Tres Reglas de Oro por David Feddes

El QHJ ha aparecido mucho en los últimos años. QHJ suena como las letras de una estación de radio, pero las personas con QHJ en pulseras, en camisetas y en pegatinas no están tratando de promover una emisora de radio. Para muchos, QHJ es un lema, un recordatorio a preguntarse en cada situación, "¿QHaría Jesús? "Eso puede ser útil. Si QHJ te ayuda a no olvidar al Señor y te recuerda que seas más como Cristo, es bueno para ti.

Pero QHJ tiene sus límites. No quiero desalentar a quienes encuentran útil preguntar: "¿Qué haría Jesús?" pero debemos cuidarnos de posibles trampas.

Una desventaja es que QHJ es un generador de dinero. Es una regla de oro en el sentido de que ha generado dinero para los especialistas en mercadotecnia, y esto puede perder su significado. Originalmente la pregunta "¿Qué haría Jesús?" era el tema de un libro superventas de una época anterior llamado En Sus Pasos, por Charles Sheldon. En esta historia ficticia, las personas de un pueblo se transforman de formas maravillosas cuando deciden preguntarse "¿Qué haría Jesús?" antes de hacer algo. Ahora todo el libro ha sido reducido al lema "¿Qué haría Jesús?" El lema ha sido reducido a tres letras, QHJ. Y las tres letras se han convertido en un artículo de moda religiosa que genera dinero en efectivo.

De alguna manera, este proceso tipifica las tendencias de la mercadotecnia Cristiana. El deseo de profundizar en el estudio de la Biblia y en la reflexión cuidadosa disminuye, y aumenta el apetito por la ficción religiosa. Entonces algunas personas ni siquiera quieren molestarse con la ficción; preferirían no leer en absoluto. Prefieren lemas y tapices. Entonces, incluso estas cositas son recortadas para adaptarse a un arete o a una pulsera. En muchas librerías Cristianas, más dinero es gastado en la ficción, que en aquello que no lo es, y se gasta más en los vídeos, camisas, joyas, tazas y en otros artículos similares, que en los libros.

Ahora, la ficción no es necesariamente mala, y los eslóganes y las joyas tampoco son necesariamente malos. Pero cuando tales cosas reemplazan la lectura reflexiva y el estudio cuidadoso de la verdad de Dios en la Biblia, cuando las "librerías" religiosas hacen más por vender baratijas que por promover el pensamiento, algo anda mal. Algo está mal cuando las personas usan una cruz como joya, pero no quieren estudiar las verdades bíblicas, como la expiación, la sustitución o la justificación, que expresan el verdadero significado y la importancia de la cruz. De la misma manera, algo está mal cuando las personas usan QHJ y preguntan "¿Qué haría Jesús?" pero no estudian lo que realmente hizo y dijo Jesús en la Biblia. En tales casos, QHJ es basura y nada más.

No todos son tan falsos o superficiales. Conozco a algunos Cristianos maravillosos que estudian con entusiasmo las Escrituras y tienen un conocimiento profundo de Dios, y que también les resulta útil tener un lema breve o un elemento especial para ayudarlos a mantener su enfoque. Pueden usar una cruz, no como un reemplazo para el estudio de la oración, sino como un recordatorio constante del Salvador y de todo lo que él significa para ellos. Pueden usar un artículo de QHJ, no como un reemplazo del conocimiento de la Biblia, sino como un recordatorio constante para poner en práctica lo que Jesús enseña en la Biblia. Para ellos, QHJ puede ser útil.

Aun así, incluso si no eres superficial o desconsiderado, incluso si QHJ es más que una moda de mercadotecnia para ti, hay otro límite que debes tener en cuenta. En algunas situaciones, puede ser útil decirte a ti mismo: "Haz lo que Jesús haría", pero en otros casos, no es para nada útil. ¿Qué haría Jesús en un funeral? Caminaría hacia el ataúd y resucitaría a la persona muerta. ¿Qué haría Jesús con las multitudes hambrientas? Tomaría prestado el almuerzo de un niño pequeño y alimentaría a 5,000 personas con él. ¿Qué haría Jesús con respecto a Satanás? Enfrentaría a Satanás directamente, después de cuarenta días en un desierto sin comida, y vencería las tentaciones más fuertes de Satanás. Tú y yo no vamos a levantar a personas muertas, a alimentar a miles de personas con un balde de comida o a vencer al príncipe de las tinieblas con nuestro propio poder y pureza de la manera en que lo hizo Jesús. En muchos casos, somos completamente incapaces de hacer lo que Jesús haría, y no deberíamos intentarlo.

