Cuando Dios Ordeña Vacas por David Feddes

¿Alguna vez has visto a Dios ordeñar vacas? Yo sí. También he visto a Dios arreglar motores de automóviles y preparar comidas deliciosas. Incluso he visto a Dios tirar la basura en un camión de basura.

¿Cómo era Dios? Bien, cuando vi a Dios hacer estas cosas, no lo vi vistiendo un uniforme celestial con las letras DIOS cosidas en el bolsillo. Cuando Dios ordeñó las vacas, vi los pantalones de mezclilla y las botas de un granjero lechero. Cuando Dios arregló el automóvil, vi las manos hábiles y las uñas ennegrecidas de un mecánico de automóviles. Cuando Dios cocinó, vi la cara y la ropa de mi esposa. Cuando Dios sacó la basura, vi la chaqueta y los guantes de los recolectores de basura locales. En cada caso, Dios estaba trabajando disfrazado de un hombre o una mujer que hacía un trabajo que beneficiaba a otros.

Es posible que no siempre reconozcas a Dios detrás de estos diversos disfraces. Cuando ves a otras personas trabajar en algo, o cuando ves tu propio trabajo, es posible que no veas al Señor del universo en acción. Pero la realidad es que cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando.

Piensa en la leche, por ejemplo. Cuando un granjero ordeña vacas, Dios mismo está ordeñando las vacas. Cuando los criadores de ganado desarrollan mejores líneas de ganado, y cuando las manufacturas fabrican mejores equipos para alimentar y ordeñar, Dios mismo está aumentando el suministro mundial de leche. Cuando los trabajadores de una planta de leche procesan la leche, Dios mismo hace que la leche sea más segura de beber. Cuando un camionero reparte cajas de leche en las tiendas, Dios mismo está transportando la leche. Cuando el gerente de una tienda y el empleado de la caja ponen la leche a disposición de los clientes, Dios mismo lleva la leche a quienes la necesitan. Cuando un padre vierte un poco de leche en un vaso, sonríe y se lo da a un niño, Dios mismo la está sirviendo y sonriendo. Y así, a pesar de que la leche ha llegado al niño a través del esfuerzo de muchas personas diferentes, es absolutamente correcto que el niño se incline a la hora de comer y le agradezca a Dios por ello.

¿Cómo sabemos que Dios está involucrado en todas las diferentes tareas de llevar leche a un niño? Bueno, la Biblia dice: "Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo" (Salmo 145:15). Esto significa que todos los alimentos y bebidas, incluso todos los vasos de leche, son provistos por Dios. Y si Dios los proporciona, entonces Dios está trabajando en cada tarea de la secuencia completa que reparte la leche.

Esto es cierto no sólo acerca de la leche, sino de todo lo bueno que nos gusta. La Biblia dice que toda buena dádiva proviene de lo alto, del Padre de las luces (Santiago 1:17), así que todo lo bueno que viene hacia ti través del trabajo de otras personas y todo lo bueno que fluye hacia otras personas a través de tu trabajo es un regalo de Dios. Cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando.

Diseño Divino

Ordeñar vacas, arreglar carros, preparar comidas y recoger la basura son actividades prácticas, pero el Rey del cielo está trabajando en ellas. El trabajo que vale la pena no es solo humano; es divino. Si te encuentras dentro de un grupo de trabajadores de una compañía, vas a pasar mucho tiempo este año haciendo tu trabajo. Incluso cuando estás en casa, pasarás mucho tiempo haciendo tareas domésticas. ¿Cómo afectaría tu nivel de energía y tu satisfacción laboral si percibieras que tu trabajo era realmente el trabajo de Dios? A Dios no solo le importa que ores y vayas a la iglesia el domingo por la mañana. Dios está activo toda la semana donde sea que las personas estén trabajando. ¿No te gustaría pasar cada hora de trabajo y todos los días del calendario de este año sabiendo que cuando estás trabajando, Dios mismo está trabajando?

El trabajo no siempre es glamoroso, pero es glorioso, porque Dios está en él y lo usa para bendecir a los demás. Si estás involucrado en la agricultura y en la industria alimenticia, Dios te está usando para nutrir a las personas. Si trabajas para una compañía de automóviles o para un taller de reparaciones, Dios te está utilizando para ayudar a las personas a viajar a donde necesitan ir. Si eres un padre que cocina, cambia pañales o limpia narices, Dios te está usando para cuidar niños preciosos. Si sacas la basura de las casas de las personas, friegas los pisos o limpias los inodoros, Dios te está utilizando para crear un ambiente más limpio, fresco y saludable en el que las personas puedan vivir. Cuando una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando.

