Malas Palabras (El Tercer Mandamiento, Dr. Feddes)
Malas Palabras por David Feddes
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. (Éxodo 20:7).
Es uno de los problemas más serios del mundo, pero mucha gente no se lo toma en serio. Es absolutamente mortal, y sin embargo, muchos piensan que no es la gran cosa. El problema al que me refiero son las malas palabras, especialmente el mal uso del nombre de Dios.
Podrías estar pensando: "¡Vamos! Contamos con el SIDA, con la delincuencia, con las personas sin hogar, con las drogas, con el abuso infantil y con las guerras. Y ¿te preocupan algunas palabras desagradables aquí y allá? Si quieres hablar de algo importante, bien. Pero ¿limpiar nuestro idioma? ¡Ese es el menor de nuestros problemas! Son solo palabras. "Permíteme mencionar otro asunto que parece bastante pequeño en comparación con los problemas realmente "grandes": las cosas pintadas de graffiti con aerosol en edificios o en el metro. Si tuviera que identificar el problema más grave de nuestras ciudades, el graffiti no estaría en la parte superior de la lista. Las pandillas, las drogas, el desempleo, el embarazo adolescente, el control de las armas--estos son los grandes problemas. En comparación, un poco de pintura en aerosol parece no importar para nada.
Excepto que sí importa. Los sociólogos, los líderes comunitarios y los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley están convencidos de ello. Encuentran que las áreas que toleran el graffiti y la desfiguración de la propiedad son áreas donde el sentido general de orgullo en la comunidad disminuye y la tasa de criminalidad aumenta. Las ciudades han descubierto que cuando mantienen las paredes de un metro recién pintadas y libres de graffiti, la tasa de criminalidad en el metro disminuye. Las comunidades con edificios deteriorados, con basura en las calles y con graffiti en las paredes son comunidades que inculcan el desprecio por la propiedad, por las personas y por el yo. Y ese tipo de actitud da lugar a todo tipo de otros males.
Sería tonto decir que el graffiti es la raíz de todo mal y que deshacerse de él resolvería todo. Pero el graffiti refleja actitudes de desprecio y desesperación que se encuentran en la raíz de otros males, y refuerza esas actitudes.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con abusar del nombre de Dios? Estamos tentados a decir, "Oh, sólo son palabras." Pero las palabras no son sólo los sonidos producidos por las vibraciones de nuestras cuerdas vocales. ¿Sólo palabras? Hay un sentido en el que las palabras lo son todo. Las palabras son la manera en la que expresamos nuestros pensamientos y actitudes. Las palabras son la principal forma de relacionarnos con los demás. Cuando elegimos cuidadosamente nuestras palabras, esto demuestra respeto por uno mismo y por los demás. Pero cuando somos negligentes en cuanto a las palabras que utilizamos, esto muestra que somos descuidados acerca del qué tipo de personas somos y de cómo nos relacionamos con los demás.
Nuestro uso del lenguaje es especialmente significativo en relación con Dios. Una boca que usa el nombre de Dios con ligereza revela un corazón que toma a Dios a la ligera. Una boca que habla el nombre de Dios solo con reverencia, que habla de cosas sagradas con gran cuidado y con el mayor respeto, expresa un corazón que honra a Dios. Quiénes somos y lo que pensamos acerca de Dios se manifiesta en cómo hablamos.
Así como el graffiti muestra desprecio no solo por la propiedad, sino también por nosotros mismos y por los demás, el mal uso del nombre de Dios muestra no solo desprecio por las palabras, sino desprecio por nosotros mismos y por Dios. Así como el graffiti es un síntoma externo de una actitud interna que causa todo tipo de otros problemas, usar mal el nombre de Dios es un síntoma externo de una actitud interna que descansa en la raíz de casi todos los problemas en el mundo de hoy.
Cuando no tomamos a Dios en serio, ¿podemos tomar a alguien o cualquier otra cosa en serio? Cuando el nombre de Dios no es sagrado, ¿qué es sagrado? Cuando no nos importa ofender a Dios, no nos preocupan demasiado los sentimientos de los demás. Cuando rociamos graffiti sobre el nombre de Dios y atacamos su honor, agregamos a una atmósfera general de desprecio hacia Dios que engendra todo tipo de comportamiento impío y antisocial imaginable.
Si crees que estoy exagerando el significado de todo esto, tu problema no es conmigo. Es con Jesús. Él es quien pone tanto énfasis en las palabras, no yo. Él es quien declara que lo que decimos revela quiénes somos y dónde estamos en relación con Dios. Escucha lo que Jesús dice en Mateo 12:34-37.
