Cristo, el Comandante: Sirviendo Bajo el Mando de Jesús el General (Dr. Feddes)
Guerra Espiritual: Uniéndose a Jesús para
Vencer el Mal por David Feddes
Derechos de Autor (c) 2013
Publicado por Christian Leaders Press
Primera Parte
Cristo, el Comandante:
Sirviendo Bajo el Mando de Jesús el General
Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen. (Salmo 68:1).
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. (Mateo 10:34)
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. (Apocalipsis 19:11)
Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. (Efesios 6:10).
Capítulo Uno
Jesús, el Alborotador
No he venido para traer paz, sino espada. (Mateo 10:34)
Jesús es el máximo alborotador del mundo. Él perturba la paz y causa peleas. Jesús despierta el conflicto y vuelve a los miembros de la familia uno contra otro. Algunas personas incluso terminan muriendo por causa de Jesús. Esto es lo que el mismo Jesús dice:
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará (Mateo 10:34-39).
Podríamos esperar tales palabras de un fanático religioso que está en contra de la familia o del líder de un culto suicida loco. Pero el alborotador que dice estas cosas es Jesús.
Esas no son las primeras palabras que la mayoría de los predicadores citan al llamar a las personas hacia Jesús. Aquellos de nosotros que somos predicadores generalmente pensamos que si queremos "venderle" a las personas a Jesús, será mejor que lo anunciemos como un solucionador de problemas, no como un alborotador. Será mejor que veamos a Jesús como una fuente de paz en tiempos difíciles, no como una causa de conflicto. Será mejor que lo presentemos como terapeuta para familias con problemas, no como alguien que divida familias. Hablamos de él como alguien que puede salvarte la vida, no como aquel que te hace perder tu vida. Decimos cosas como: "Si quieres paz en este mundo atribulado, ven hacia Jesús". Si quieres ayuda con problemas familiares, ven hacia Jesús. Si quieres que tu vida sea todo lo que puede ser, ven hacia Jesús.
Comandante de Combate
"Sé todo lo que puedas ser"--ese es un viejo lema de los reclutadores del ejército, y a veces los predicadores suenan como esos reclutadores. Los reclutadores militares saben que la lucha es el trabajo del ejército. Si tu comandante te ordena entrar en combate, debes estar dispuesto a ir a donde él ordene. Debes estar dispuesto a abandonar a tu padre y madre, a tu esposa e hijos, a tus hermanos y hermanas, incluso tu propia vida. Debes obedecer a tu comandante, pase lo que pase. Los reclutadores del ejército lo saben--pero ¿los anuncios muestran a un soldado solitario que refleja nostalgia por las personas de su hogar, o a familiares que están tristes y enojados con su ser querido por irse, u horribles escenas de combate y de muerte? No, los reclutadores producen anuncios que parecen emocionantes y atractivos.
Nosotros los predicadores hacemos algo similar. Intentamos reclutar a personas en el ejército de Jesús contándoles todas las ventajas y ningún problema. Sin embargo, por alguna razón, el mismo Jesús no se apega a esa publicidad positiva. Sí, él promete grandes cosas, pero también habla de conflictos y de divisiones, de problemas familiares y de pérdida de vidas, el tipo de problemas que causa cualquier comandante de combate. ¿Qué pasa si los predicadores, en nuestro afán de reclutar a personas para Jesús, no estamos diciendo toda la verdad acerca de él?
Puede que te resulte difícil pensar en Jesús como un alborotador. Con tantos predicadores hablando acerca de un agradable y servicial Jesús cuyo único objetivo es ayudarnos a ser todo lo que podamos ser, es difícil ver por qué alguien querría crucificarlo. Pero las personas que conocieron al Jesús real no tuvieron ningún problema en verlo como un alborotador. Lo vieron como extraño, incluso peligroso. "Porque ni aun sus hermanos creían en él" (Juan 7:5). Una vez, su familia trató de evitar que enseñara y querían llevarlo a su casa, porque pensaban que estaba loco (Marcos 3:21). Algunos líderes religiosos concluyeron que Jesús estaba poseído por el príncipe de los demonios (Marcos 3:22). Algunas personas comunes también pensaron que estaba poseído por un demonio (Juan 7:20). Si dudas que la gente veía a Jesús como una amenaza y como un alborotador, ¿por qué crees que lo mataron? Tal vez te has imaginado a Jesús como alguien útil e inofensivo. Pero, ¿y si él es realmente el luchador y alborotador que dice ser? ¿Entonces qué? ¿Lo seguirás?
Puede sonar tonto, incluso loco, seguir a Jesús si es un alborotador. Él dice: "No he venido para traer paz, sino espada... los enemigos del hombre serán los de su casa". ¿Qué quiere decir Jesús?