Veo a Dios haciendo todo tipo de trabajo, y si prestas atención, también verás a Dios trabajando. Verás que Dios prescribe medicamentos, vierte cemento, conduce un coche de policía, trabaja con computadoras, instala alfombras, dirige reuniones de negocios, pilotea aviones, lava ventanas, enseña en la escuela, ensambla partes, hace ropa, realiza investigaciones y hace otras mil cosas. Cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando.

Deja que eso penetre: Cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando. Créelo y déjalo transformar tu perspectiva. No tomes las cosas buenas de tu vida por sentado; en cambio, alaba a Dios y aprecia a otras personas por todo el trabajo que te brindan estas cosas. No veas tu propio trabajo como aburrido o degradante; en cambio, regocíjate de que Dios mismo está trabajando a través de ti y usando tu trabajo para beneficiar a los demás. Valora el trabajo de otras personas y valora tu propio trabajo como la manera en la que el Creador cuida a sus criaturas.

¿Eso suena irreal? ¿Sinceramente puedes tener una actitud tan positiva hacia el trabajo? Es fácil para alguien en un estudio de radio decir que Dios ordeña vacas--pero ¿se siente tan divino si eres el tipo que se arrastra fuera de la cama a altas horas de la madrugada para ordeñar a un puñado de Holstein de cabeza dura día tras día, mes tras mes, año tras año? Es fácil para un predicador hablar de las glorias del trabajo, pero ¿parece tan glorioso para los trabajadores fúnebres que están atrapados en trabajos que odian? Es fácil decir que cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando, pero ¿qué pasa si te encuentras trabajando con un grupo de personas negativas y desagradables que son todo menos divinas? Suena dulce decir que Dios usa el trabajo de las personas para ayudar a otros, pero ¿qué hay de aquellos que ponen toda su energía en ocupaciones que son inútiles o incluso dañinas para otros? ¿Y qué pasa con las personas que explotan a los trabajadores y que se enriquecen con su trabajo mientras éstos trabajan demasiado y les es pagado de menos? Esas son preguntas importantes, y nos ocuparemos de algunas de ellas un poco más tarde, pero pongámoslas en espera por ahora.

Antes de abordar las dificultades, primero tenemos que aceptar el hecho básico de que el trabajo en sí mismo es algo bueno. El trabajo no es solo un mal necesario; es bueno, incluso es algo que se parece a Dios. La rebelión contra Dios puede convertir el trabajo en algo malo, pero el trabajo en sí mismo es bueno. Es una gran parte del diseño de Dios para nosotros, y es aún una manera en la que Dios trabaja a través de nosotros. El trabajo es divino. Si tenemos la visión para ver esto, cada tarea que hacemos brilla con un nuevo significado.

Desarrollo Fructífero

Hace mucho tiempo, Dios creó el mundo y lo llenó de seres vivos. Luego creó la humanidad, tanto masculina como femenina, a su propia imagen. Desde el principio, Dios quiso que trabajáramos. La Biblia dice que Dios puso a Adán y Eva "en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase" (Génesis 2:15). "Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla" (Génesis 1:28). Dios quería que la humanidad fuera fructífera al tener hijos y también que fuera fructífera en otro sentido: al descubrir, inventar y trabajar, al ser productiva y reproductiva, al llenar la tierra y al desarrollar sus recursos.

Ahora hay miles de millones de portadores de la imagen de Dios en la tierra, y constantemente estamos haciendo nuevos descubrimientos y generando inventos fructíferos que hacen un uso más completo del mundo que nos rodea. Hemos descubierto que las plantas son buenas para comer, y siempre estamos encontrando maneras de hacerlas crecer en cantidades mayores que nunca antes. Hemos desarrollado el ganado doméstico, que nos proporcionan leche, carne, cuero, lana y otras cosas. Convertimos hierbas comunes en medicinas, moldes en antibióticos. Hemos tomado al petróleo, que una vez era nada más que pegajosa suciedad negra en el suelo, y lo convertimos en algo que alimenta nuestros autos y calienta nuestras casas. A partir de simple arena, hemos fabricado microchips de silicón para computadoras.