En otros casos, debemos hacer cosas que Jesús nunca necesitaría hacer. ¿Qué haría Jesús si cayera en pecado? ¡Mala pregunta! Jesús nunca pecó. Pero tú y yo a menudo pecamos; desobedecemos a Dios y perjudicamos a otras personas. A menudo necesitamos arrepentirnos, pedir disculpas y pedir perdón, pero Jesús nunca tuvo que decir que lo sentía, porque nunca hizo nada malo.

Entonces, hay momentos en los que no es útil preguntar: "¿Qué haría Jesús?" Tú no eres Jesús, Jesús hizo cosas (como resucitar a los muertos) que tú no puedes hacer, y tú debes hacer cosas (como arrepentirte y disculparte) que Jesús nunca necesitó hacer.

Aun así, hay momentos en los que es útil preguntar "¿Qué haría Jesús?" especialmente cuando hacer lo correcto puede ser difícil, costoso o doloroso. La Biblia dice: "Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1 Pedro 2:21). A pesar de las enormes diferencias entre nosotros y Jesús, hay una base bíblica para seguir el ejemplo santo y humilde de Jesús, que busca hacer lo correcto en lugar de simplemente lo que es fácil. Así que animo a todas las personas que usan QHJ a cumplir su lema donde sea que éste aplique correctamente.

Al mismo tiempo, quiero ofrecer otros tres lemas que tienen una base más sólida en la Palabra de Dios, tres reglas de oro que son incluso más valiosas que QHJ.

1. Trata a los demás tal y como quieres que ellos te traten.

Esta declaración de Jesús en Lucas 6:35 es comúnmente llamada la Regla de oro, por lo que es apropiado que sea la primera de nuestras tres reglas de oro. Algunas personas podrían tratar de hacer lo que Jesús haría, pero la Regla de Oro que Jesús nos da no suena tan alta ni espiritual. No tienes que ponerte en los zapatos de Jesús; simplemente ponte en el lugar de los demás y trata a los demás tal y como quieres que ellos te traten.

Si eres un esposo sentado con un control remoto en la mano, viendo televisión mientras tu esposa trabaja arduamente limpiando platos y preparando a los niños para ir a dormir, ponte en los zapatos de tu esposa. ¿Qué querrías si fueras una mujer con exceso de trabajo al final de un largo día? ¿No querrías algo de ayuda? Entonces, apaga el televisor y ¡ayúdala!

Si intentas venderle algo a otra persona, ponte en el lugar de esa persona. ¿Te gustaría comprar algo sin que te cuenten un problema potencial? ¿Te gustaría ser presionado para comprar algo que realmente no necesitas, algo que no puedes pagar sin endeudarte más? No, querrías saber la verdad honesta, y no querrías ponerte en un aprieto financiero. Si así es como te gustaría que te trataran, trata a tus clientes potenciales de esa manera.

Trata a los demás tal y como quieres que ellos te traten. Esta regla de oro es el patrón subyacente de todos los mandamientos de Dios para tratar con otras personas. "Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Romanos 13:9). Los mandamientos de Dios no solo son órdenes a seguir mecánicamente. Son formas de amar a los demás tanto como a ti mismo, maneras de tratar a los demás tal y como te gustaría que ellos te trataran. No te gustaría ser asesinado, ¿verdad? Entonces no mates. No te gustaría que te timaran y te robaran, ¿verdad? Entonces no robes. No querrías que tu cónyuge te traicionara y se fuera a la cama con otra persona, ¿verdad? Entonces no cometas adulterio. No te gusta que te mintieran o te difamaran, ¿verdad? Entonces no des falso testimonio. No quieres que la gente te rodee como buitres, queriendo lo que es tuyo, ¿verdad? Entonces no codicies. "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros", dice Jesús, "así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mateo 7:12).

