El Verdadero Propietario por David Feddes

¿A quién le pertenece el dinero que posees? ¿A quién le pertenece el efectivo de tu billetera? ¿A quién le pertenece tu sueldo o tu ingreso comercial? ¿A quién le pertenece tu cuenta bancaria? ¿A quién le pertenece el derecho de propiedad de tu casa y de tu automóvil? ¿A quién le pertenecen las acciones, bonos, fondos mutuos y otras inversiones de tu portafolio? ¿A quién le pertenece todo esto? Podrías decir: "Eso es obvio. Es mío, por supuesto. Es mi dinero en efectivo, mi cheque de pago, mi cuenta bancaria, mi casa, mi automóvil, mi portafolio. Si está en mi poder o a mi nombre, obviamente es mío". No tan rápido. ¿Qué pasa si alguien más es el verdadero propietario, y tú tienes cosas solo para administrárselas?

Hay una gran diferencia en quien posee realmente el dinero que estás administrando. Si el dinero te pertenece a ti y solo a ti, puedes hacer con él lo que quieras. Pero si el dinero es realmente de otra persona y tú solo lo está administrando, entonces tienes que administrar el dinero de la manera en la que lo desea el verdadero propietario, y debes responderle al propietario en cuanto a la forma en la que administras su dinero.

La verdad sobre el dinero es esta: no te pertenece un solo centavo. A mí no me pertenece ni un centavo. A nadie en la tierra le pertenece un centavo. Entonces, ¿de quién es el dinero? El dinero es de Dios, hasta el último centavo. Cualquier dinero que poseamos es nuestro para administrarlo, no para ser los dueños. Debemos administrar el dinero a la manera de Dios, y le responderemos por la forma en la que administremos su propiedad.

¿Eso te suena bien? ¿Te gusta la idea de tratar tu dinero como no siendo realmente tuyo sino como siendo de Dios? Tal vez no. Es posible que prefieras que Dios se mantenga al margen de tus finanzas. Pero te guste o no, realmente no existe tal cosa como tus finanzas. Sólo existen las finanzas de Dios, el cual te permite administrarlas por un tiempo. Puede que esto no te atraiga al principio, pero tratar tu dinero como el dinero de Dios resulta ser un privilegio y una alegría. Esto honra a Dios y te bendice enormemente.

Manejar el dinero a la manera de Dios es uno de los signos vitales de una relación saludable con Dios. Jesucristo tiene mucho que decir sobre el dinero, y también el resto de la Biblia. El Señor dice cosas sobre la riqueza y el matrimonio, sobre cómo lidiar con las deudas, sobre el gasto y la inversión, y sobre muchas otras cosas. Pero lo más básico con lo que hay que lidiar, lo primero que debes resolver es la cuestión de quién es el verdadero propietario del dinero y de todos los demás bienes que posees.

¿A Quién le Perteneces?

Tu respuesta a esa pregunta depende de tu respuesta a una pregunta aún más básica. La pregunta más básica para todos no es a quién le pertenece el dinero o las propiedades, sino ¿a quién le perteneces tú?

Hay una historia acerca de un misionero que le estaba hablando acerca de Señor Jesús al jefe de una tribu. El jefe intentó impresionar al misionero regalándole caballos, mantas y joyas. Pero el misionero respondió: "Mi Dios no quiere los caballos, las mantas y las joyas del jefe. Mi Dios quiere al jefe".

El jefe sonrió y le dijo: "Tienes un Dios muy sabio, porque cuando yo me entrego a él, él también obtiene mis caballos, mantas y joyas". ¿Entiendes lo que ese jefe entendió? Si le perteneces a Dios, entonces él es dueño de tu dinero y también de todo lo demás. ¿Te has entregado a Jesús en respuesta a su reclamo sobre ti? ¿Crees que Jesús murió en una cruz para pagar por tus pecados? La sangre de Jesús no solo paga por los pecados; paga por ti. Te compra como posesión de Dios.