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
De acuerdo con Jesús, las palabras son la evidencia de lo que hay en el corazón. Las palabras son la evidencia que nos absolverá o nos condenará. Las palabras son evidencia de salvación o de condenación.
Cuando Dios dio los Diez Mandamientos, ordenó, "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano" (Éxodo 20:7). Todo tipo de problemas provienen del descuido con las palabras y del desprecio por Dios, pero este es el problema: Dios mismo es insultado, y él "no dará por inocente al que tomare su nombre en vano".
He conocido personas con un lenguaje terrible, personas que usan mal el nombre de Dios en casi cualquier otra oración. A veces, cuando descubren que no solo soy Cristiano sino que soy un predicador, se avergüenzan y se disculpan. Ellos dicen: "Oh, no me di cuenta. Lo siento si te he ofendido". Bueno, ofenderme es el menor de sus problemas. Deberían preocuparse menos por lo que yo podría pensar, y más acerca de lo que Dios piensa.
El Señor es santo, y su nombre es santo. Y de esta manera siempre debemos hablar de él con reverencia, nunca con descuido o desprecio. Dios ordena, "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano". Para entender lo que Dios prohíbe en este mandamiento, algunos señalemos algunos abusos comunes del nombre de Dios.
Abusos del Nombre de Dios
El primero, y quizás el peor, es la blasfemia. La blasfemia arrastra deliberadamente el nombre del Señor a través del barro, mofándose, insultando y burlándose de Dios, hablando de él con odio y desprecio. Algunas personas atacan furiosamente al Dios retratado en la Biblia, diciendo que no pueden creer en un Dios así. Algunos autores mal hablados retratan a Jesús como un fraude despreciable. Las películas y los comediantes a veces se ríen burlándose de las historias bíblicas acerca de las verdades sobre el Señor. Todas estas son variedades de blasfemia, ataques deliberados y directos sobre el nombre, la reputación y el honor de Dios.
Otra forma de abusar del nombre de Dios es el descuido. Algunas personas usan el nombre de Dios como una exclamación, una forma de condimentar su lenguaje. Dicen "Dios mío", no como el inicio de una oración, sino como una forma de mostrar sorpresa. Dicen: " Dios mío", no en alabanza por la bondad de Dios, sino para expresar un leve asombro. Usan las palabras "Dios Todopoderoso" y "Jesucristo", no para invocar al Maestro del cielo y de la tierra, sino para agregar algo de fuerza y emoción a lo que están diciendo. Algunos usan la palabra "Dios" en cada frase o dos para dar puntuación, casi como una coma o un punto hablado. Esto muestra una lamentable falta de vocabulario y de creatividad, pero también muestra una falta de respeto por Dios. Usar el nombre de Dios casualmente y descuidadamente es una violación al mandamiento de Dios.
Otra violación es maldecir. ¿Qué es maldecir? Es hablar como si tuviéramos el control de la ira y de los castigos de Dios. Si hablas de condenación o le dices a alguien que se vaya al infierno, estás invocando una maldición que solo Dios mismo puede llevar a cabo. Solo Dios puede condenar a una persona al dolor eterno del infierno. No tiene sentido anunciarle a nadie una maldición tan terrible. Pero tal vez dices: "Son solo palabras. No me refiero a nada". ¿No quieres decir nada al decir eso? ¿Crees que puedes hablar del infierno o de la maldición de la forma en que puedes decir "guau" o "ay que pena"? Hablar estas maldiciones terribles y usar palabras que se usan correctamente solo como advertencias solemnes sobre el juicio de Dios, muestra que no tomas en serio al Juez del universo. Las maldiciones son un mal uso del nombre de Dios y una violación al mandamiento de Dios.
Otra forma de usar mal el nombre de Dios es a través de eufemismos, usando expresiones que no son tan discordantes como la palabra lo expresa realmente. Puede que seas demasiado cortés como para "condenar" algo, entonces en su lugar lo "maldices". Eres precavido de usar mal el nombre "Jesús", entonces dices "Gee" o "Jeez" en su lugar. No quieres decir "Dios" simplemente como una exclamación, por lo que dices "golly" o "gosh" en su lugar. Pero el uso de eufemismos puede ser una forma más educada y "respetable" de abusar de Dios.
Tal vez tengas la tentación de decir: "¡Dame un respiro! ¡Relájate! No es tan grave, ¿o sí? Son solo palabras". Ese es mi punto exactamente: solo palabras. Cuando hablas como si Dios y Jesús fueran solo palabras, muestras que Dios y Jesús no son una realidad viviente y personal para ti. Cuando hablas como si condenado e infierno fueran solo palabras, haces luz del terrible juicio que le espera a los enemigos de Dios que, de hecho, serán condenados al infierno.