Un experto en la ley religiosa una vez vino con Jesús. Sabía que el corazón de la ley de Dios es amar a Dios sobre todo y a tu prójimo como a ti mismo, pero cuestionó quién debería contar como prójimo. Su propia pregunta indicaba falta de amor. Si amas a los demás tanto como a ti mismo, no tratas de averiguar si califican como prójimos. En cambio, te conviertes en un buen prójimo para ellos. Los tratas de la forma en que te gustaría ser tratado si estuvieras en sus zapatos.

Jesús aclaró el asunto al contarle al experto religioso la historia de un hombre que fue asaltado, golpeado y dejado por muerto. Primero un líder religioso, y luego otro, vieron al pobre hombre tendido allí, pero pasaron apresuradamente al otro lado del camino. En seguida, llegó un mestizo samaritano, atendió las heridas del hombre, lo llevó a una posada y pagó la cuenta por el tiempo que le tomó al hombre a recuperarse. ¿No es así como te gustaría que te traten si estuvieras en mal estado y hubieras perdido todo tu dinero? Entonces deja que esa sea tu política para tratar a cada persona necesitada que conozcas.

Trata a los demás tal y como quieres que ellos te traten. La regla de oro es simple; no hace falta un erudito para entenderla. La Regla de Oro también es claramente correcta; no puedes discutirla. Tu conciencia tiene que estar de acuerdo con eso. No puedes evitar admitir que así es como debes comportarte, que es correcto tratar a los demás de la manera en la que a ti te gustaría ser tratado y que es incorrecto no hacerlo. La regla de oro es una guía maravillosa para la conducta humana. Si todos en el mundo amaran a los demás como nos amamos a nosotros mismos, si nos pusiéramos en sus zapatos y los tratáramos como quisiéramos que ellos nos trataran, no habría disputas, divorcios, crueldades, tratos comerciales torcidos, ni guerras--solo comprensión y amor.

Solo hay un problema. No importa cuán simple y correcta sea la Regla de Oro, no importa cuánto la admiremos y la elogiemos, ¡no estamos a la altura! Pensamos solo en nosotros mismos. Deseamos que la gente nos entienda, pero no tratamos de entenderlos a ellos. Sabemos cómo queremos ser tratados, pero no tratamos a los demás de esa manera. Si todo lo que tenemos es la Regla de Oro, estaremos frustrados, culpables y condenados. Porque a pesar de que ésta nos muestra cómo debemos sentirnos y actuar con los demás, no nos libera de nuestro egoísmo ni nos da el poder de amar a los demás y tratarlos tal y como queremos que ellos nos traten. La Regla de Oro muestra el significado central de la ley de Dios, pero no nos permite cumplir con la ley de Dios. Entonces, consideremos una segunda regla de oro.

2. Trata a los demás como Jesús te ha tratado.

Antes de que puedas comenzar a escapar del egoísmo y tratar a los demás tal y como quieres que ellos te traten, primero debes conocer y deleitarte en la forma en que Jesús te ha tratado. Antes de que puedas comenzar a amar a los demás como a ti mismo, primero debes experimentar el amor de Dios por ti y amar al Señor con todo tu corazón, tu alma, tu mente y tus fuerzas. Después de todo, según Jesús, el mandamiento de amar a los demás como a ti mismo es el segundo más grande mandamiento; el primero más grande es amar a Dios. Y no puedes amar a Dios hasta que saboreas su bondad en Jesús y aceptas por fe todo lo que Cristo ha hecho.

Tú y yo no podemos crear amor en nosotros mismos; solo podemos amar como resultado del amor de Otro. Dios es amor; Yo no. El amor surge en Dios sin nada que lo motive, excepto el hecho de que Dios es amor. Pero yo no soy Dios, y el amor no brota eternamente de la profundidad de mi ser sin que alguien lo impulse. El amor puede fluir de mí, solo cuando el amor de Dios fluye hacia mí en Cristo primero y luego a través de mí hacia los demás. Como dice la Biblia, "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:19).