Dios ya tiene un derecho legítimo de poseer a todas las personas y todas las cosas porque él es el Creador y el dueño de todo. Y si recibes su salvación y confías en la sangre que Jesús pagó como precio de tu pecado, entonces Dios tiene una doble pretensión de poseerte. El Señor es tu dueño tanto como el Creador que te formó y como el Salvador que pagó para traerte de vuelta del pecado. "No sois vuestros. Porque habéis sido comprados por precio." (1 Corintios 6:20).

Si rechazas el reclamo de propiedad de Dios y quieres ser tu yo propio sin responderle al Señor, podrías pensar que eso te traerá más libertad. Pero te ocasionará todo tipo de preocupaciones y problemas, y si nada cambia, finalmente te llevará al infierno. Si eliges pasar tu vida sin Dios, pasarás la eternidad sin Dios.

Pero si aceptas el derecho de propiedad de Dios, si te pones a ti mismo y todo lo que tienes en sus manos, serás bendecido. Cuando le perteneces a Dios, tus problemas son sus problemas. Tus preocupaciones son sus preocupaciones. Él te guiará y te ayudará a prosperar en esta vida y por la eternidad. La clave de la libertad financiera es darte cuenta de que todo tu dinero es de Dios, y la clave de la libertad y del alivio espiritual es saber que no eres tuyo, sino que le perteneces a Jesucristo como su posesión preciada.

Diezmar de lo Primero

Pertenecerle al Señor es una relación espiritual espléndida, pero ser espiritual no significa simplemente tener buenos sentimientos soñadores. Lo espiritual es práctico y afecta todas las áreas de la vida, incluida la financiera. Si le perteneces a Dios, también es lo mismo con todo el dinero y las propiedades que tienes. Y si aceptas a Dios como el propietario de tu dinero, no solo lo pensarás ni lo dirás. Lo demostrarás en lo que realmente haces con el dinero de Dios. De hecho, el primer concepto de un presupuesto bíblico es tu diezmo.

¿Qué es un diezmo? Un diezmo es una parte de tus ingresos que separas para devolverla directamente a la iglesia y a la misión de Dios. Lo conviertes en tu prioridad financiera número uno, incluso antes de pensar en pagar impuestos, comida, ropa, transporte o vivienda. En la Biblia, el diezmo usualmente era el 10% de tus ingresos. Tomar ese diez por ciento de lo primero y devolvérselo a Dios era una forma de reconocer que todos tus ingresos provenían de Dios y que todo era suyo. Si eras agricultor (como lo era mucha gente de la Biblia), le dabas a Dios el primer 10% de tu cosecha, a menudo llamado primicia, antes de que almacenaras algo para satisfacer tus propias necesidades o para venderlo a otros.

Dar tus primeros frutos, tu diezmo, es un acto de compromiso, de acción de gracias y de fe. Es un acto de compromiso porque, al dar ese 10% simbólico, estás diciendo que el otro 90% también le pertenece a Dios, y te comprometes a usarlo de acuerdo con las pautas de la Biblia. Es un acto de acción de gracias porque, al dar el 10%, le estás diciendo gracias a Dios como aquel que te dio todo. Y es un acto de fe porque, al dar el 10%, confías en que Dios generosamente te da más de lo que necesitas y que en el futuro puedes estar bien con menos de la cantidad total de ingresos que él te suple. Cuando las otras necesidades son satisfechas y todavía tienes bastante de sobra, puedes optar por dar mucho más del 10% para la obra del Señor y para las personas necesitadas. Pero ese primer 10% llega incluso antes de abordar tus diversas necesidades. El diezmo es tu testimonio de compromiso, de acción de gracias y de fe.