¿Solo palabras? "No dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano". ¿Solo palabras? "De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio", dice Jesús. "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". El mal uso del nombre de Dios no solo es una falla en la etiqueta o un defecto en el vocabulario. Es un insulto a Dios. Es un síntoma de que estamos fuera de contacto con quién es Dios realmente en su santidad y majestad.
Disculpa que he tenido que ser tan directo y específico acerca de todo esto. Al describir los usos indebidos del nombre de Dios, corro el riesgo de utilizarlo mal. Pero quiero que veas claramente las formas en las que algunos patrones de discurso comunes, cosas en las que probablemente no piensas dos veces, son violaciones del mandamiento de Dios.
Abusos Religiosos del Nombre de Dios
Hasta ahora, hemos analizado algunas de las formas más irreligiosas en las que se usa mal el nombre de Dios, pero, es triste decir que también es posible usar mal el nombre de Dios en formas que parecen bastante religiosas.
Un ejemplo es invocar el nombre de Dios para promover nuestros propios intereses. Ciertos tipos de predicadores y de creyentes son aficionados a decir: "El Señor me reveló esto" o "El Señor me dijo que hiciera eso". Hace un tiempo, vi a un predicador de televisión decir: "El Señor me reveló que hará grandes cosas si solo 300 personas que miran este programa llaman y dan $300 en la próxima hora". Ese puede ser un buen truco para recaudar $90,000 en menos de una hora, pero ¿fue una revelación directa del Señor? Decir "El Señor me dijo tal o cual cosa" es una forma efectiva de manipular a los demás y de reclamar la autoridad divina para ideas propias, pero también es un uso vergonzoso indebido del nombre de Dios.
El nombre de Dios puede ser usado mal incluso en la charla de Dios que usamos en la iglesia. En Eclesiastés 5:1-3, la Biblia dice,
Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
Congregante, elige tus palabras cuidadosamente. Asegúrate de escuchar a Dios antes de comenzar a hablar de él. No digas ninguna oración ni cantes ninguna canción que realmente no quieras decir en serio. Cuando empiezas a decir palabras sagradas por hábito irreflexivo, estás haciendo un uso indebido del nombre de Dios. Cuando pronuncias oraciones cansadas y prolijas, no estás impresionando a Dios. Lo estás insultando. Jesús dice: "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7). Cuando ores, dile a Dios lo que hay en tu corazón y luego guarda silencio. El Señor prefiere escuchar una oración honesta y sincera que una hora de palabras vacías.
Eclesiastés 5 nos advierte que usemos la palabra de Dios con moderación y que no digamos nada que no queremos decir enserio. Luego continúa advirtiéndonos que no hagamos promesas que no podamos cumplir.
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas ... que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios (5:4-7).
El nombre de Dios puede ser usado mal en los votos, en los juramentos y en las promesas que hacemos en ceremonias religiosas. Cuando se hacen promesas durante el bautismo, Dios toma sus promesas en serio, incluso si las dijiste solo para que pudieras llevar a cabo una costumbre familiar. Cuando se hacen votos matrimoniales en la presencia de Dios, Dios te toma en serio. Si das marcha atrás en esas promesas, no solo traicionas a tu cónyuge, sino que también abusas del nombre de Dios. Tal vez quieras decir: "Mi voto fue un error. Y además, solo son palabras". Pero déjame decírtelo de nuevo: las palabras lo son todo. Las palabras son el material del que están hechas las relaciones. Cuando rompemos nuestra palabra y deshonramos el nombre de Dios, destruimos nuestra relación con los demás y con Dios. Cada palabra se pronuncia en la presencia de Dios. Así que di lo que quieres decir, y dilo enserio.
Llevando todo esto un paso más allá, hay un sentido en el que, si eres Cristiano, realmente no deberías necesitar de ningún voto o juramento especial. Si llevas el nombre de Cristiano, todo lo que dices se refleja en el nombre de Cristo. Solo asegúrate de que tus palabras sean verdaderas y de que tus promesas sean confiables, y harás más por honrar el nombre de Dios que cualquier cantidad de juramentos de que estás diciendo la verdad. Como Jesús dice: "Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede" (Mateo 5:37). No sirve de nada tratar de probar tu veracidad invocando el nombre de Dios, jurando sobre una pila de Biblias o jurando por cualquier otra cosa. Solo sé sincero. Está mal usar el nombre de Dios para jurar por él a fin de apoyar tu propia falta de credibilidad.