Y así nuestra segunda regla de oro, "Trata a los demás como Jesús te ha tratado", hace más que mostrar el patrón de cómo tratar a los demás; también muestra de dónde viene el poder para hacerlo. El poder proviene del propio amor de Dios en Cristo, revelado en la conducta gentil, tierna y amable de Jesús durante su tiempo en la tierra, y demostrado supremamente en su disposición a morir para que la gente pecadora tenga una vida nueva. Cuando el Espíritu Santo te convence del amor de Cristo y te llena de gozo y de gratitud, el Espíritu también te mueve a amar a Dios y a amar a los demás como Cristo te ha amado.

Si tratas de hacer lo que Jesús haría antes de aceptar lo que ya ha hecho por ti, si tomas a Jesús como tu ejemplo antes de confiar en él como tu Salvador y Señor, entonces serás doblegado por la carga de tratar de ser como él. Pero una vez que crees en Cristo como aquel que ya cumplió la Ley de Dios por ti a través de su perfecta obediencia y de su muerte sacrificial, puedes aceptar su amor y vida eterna como un obsequio, sin sentir que tienes que ganártelo, y sin ser completamente derrotado por tu fracaso de medirte en la perfección de Cristo.

Entonces, cuando estás atrapado en el asombroso poder del amor de Dios en Cristo, ese poder se vuelve cada vez más dominante en tu propia conducta, y el patrón de bondad de Jesús hacia ti brilla de manera más brillante y atractiva como un patrón maravilloso por tu propio comportamiento hacia los demás: "Trata a los demás como Jesús te ha tratado". La Biblia aplica ese principio de muchas formas.

Ama como Cristo te ha amado "En esto consiste el amor", dice la Biblia, "no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros". (1 Juan 4:10-11). Dios nos llama a tener un amor como el de Cristo en todas nuestras relaciones, especialmente en el matrimonio. La Escritura dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25). ¡Qué regla tan espléndida para el matrimonio! Haz lo que sea necesario para apreciar, alentar y ayudar a tu esposa, incluso si eso significa renunciar a algunos de tus propios deseos. Ama a tu esposa tan apasionada y sacrificalmente como Cristo te ha amado.

Otra forma de tratar a los demás como Jesús te ha tratado es entregarte como Cristo se ha entregado por ti. La Biblia dice: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). Debido a que Jesús nos ha dado tan generosamente, deberíamos dar nuestra riqueza generosamente a las personas necesitadas--incluso hasta el punto del sacrificio. "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?" (1 Juan 3:16-17)

Otra aplicación: enseña como Jesús te ha enseñado. El apóstol Pablo escribió una vez: "Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí" (1 Corintios 15:3). En otras palabras, él enseñó como Cristo le había enseñado. Si te han enseñado la verdad de Dios en las Escrituras y el camino de la salvación a través de la fe en Cristo, no permitas que la verdad se pierda o se diluya, ni te guardes la verdad para ti. Cristo enseñó esta verdad; muchos han sufrido y muerto para guardar esta verdad y dársela a sus hijos y vecinos, y difundirla a muchas naciones; así que cuando recibas y creas esta verdad de Cristo, protégela, mantenla pura, y compártela. Enseña como Cristo te ha enseñado.

Aquí hay una forma más vital de tratar a los demás como Jesús te ha tratado: "De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13). ¿Confías en que Jesús te perdona? ¿Confías en que él no mantendrá tus pecados en tu contra? Entonces, perdona a los que te han agraviado. No mantengas sus pecados en su contra. Puede que ellos no merezcan ser perdonados--pero ¿tú mereces ser perdonado? Jesús perdona incluso cuando no lo merecemos. Trata a los demás como Jesús te ha tratado: perdona incluso a las personas que no merecen el perdón. Tratar a los demás como Jesús te ha tratado--esa es nuestra segunda regla de oro. La bondad de Cristo nos da poder para ser buenos con los demás. Aquello que Jesús ha hecho es la fuente y la motivación de toda conducta que es verdaderamente Cristiana. Y la motivación se vuelve aún más poderosa cuando consideramos nuestra tercera regla de oro.