Ahora, si eso es lo que significa diezmar, ¿qué significa no diezmar? Significa ausencia de compromiso: no honras a Dios como el dueño de tu dinero. Significa ausencia de acción de gracias: no le estás agradeciendo a Dios por lo que te ha dado. Significa ausencia de fe: no estás mostrando confianza en que Dios suplirá todo lo que necesitas y mucho más, incluso si te desprendes del 10%. Si no das nada, o si tu ofrenda proviene del cambio que te sobra en lugar de convertir el diezmo en tu prioridad financiera número uno, entonces tienes un problema espiritual. El diezmo es lo mejor de tus ingresos, no lo que sea ​​que quede en el fondo del barril. Si estás en sintonía con Dios, dale las primicias, no las sobras.

Robándole a Dios, Robándote a ti Mismo

Ahora, cuando hablo sobre el diezmo, puedes sospechar acerca de mis motivos, y no te culpo. En algunos ministerios de radio y televisión, los programas sobre el reclamo de Dios sobre tu dinero incluyen apelaciones para hacer grandes donaciones a ese ministerio en particular. Pero ese no es el caso aquí. No soy un recaudador de fondos. Dale tu diezmo a una buena iglesia local y a otros ministerios que honren a Dios, y serás abundantemente bendecido por tus ofrendas, incluso si nunca das un centavo para este programa. Mi objetivo no es recaudar fondos para la Hora de Regreso a Dios, sino elevar tu relación con Dios a un nivel superior. Quiero que Dios sea ​​honrado y que tú seas bendecido mientras das el diezmo y reconoces al Señor como dueño de todo lo que tienes.

Quiero evitarte la experiencia de una pareja casada con la que hablé. Hablé con ellos por primera ocasión hace algunos años. Sus finanzas eran ajustadas. Ambos tenían trabajo, pero no podían salir adelante. Sentían que no podían darse el lujo de darle una cantidad significativa a Dios. Ese año solo daban veinte dólares a su iglesia. Mientras tanto, todos los meses gastaban más que eso en televisión por cable. Cuando recibieron un reembolso de impuestos por correo, lo gastaron de inmediato en un nuevo dispositivo electrónico que realmente no necesitaban.

Cuando escuché acerca de esta misma pareja años más tarde, sus finanzas no habían mejorado. Todavía estaban comprando por impulso, todavía no podían ahorrar dinero, y aún no le daban mucho a Dios. Las lesiones en el trabajo, los problemas del automóvil, otros gastos inesperados y las tensiones en su matrimonio hicieron que sus finanzas se hicieran más complicadas y les hicieron la vida difícil. Lo peor de todo es que se sentían vacíos y sin rumbo en relación con Dios.

No deseo juzgar a esta pareja, pero me pregunto cuántos de sus problemas surgieron porque no honraron a Dios como el dueño de su matrimonio y el dueño de su dinero. Si hubieran empezado a diezmar hace años, una bendición hubiera sido aprender a administrar el otro 90% del dinero de Dios más sabiamente. Otra bendición hubiera sido una sensación más completa y profunda de ser amigos y compañeros de Dios. Al no diezmar, le robaron a Dios y se privaron de la bendición de Dios.

En el libro bíblico de Hageo, Dios les habló a personas que querían casas de lujo para sí mismas, pero que no tenían prisa por dar algo para la casa de Dios, el templo. De alguna manera, sin importar cuánto dinero ganaran, éste parecía desaparecer más rápido de lo que podían ganarlo. Incluso cuando lograban comprar cosas, esas cosas no los satisfacían. Dios dijo: "Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto" (Hageo 1:5-6). ¡Que ilustrativo! Incluso si te entra dinero, puedes volver a salir como si tuvieras agujeros en el fondo de tu bolso. Tu comida en realidad no te nutre, tu ropa realmente no te hace sentir cómodo, y siembras grandes inversiones, pero cosechas pequeños beneficios.

Eso es lo que sucede cuando solo piensas en ti mismo e ignoras a Dios como el dueño de todo. Dios puede dejar que tus finanzas se agoten o puede permitir que tu dinero y tu lujo aumenten, pero no te permite sentirte feliz y contento con él. No puedes robarle a Dios sin robarte a ti mismo. Escucha estas palabras del libro de la Biblia de Malaquías:

"Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos."

"Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?".

"¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado".

"Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?'".

"En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde" (Malaquías 3:7-10).

¿Te gustaría que Dios te inundara de bendiciones? ¿Te gustaría estar libre de preocupaciones financieras y tener más que suficiente para el cuerpo y para el alma? Entonces no trates de robarle a Dios reclamando tu dinero como propio.

Prueba a Dios. Averigua si realmente dice enserio lo que dice. Entrégate a ti mismo y entrégale a él tus asuntos financieros, y ve lo que sucede. Responde la pregunta: "¿De quién es el dinero?" diciendo, "Es tu dinero, Señor". Y no solo lo digas con tu voz. Dilo con tu diezmo, dándole a Dios la primera y mejor parte de lo que ya es suyo.

Dios No Necesita Ofrendas

¿Por qué nos dice Dios que le demos el diezmo y las ofrendas? No es porque necesite dinero de nosotros. Dios dice: "Mía es la plata, y mío es el oro" (Hageo 2:8). Si pudieras darle a Dios 300 toneladas de oro, 600 toneladas de plata, además de montones de gemas preciosas, no le estarías dando a Dios nada que no fuera suyo. De hecho, cuando el rey David estaba reuniendo materiales para su hijo Salomón para construir el templo del Señor, David y otros oficiales importantes en verdad dieron 300 toneladas de oro, 600 toneladas de plata y muchas joyas invaluables. No lo dieron a regañadientes. "De todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente". ¿Y qué oró David cuando le ofreció esta gran riqueza al Señor? David dijo,

Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo... Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos (1 Crónicas 29:12-14).

Esa debería ser la oración de todos los hijos de Dios al ofrecerle ofrendas al Señor: "de lo recibido de tu mano te damos". Nunca pensemos que Dios necesita nuestras ofrendas, y que le estamos haciendo un gran favor. Simplemente estamos devolviéndole un poco de lo que nos ha dado. Somos como niños pequeños que no podemos permitirnos comprarle un regalo de cumpleaños a nuestro padre a menos que primero él nos dé su dinero para hacerlo. Cada vez que le damos una ofrenda a Dios, es la propia riqueza de Dios la que paga por ella. Como un Padre amoroso, Dios disfruta los regalos de sus hijos, pero disfruta los regalos como expresiones de nuestro amor y lealtad, no como recursos que necesita de nosotros desesperadamente.

Si el Señor necesitara nuestro dinero desesperadamente, estaría más interesado en las personas adineradas que en las pobres viudas. Pero ese no es el caso. Un día, Jesús vio a un grupo de hombres ricos dar grandes cantidades de dinero en el templo. Luego vio a una pobre viuda poner dos monedas pequeñas de cobre que no sumaban ni un centavo. Pero a Jesús le gustó más la ofrenda de ella. ¿Por qué? Porque los hombres ricos daban el dinero que podían ahorrar fácilmente, mientras que la viuda daba todo lo que tenía en ese momento. Eso es lo mucho que amaba y confiaba en Dios. Jesús está más interesado en lo que muestra nuestro dar sobre nuestro amor por Dios que en el tamaño real de nuestra ofrenda. Él quiere nuestros corazones profundamente; él no necesita nuestro dinero desesperadamente.

En los tiempos del Antiguo Testamento, una parte de la adoración se basaba en traer sacrificios de animales. A veces las personas estaban tentadas a pensar que Dios de alguna manera necesitaba estos animales, que le estaban haciendo un gran favor al traer sacrificios, y que Dios estaba en deuda con ellos. A tales personas, Dios les dijo: "No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabríos de tus apriscos. Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud "(Salmo 50:9-12). ¿Cómo podemos hacerle favores a Dios cuando él ya posee el mundo y todo lo que hay en él? No podemos. Entonces, ¿por qué darle ofrendas al Señor que ya tiene todo? Para demostrar y profundizar nuestro compromiso, agradecimiento y fe de una manera que complazca a Dios y lo honre como el dueño legítimo de todo lo que tenemos. Si eres un administrador del dinero de Dios y tu objetivo es complacerlo en todas las decisiones financieras, entonces el dinero, que de otro modo alejaría tu corazón de Dios, se convierte en un medio para fortalecer tu caminar diario con el Señor.