Hemos aprovechado el fuego y la electricidad. Hemos inventado luces que hacen que nuestras casas sean tan luminosas como el día después de que se pone el sol. Hemos pasado de caminar a montar, de nadar a navegar, de barcos de vapor a transatlánticos, de carruajes tirados por caballos a locomotoras a automóviles, y ahora incluso podemos volar. Hemos descubierto ondas electromagnéticas; enviamos satélites al espacio; usamos teléfonos para hablar con personas lejanas y televisores para ver eventos lejanos. Hemos inventado relojes para medir el tiempo, por lo que podemos coordinar reuniones, líneas de montaje, horarios de aerolíneas y quién sabe qué más. Hemos ideado algo llamado dinero, que nos ayuda a intercambiar bienes y servicios; creamos bancos, bolsas de valores y otras formas de reunir capital. Nuestros inventores e investigadores y nuestros líderes empresariales siguen buscando nuevas cosas para proporcionárselas a las personas y mejores formas de hacerlo.

Todo esto fluye a partir de la poderosa palabra de Dios a nuestros primeros padres para ser fructíferos y someter a la tierra. Él hizo una creación rica y nos dio mucho poder sobre esa creación. No siempre hemos usado nuestro poder apropiadamente, pero el hecho es que lo tenemos, y lo tenemos porque Dios nos lo ha dado.

Dios es quien nos ha dado la capacidad de pensar, planificar y trabajar, y es él quien nos ha dado un mundo que explorar y desarrollar en primer lugar. No hemos creado la materia y la energía; no inventamos la gravedad o la energía electromagnética; no diseñamos átomos, moléculas o cromosomas. No hacemos que el sol brille; no hacemos que el viento sople; no hacemos que el mundo gire. Dios hace todo esto. Pero Dios ha elegido llevar a cabo parte de su trabajo creativo a través de nosotros mientras tratamos de aprovechar el potencial que está en la creación que nos rodea y la capacidad creativa que él ha colocado dentro de nosotros. Dios quiere que seamos fructíferos.

Semejantes a Dios, Conectando con Otros

¿Por qué Dios no nos creó de tal manera que nunca tuviéramos que trabajar? Si él hubiera deseado, podría habernos dado un suministro automático de alimentos que no requiriera trabajo. Dios podría haber construido hogares para nosotros que no requirieran ningún esfuerzo humano. Dios podría haber arrojado nuevos inventos en nuestros regazos cada pocos años sin ninguna investigación o trabajo de nuestra parte. Dios podría habernos diseñado para ser perezosos y estar sentados, comiendo sin hacer otra cosa o no lograr nada nuevo, y podría haber diseñado el mundo para que éste revelara su potencial secreto sin ningún estudio y produjera un invento tras otro sin ningún esfuerzo humano. Dios podría haberlo hecho de esa manera, pero no lo hizo. Quería hacernos a su imagen, y como parte de ser como Dios, estamos diseñados para crear, trabajar y encontrar satisfacción al hacerlo. No estamos diseñados para ser un montón de personas que no hacen nada. Dios nos hizo para ser trabajadores creativos.

Tampoco estamos diseñados para ser completamente independientes entre nosotros. Dios podría habernos creado para que cada persona tuviera su propio mundo privado. En ese caso, cada persona nacería adulta sin necesidad de que los padres hicieran el trabajo duro de criar a los hijos. Cada persona contaría con todos los talentos sin necesidad de las habilidades de otras personas. Cada persona tendría energía ilimitada para hacer todos los trabajos necesarios sin cansarse. Imagínate: solo tú, en tu propio planeta personal, haciendo todo por ti mismo, sin necesitar el trabajo de nadie más, mientras que otras personas, cada una en otro mundo privado, no necesitarían tu trabajo. Dios pudo habernos hecho de esa manera, pero no lo hizo. Hizo un mundo con muchas personas diferentes con diversas habilidades, en el que cada uno necesita el trabajo de los demás y donde el propio trabajo beneficia a los demás. En el diseño de Dios, las personas no son autosuficientes. Dios nos ha unido al darnos a cada uno de nosotros las necesidades que solo otras personas pueden encontrar y al darnos a cada uno oportunidades para satisfacer las necesidades de los demás.

Aquí, entonces, hay dos grandes hechos acerca del trabajo: primero, que nuestro trabajo está diseñado por Dios para ser una expresión de la propia obra de Dios para crear y cuidar su mundo; segundo, que nuestro trabajo está diseñado por Dios para conectar a las personas entre sí y beneficiarse mutuamente. Junta estos dos hechos, y está claro que cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando. Somos compañeros de trabajo de Dios en la creación, sus socios en la providencia, sus manos manteniendo juntos a los humanos.

¿Sólo un Conserje?

Esto significa que cada forma de trabajo honesto y útil es honorable. Tiene dignidad y valor. Si tu trabajo es obra de Dios, ¿cómo podría no tener dignidad? Si tu trabajo ayuda a otros, ¿cómo podría no tener valor?