3. Trata a los demás como tratarías a Jesús.

Muéstrales a todos los que conozcas la misma bondad que le mostrarías al Señor Jesús. Hebreos 13:2 dice que debemos ser amables y hospitalarios con los extraños, "porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles". Si maltrataste a un extraño, solo para descubrir más tarde que habías maltratado a un ángel, ¿no te horrorizaría? Y si le demostraste amabilidad a alguien que resultó ser un ángel, ¿no estarías emocionado? Ahora, si ayudar a un ángel suena emocionante, ¿qué tal si ayudamos a Jesús, el Rey de los ángeles? Si debemos ser amables con los extraños que podrían ser ángeles, seguramente deberíamos ser amables si el Señor toma esto como bondad hacia sí mismo. Jesús dice: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mateo 25:40). Cuando alimentas a los hambrientos, alimentas a Jesús. Cuando le das un trago a los sedientos, le das un trago a Jesús. Cuando le das ropa a los necesitados, le das ropa a Jesús. Cuando visitas a personas enfermas en hospitales o a personas en prisión, visitas a Jesús. La otra cara de la moneda es que cuando descuidas a esas personas, descuidas a Jesús.

Trata a los demás como tratarías a Jesús, porque Jesús toma personalmente tu trato hacia los demás. No hay nadie tan pequeño o tan de poca importancia que no importe. Jesús dice: "Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe" (Mateo 18:5), y dice que hagamos lo que hagamos con los de más baja condición, con los últimos y con los menores, se lo hacemos a él. "El que oprime al pobre muestra desprecio por su Hacedor". "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar" (Proverbios 14:31; 19:17).

En cierto sentido, no hay forma en que podamos hacer nada por Jesús. ¿Cómo podemos hacer algo por Aquel que ya tiene todo? En su naturaleza divina, el Hijo de Dios tiene todas las riquezas y el disfrute de Dios el Padre y de Dios el Espíritu Santo, por lo que no necesita nada de nosotros. Y en su naturaleza humana, Jesús ha ascendido al cielo, por lo que no podemos verlo o hacer nada por él directamente.

Y sin embargo, aunque directamente no podemos hacer nada por Jesús, indirectamente podemos hacer muchas cosas por él. ¿Cómo? Al mostrar bondad hacia aquellos que portan la imagen del Creador, Cristo, y que comparten la misma naturaleza humana que Jesús. ¿Te gustaría ser grosero con Jesús? Si no, entonces no seas grosero con las personas que fueron creadas a su imagen. ¿Quieres mostrarle amor a Jesús en respuesta a su gran amor por ti? Entonces muéstrales amor a aquellos a quienes Jesús llama sus hermanos. No puedes ver a Dios, y no puedes ver a Jesús en su trono celestial, pero puedes ver a otras personas, y debes tratarlas de la misma manera en la que tratarías al Señor. "Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto", dice la Escritura, "¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano." (1 Juan 4:20-21).

Es una maravilla saber que Dios se ha convertido en uno de nosotros en la persona de Jesús, y es una alegría saber por fe que Jesús se hace tu hermano y tu amigo. Pero ten en cuenta que él también se considera a sí mismo un hermano y amigo de las personas que conoces, y que él se toma personal tu trato hacia ellos. Así que no pelees ni discutas con otra persona a menos que te guste pelear y discutir con Jesús. No descuides ni maltrates a los demás a menos que desees descuidar y maltratar a Jesús. Si conoces a Jesús como tu hermano y tu amigo, entonces demuestra tu amor por él amando a las personas que él envía a tu vida. Trata a los demás como tratarías a Cristo.

Ahora que hemos considerado estas tres Reglas de Oro, me imagino a un vendedor religioso diciendo: "¡Oye, tengo una gran idea! Haré un montón de collares y cadenas con un 3 dorado en ellos. Ese 3 dorado les recordará a las personas las tres reglas de oro, y también podría ganar mucho dinero." Bueno, no soy un genio de la mercadotecnia, y no intentaré venderte ningún 3 de oro. Pero incluso si nunca tuvieras un 3 dorado colgando de tu cuello o de tu muñeca, espero que atesoras estas tres reglas de oro en tu corazón y, por la gracia de Dios, las pongas en práctica.

            1. Trata a los demás tal y como quieres que ellos te traten.

            2. Trata a los demás como Jesús te ha tratado.

            3. Trata a los demás como tratarías a Jesús.

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 

Last modified: Tuesday, January 16, 2018, 9:15 AM