19:17 dice: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar " (Proverbios 19:17).
Así que no te conformes con solo creer en la verdad doctrinal sobre las personas hechas a la imagen de Dios. Vive esa verdad. Respeta la imagen de Dios en ti y en los demás. Considera a las personas de otras nacionalidades como iguales. Trata a tus empleados de manera justa. Ten en cuenta que los competidores de tu empresa son más que simples rivales que deben ser aplastados. Y muestra amabilidad hacia los pobres, sabiendo que Dios es el Creador de todo. Eso es parte de la vida creacionista en relación con las personas.
Relación con la Tierra
Además de dar forma a cómo nos relacionamos con Dios y con las personas, la vida creacionista también determina la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Algunas personas hablan de la tierra como una entidad viviente y divina, como una diosa llamada Gaia o Madre Tierra. Pero está mal adorar a la tierra si Dios la creó. Deberíamos adorar al Creador, no a algo que él creó. Del mismo modo, es tonto confiar en la astrología o leer horóscopos como si las estrellas controlaran nuestro destino. Dios creó las estrellas. Dios controla nuestro destino; las estrellas no. La vida creacionista rechaza toda forma de adoración a la naturaleza.
Aun así, aunque la creación no es una diosa o un dios, sí le pertenece a Dios, por lo que no podemos tratarla de la forma que queramos. La Biblia dice: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1). Esta es la creación de Dios y la propiedad de Dios, por lo que debemos tratarla con respeto. Dios valora a todos sus animales, incluso al más pequeño, y eso significa que debemos tratar a los animales con cuidado. Podemos comer carne o usar productos de origen animal para vivir, pero no hay lugar para la crueldad o la destrucción innecesaria de los animales.
Cuando vivimos la verdad de la creación, trataremos a esta tierra con cuidado. La Biblia nos enseña a pensar en la tierra como un jardín. Una clase de jardín es aquel del tipo que produce alimentos: un jardín de frutas o verduras. Y ciertamente la tierra es un jardín en ese sentido. Dependemos de los recursos de la tierra para sustentar nuestras vidas. No podemos dañar el agua, el suelo y el aire sin dañarnos a nosotros mismos. Así que será mejor que cuidemos muy bien este jardín en el que vivimos, ya que es la manera en la que Dios satisface nuestras necesidades físicas.
La tierra también es un jardín en otro sentido. Algunas personas disfrutan tener un jardín de flores. No comen de ello; lo mantienen simplemente por su belleza. Disfrutan de los colores brillantes y del encantador aroma de las flores. Del mismo modo, algunas partes de la creación no producen mucha comida o tienen mucho valor económico. Simplemente son bellas muestras de la creatividad de Dios, hechas para su deleite y para el nuestro. Dios creó la tierra no solo para producir alimentos, sino también para mostrar belleza.
Si tienes creencias precisas sobre cómo creó Dios el mundo, pero luego arrojas basura por la ventana cuando conduces por el camino, ¿de qué sirven tus creencias? ¿Qué piensa el Creador? Tú y yo no tenemos derecho a desfigurar o vandalizar la belleza de lo que él ha creado. En la vida creacionista, cuidamos la tierra como si fuéramos jardineros. Para nuestra propia supervivencia, tratamos de mantener la tierra productiva y útil. Además, buscamos conservar su belleza.
Entonces, ¿qué hay de ello? Las encuestas de opinión pública dicen que la mayoría de nosotros creemos en la creación. Pero ¿estamos viviendo la verdad sobre la creación? Sé que me he quedado corto, y sospecho que tú también. Hemos pecado contra Dios, contra las personas y contra el resto de la creación. Necesitamos ser perdonados, y tenemos que cambiar. Necesitamos la sangre de Jesús para lavar nuestros pecados, y necesitamos que el Espíritu Santo de Dios nos ayude, no simplemente a conocer la verdad sobre la creación, sino a hacer que la vida creacionista sea una realidad en nuestras actitudes y en nuestras acciones cotidianas.
Originalmente preparado por David Feddes para los Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.