Tal vez has estado midiendo tu trabajo solo en términos de estatus y dinero. Si tu trabajo no implica un título lujoso o un ingreso alto, puede sentirse bastante bajo. Puedes decir: "Solo soy un conserje" o "Solo un soy una secretaria" o "Solo soy un trabajador de fábrica" ​​o "Solo soy una mesera" o "Solo soy una ama de casa." Puedes sentirte avergonzado porque no tienes una posición bien remunerada y de alto prestigio. ¡Pero abre tus ojos! Mira tu trabajo de la manera en la que Dios lo mira. Trabaja con el entusiasmo y la energía de una persona a través de la cual Dios mismo está logrando algo importante, algo que verdaderamente beneficia a la humanidad.

En nuestra sociedad, los médicos generalmente ganan más dinero y reconocimiento que los conserjes o las secretarias. Me alegra que haya médicos, pero los médicos no son suficientes. A menos que haya gente que limpie las oficinas de los médicos y que los hospitales sean impecables, muchas personas se enfermarán debido a condiciones insalubres. A menos que hubiera secretarias que programaran citas, procesaran documentos y lidiaran con reclamaciones de seguros, los médicos estarían tan abrumados con estos detalles que no podrían ayudar a casi tantos pacientes y ni siquiera podrían ejercer su práctica en absoluto. El trabajo de Dios para restaurar la salud involucra no solo a los médicos sino también a todas las personas que hacen efectivo el trabajo de un médico.

Las personas se necesitan mutuamente y necesitan el trabajo de los demás. Si trabajas en un empleo bien remunerado y de alto prestigio, no te enorgullezcas de reconocer cuánto dependes del trabajo de los demás. Si trabajas en un trabajo mal pagado y de bajo prestigio, no te sientas tan mal como para no ver el valor de tu propio trabajo. Todo trabajo que vale la pena es honorable.

Cuando el Trabajo es una Molestia

Hasta ahora, esto puede parecer demasiado idealista. El trabajo no siempre se siente honorable; a veces se siente humillante. El trabajo no siempre se siente divino; a menudo es una molestia. Hemos estado viendo el trabajo a la luz del diseño original de Dios para éste. Enfrentemos también las cosas que han salido mal a causa del pecado. Cuando las primeras personas, Adán y Eva, se rebelaron contra Dios, el Señor le dijo a Adán que una maldición afectaría su trabajo y lo haría más difícil y menos agradable de lo que hubiera sido de otra manera. Los efectos de la maldición del pecado todavía están con nosotros en la actualidad.

La incomodidad, la frustración y el aburrimiento pueden afectar incluso el trabajo que es obviamente valioso. El trabajo de un fontanero es importante, pero las tuberías de conexión y las aguas residuales con olor no siempre son emocionantes. Un trabajador de fábrica puede ayudar a construir un producto útil, pero hacer lo mismo día tras día puede envejecer. Una oficina corporativa puede proporcionar servicios importantes, pero el trabajador de oficina cuyo trabajo es ingresar nombres e información en una computadora hora tras hora puede cansarse de ello. Voltear hamburguesas o lavar los platos puede ser un trabajo honorable que beneficie a los demás, pero eso no significa que siempre sea emocionante o divertido. Trabajar como consultor o en ventas puede ser útil al ayudar a las personas a descubrir algo bueno que de otro modo podrían haberse perdido, pero todo ese viaje puede ser tedioso.

La maldición del pecado hace que el trabajo sea más difícil y aburrido, y el pecado afecta no solo el trabajo en sí mismo sino también la forma en que las personas se relacionan entre sí. Los empleadores pueden maltratar a los trabajadores y pagarles menos de lo que valen. Los empleados pueden no interesarse por aquellos para quienes trabajan, y volverse perezosos, descuidados y lograr menos de lo que deberían. También puede haber muchas disputas en el lugar de trabajo, por lo que es un lugar miserable.

El pecado también causa que un poco de trabajo y esfuerzo sea orientado hacia la dirección equivocada. Individuos e incluso empresas enteras pueden dedicar sus esfuerzos a comerciar drogas, vender pornografía, desfalcar a las personas a través del juego, matar bebés por nacer, tratar de clonar humanos, y así sucesivamente. Es cierto que cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando, pero también es cierto que cada vez que alguien trabaja en algo perverso, Satanás está trabajando. Satanás tiene muchos compañeros de trabajo en casinos, clínicas de aborto y laboratorios de investigación de embriones. El pecado tuerce nuestros talentos dados por Dios al servicio de los demonios. Las habilidades que deberían ayudar a otras personas son utilizadas para dañar a los demás.