Un Corazón para Dios 

Usar el dinero de Dios para la gloria de Dios es una forma maravillosa de expresar lo que hay en tu corazón. Diezmar es una parte de administrar el dinero de la manera de Dios, y espero que ahora estés convencido de eso. Pero déjame añadir una advertencia. Incluso si diezmas, esto no garantiza que honres a Dios como el dueño de todo tu dinero, y no necesariamente significa que tu corazón esté en sintonía con Dios. Es posible dar grandes sumas de dinero con motivos equivocados.

En la época de Jesús, los fariseos eran un grupo religioso que intentaba ganarse la aprobación de Dios al seguir las reglas religiosas a la perfección. No estaban motivados por la confianza y por el amor a Dios o por la justicia y la misericordia hacia otras personas. Eran legalistas auto justificados. Jesús no tenía mucho que decir acerca de los fariseos, pero sí dijo una cosa buena acerca de ellos: diezmaban. Eran tan estrictos con el diezmo, tan insistentes en dar exactamente una décima parte, que pasaban incluso por los artículos más pequeños, como las especias de la alacena, para asegurarse de que le fuera pagado su diezmo a Dios. Pero mientras contaban especias, estaban descuidando cosas que son mucho más importantes para Dios: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Sus corazones estaban fuera de sintonía con Dios. Esto no significaba que debían dejar de diezmar, dijo Jesús. El diezmo era bueno, pero necesitaban entregar sus corazones a Dios e incrementar su preocupación sincera por los demás (Mateo 23:23).

Dios quiere que tu diezmo sea un testimonio tangible de que él posee todas tus finanzas y todo tu corazón. La Biblia nos ofrece el ejemplo de personas que "con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas". ¿Qué las hizo tan generosas con el dinero? La Biblia dice que antes de dar el dinero, "a sí mismos se dieron primeramente al Señor". La Biblia continúa enseñando que nuestro dar proviene de la gracia de Dios en nuestras vidas y dice: "abundad también en esta gracia". No des porque tienes que hacerlo como un requisito de la ley de Dios sino porque quieres hacerlo en respuesta a su gracia. "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:5-9).

Todo se reduce a aceptar que le perteneces a Cristo y a confiar en que su sacrificio te hace eternamente rico en todos los sentidos. He enfatizado que a Dios le pertenece tu dinero y todo lo demás que tienes, pero esto es realmente sorprendente. Cuando aceptas que Dios posee todo lo que es tuyo, ¡resulta que eres dueño de todo lo que es de Dios! La Biblia les dice a los Cristianos: "Porque todo es vuestro... y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (1 Corintios 3:21, 23). "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Romanos 8:32) ¿Crees que el Señor se ha dado a sí mismo y que ha dado todo lo que es suyo para ti? Si es así, entrégate a ti mismo y entrégale a él todo lo que te pertenece. Da con un corazón alegre, confiando en que Dios te ha dado todo, no solo las riquezas materiales, sino también las riquezas eternas en Cristo.

Es posible que tengas una serie de problemas financieros que desees resolver o diferentes oportunidades que desees perseguir. Pero primero lo primero. Antes de lidiar con un problema o con asunto financiero en particular, primero confía en Dios y conviértete en su compañero. Por fe, acepta todo lo que él tiene, y por fe entrégale a él todo lo que tienes. La Biblia deja en claro que este es un gran negocio. No puedes perder "Porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra" (2 Corintios 9:7-8).

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 

Última modificación: martes, 16 de enero de 2018, 09:01