Vivimos en una época que tiene tan poco conocimiento de los Diez Mandamientos, tan poco respeto por las palabras, y tan poco respeto por Dios, que apenas nos damos cuenta cuando estamos usando mal el nombre de Dios, y mucho menos de lo serio que es esto. Necesitamos sentir una vez más toda la fuerza de ese poderoso mandamiento: "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano".
Invocando el Nombre de Dios.
Pero Dios no quiere que nos detengamos allí. Él no quiere que estemos satisfechos solo con limpiar un poco nuestro idioma. Eso es esencial, por supuesto. Dios quiere que evitemos la blasfemia, las palabras descuidadas, las maldiciones, los eufemismos, las charlas vacías de Dios, las oraciones balbuceantes, los votos irreflexivos y todo lo demás. Pero lo que Dios realmente quiere es que nos convirtamos en el tipo de personas que usan su nombre correctamente, que lo invocan para nuestra salvación y que lo alaban con alegría.
Sin embargo, esto no es algo que podamos hacer simplemente si nos dicen que lo hagamos. Si estamos haciendo mal uso del nombre de Dios, esto demuestra que tenemos un problema en el interior. Nuestras palabras corresponden a lo que está en nuestros corazones. Como dice Jesús, "de la abundancia del corazón habla la boca". Y por sí mismo, el mandamiento de Dios no puede cambiar lo que está en nuestros corazones. Al condenar el mal uso del nombre de Dios, el mandamiento señala los síntomas muy bien, pero no cura la enfermedad más profunda: una falta de respeto por Dios y una mala relación con él. La ley de Dios puede mostrarnos nuestro problema, pero no puede resolver el problema ni cambiarnos en el interior.
Algo tiene que suceder en nuestro corazón. Necesitamos que Dios nos perdone y nos transforme a través de la fe en Jesucristo y por la obra interna de su Espíritu Santo. La ley de Dios puede señalar nuestro pecado, pero solo Cristo puede quitar nuestro pecado. La ley puede mostrarnos qué está mal con nuestro viejo corazón, pero solo el Espíritu puede darnos un corazón nuevo.
Si has estado usando un lenguaje incorrecto y has comenzado a darte cuenta de lo equivocado que estás, no te limites a elegir tus palabras con más cuidado a partir de ahora. Busca la ayuda de Dios para cambiar la forma en la que te relacionas con él. El mal uso del nombre del Señor conduce a la condenación, pero invocar su nombre en fe conduce a la salvación. Confía en tu corazón en que Jesús está vivo y en que él te trae una vida nueva. Llámalo y pídele que te perdone y te haga una nueva persona. Entonces declara explícitamente que él es tu Señor y Maestro. La Biblia dice,
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación… pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10:9-13).
El nombre del Señor no es solo una cuestión de palabras. Es el nombre el que nos salva, y es el nombre el que nos mantiene a salvo. La Biblia dice: "Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado" (Proverbios 18:10). Dios se reveló a Israel como Yahweh (o "Jehová"), el gran YO SOY, el Señor que está presente. Él se reveló a sí mismo clara y personalmente como Jesús, ese maravilloso nombre que significa "Salvador". "No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Dios reveló el misterio eterno de su ser divino y de su amor como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Su pueblo es bautizado en ese glorioso nombre trino, y recibimos la bendición de Dios en el nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estas formas de referirse a Dios no son solo palabras. Son nombres revelados del poderoso y misericordioso Señor del universo, los nombres por los cuales su corazón de amor llama nuestros corazones, invitándonos a una relación íntima con él y a todas las riquezas de su vida eterna. Así que en lugar de emplear mal el nombre del único que puede salvarte, invoca su nombre en arrepentimiento y confianza, y este gran Dios será tu salvación.
Entonces descubrirás el verdadero objetivo y propósito de tu existencia: glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre. Como Cristiano, busca tu alegría más profunda en exaltar el nombre de Dios. Deja que el mandamiento de Dios te incite a honrar el nombre de aquel que te creó y te salvó. Ora "Santificado sea tu nombre". Canta sus alabanzas. Cuéntale a otros sobre él. Haz todo para la gloria del nombre de Dios. Espera ansiosamente el día en el que "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla" (Filipenses 2:10).
En el Salmo 34, el poeta expresa su deseo de exaltar el nombre de Dios, y él nos llama a usted y a mí a unirnos a él. Cerremos con estas espléndidas palabras:
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre (Salmo 34:1-3).
Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.