Ahora, si el pecado le ha hecho tanto daño al mundo del trabajo, ¿cómo deberías responder? Puede ser tentador decir que cualquiera que haya sido el diseño original de Dios para el trabajo, es mejor que te olvides de él ahora que las cosas se encuentran en mal estado. Lo mejor sería simplemente establecerse en una rutina sombría de caminar trabajosamente rumbo al trabajo que no te gusta, estar rodeado de gente que no te gusta, y hacer todo lo que tengas que hacer. Incluso puedes decidir que si todo el mundo está podrido de todos modos, también podrías hacer cosas podridas y tratar de hacerte rico sin preocuparte por si le estás haciendo más daño o mal a otras personas.

Una Mejor Forma

Pero hay una mejor forma. En lugar de adoptar una actitud negativa hacia el trabajo, cree que tus habilidades, tu energía y tus oportunidades son regalos de tu Creador para ser usados para su gloria y para el bien de los demás. Admite que has usado mal los dones de Dios y que no has cumplido con la voluntad de Dios para ti, y pídele al Señor que te perdone y que te ayude a cambiar. Jesucristo vino al mundo no solo para salvar almas para la eternidad, sino también para marcar la diferencia en la vida cotidiana, incluido el mundo del trabajo. La sangre de Jesús es más que suficiente para pagar tu pasado pecaminoso, y su Espíritu Santo es más que suficientemente fuerte como para llevarte hacia un futuro mejor en todo lo que haces. Cuando Jesús te acepta y tu Espíritu vive en ti, puedes experimentar más y más lo que es trabajar para él.

Esto es cierto incluso si estás trabajando para alguien con quien preferirías no estar trabajando o haciendo algo que no es tu actividad favorita. La Biblia les hablaba a las personas que estaban atrapadas en la peor situación de trabajo de todas, los esclavos, y les dijo a estos esclavos Cristianos: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís" (Colosenses 3:23-24). ¿Eso significaba que la esclavitud era buena? No, en otro lugar la Biblia les decía a los esclavos: "si puedes hacerte libre, procúralo más" (1 Corintios 7:21). Aun así, a pesar de que el sistema de esclavitud era malo, trabajar para hacer algo útil todavía era algo bueno. Aquellos que estaban atrapados en el sistema de la esclavitud aún podían trabajar con un sentido real de servir a Cristo y de realizar tareas importantes. No siempre puedes elegir tu línea de trabajo--los esclavos seguramente no podían--pero puedes elegir tu actitud y elegir para quién trabajas realmente: "porque a Cristo el Señor servís".

Cuando confías en Jesús, comienzas a ver todo, incluso el trabajo, desde el punto de vista de Dios. Empiezas a hacer las cosas de la manera en que las harías si estuvieras trabajando para Dios mismo o si Dios mismo estuviera trabajando en ti, porque eso es exactamente lo que está sucediendo. No importa en qué estés trabajando, siempre que produzca algo útil, es obra de Dios, y tu actitud debe estar determinada por el propósito de Dios, no por la actitud del mundo pecaminoso hacia el trabajo.

El trabajo humilde a veces puede pasar desapercibido, pero aún puede ser más importante que ciertos trabajos de prestigio. Los chicos que sacan la basura de la acera frente a mi casa están haciendo un trabajo más importante que un ejecutivo exitoso en una compañía que hace lápiz labial y sombra de ojos, y ciertamente están haciendo un mejor trabajo que los millonarios que dirigen compañías de tabaco y de licores. Una supermodelo hermosa puede obtener más riqueza y fama que la mayoría de las mujeres, pero ¿qué es lo que realmente logra? Ella se pavonea y posa para despertar la envidia en las mujeres y la lujuria en los hombres. Eso puede ayudar a la compañía que la contrató para vender cosas, pero no logra el trabajo de Dios. Una maestra de escuela común o una ama de casa que obtiene mucho menos dinero y fama está haciendo algo mucho más valioso que la modelo. Cuando confías en Cristo y trabajas para él, ves tu trabajo por lo que realmente vale, no solo por lo que un estándar distorsionado y pecaminoso dice que vale la pena.

Cada vez que una persona trabaja en algo que vale la pena, Dios mismo está trabajando. Confía en Jesús como Señor y Salvador. Cree en el Señor Dios como el Creador y Proveedor que ordeña vacas, arregla autos, prepara comidas, acarrea la basura y hace un millón de otras cosas a través de trabajadores humanos. Luego haz tu propio trabajo como un llamado divino, y velo como tu oportunidad diaria de practicar la presencia de Dios.

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 

Última modificación: martes, 16 de enero de 2018, 09:02