Dejemos claro una cosa de inmediato: Jesús no causa problemas solo por el bien de los problemas. Él viene como Dios para reclamar un mundo que se ha vuelto en contra de Dios, y eso significa una pelea. Cada vez que un gobernante comienza a reclamar territorios y gente que se ha vuelto contra él, es imposible evitar conflictos. Jesús vino a este mundo para reclamarlo para Dios y rescatarlo de la ocupación enemiga por Satanás y sus demonios. La venida de Jesús despierta la resistencia del reino de los demonios. La venida de Jesús divide a las personas entre aquellos que continúan al lado de los poderes pecaminosos y aquellos que están del lado de Jesús. Entonces, si te alistas en el ejército de Jesús y lo sigues, es mejor que estés listo para el conflicto.
Digno de Completa Lealtad
Tu lealtad hacia Jesús puede crear problemas con las personas que te rodean, incluso con los miembros de tu familia. Jesús exige lealtad absoluta e indivisa. Debemos seguirlo incluso si causa problemas, no solo si hace que nuestra vida familiar sea más fácil. Debemos estar dispuestos a alejarnos de las personas que amamos para poder seguir a Jesús.
Esto puede sonar problemático al principio, pero piénsalo. Supongamos que decides seguir a Jesús con el argumento de que él podría ayudarte a tener éxito en tu vida familiar o en tu negocio. No amas a Jesús ni te preocupas por él, pero crees que él puede ayudarte en algunas cosas que realmente te interesan. Bueno, a Jesús no le interesa esa clase de relación. Él quiere que lo ames, no que lo uses.
¿Qué pensarías de alguien que pretendía ser tu amigo solo para obtener lo que quiere de ti? ¿Qué tan ansioso estarías por casarte con alguien que solo está interesado en tu dinero? No es muy atractivo, ¿verdad? Entonces, ¿por qué el Hijo de Dios soportaría ser usado por personas que no lo aman? No vengas a Jesús por lo que puede hacer por tu vida familiar o por tu negocio. Ven a Jesús simplemente porque lo amas más que a nadie y porque él merece tu lealtad más alta.
Si Jesús solo fuera un loco religioso más que provoca conflictos, perturba a las familias y exige lealtad completa, sería una locura seguirlo. Pero Jesús no es solo un tipo loco que cree que es Dios; Jesús es Dios. Como Dios, él es sumamente digno de nuestro amor, ya que su amor divino es mucho mayor que el de cualquier persona que conozcamos. Y como Dios también es sumamente digno de la obediencia absoluta e incondicional que un soldado le debe a su comandante supremo. No importa qué problema pueda causar en tus otras relaciones, el amor y la obediencia absoluta hacia Jesús son lo primero. Esa es la única respuesta adecuada a quién es él como Dios.
También es la única respuesta realista. También podrías saber en lo que te estás metiendo si estás pensando en seguir a Jesús. Si lo que buscas es una vida fácil y sin problemas, entonces Jesús, el alborotador, no es para ti. Si te gustan tus relaciones tal como son, y no estás dispuesto a que nada de eso cambie, entonces olvídate de Jesús. Él cambia todo, y no todos los cambios serán agradables para ti, al menos no a corto plazo. Sí, Jesús promete traerte alegría y liberarte de muchos problemas; pero también advierte que tendrás problemas que podrías no haber tenido si no lo hubieras seguido. Jesús es muy honesto al respecto. Él quiere que sepas en qué te estás metiendo desde el principio, sin letras pequeñas o publicidad engañosa.
Pequeños Amores
Jesús quiere que sepas que siempre que pongas los lazos familiares primero, no puedes seguirlo. Tu lealtad hacia Jesús no debe ser cuestionada por ninguna otra lealtad. Tu amor por Jesús debe adelantarse a todos los amores menores. No puedes permitir que nadie se interponga en tu relación con Jesús. ¿Cómo se ve esto en la vida cotidiana? Aquí hay unos ejemplos.
Supongamos que provienes de una familia que no sigue a Jesús. Te identificas con tu madre y tu padre, con tus hermanos y hermanas y con la forma de vida de tu familia. Quizás incluso tengas un poco de ritual o de religión en tu familia, pero no una fe viva en Jesús. Si ese es el caso, no puedes seguir a Cristo a menos que te alejes de cómo son los miembros de tu familia y de cómo esperan que seas. Eso no es fácil. Es terriblemente difícil admitir que Jesús tiene razón y que tu familia está equivocada. Para ti, esto se puede sentir como que estás odiando y rechazando a tu familia, y esto también puede sentirse así para ellos. En algunas sociedades, los miembros de la familia realmente tratan de matar a sus familiares que abandonan la religión de su familia por seguir a Jesús. E incluso si tu familia no hace eso, puedes sentir que tu familia no se siente cómoda contigo una vez que te has vuelto Cristiano. Sientes una gran presión por parte de ellos para volver a ser como antes. Solo rechazando los deseos de tu familia puedes seguir el camino de Jesús. La lealtad a Jesús es primero.
Otro tipo de relación donde Jesús causa problemas es en el romance. Una vez que te vuelves Cristiano, Jesús no te permite casarte con alguien que tampoco le pertenezca. Ni siquiera deberías tener una relación de noviazgo con esa persona. Sansón era un hombre poderoso, pero se enlazó a la impía Dalila, y ella fue su perdición. Salomón era un rey brillante, pero se casó con mujeres que adoraban a otros dioses, y alejaron su corazón del Señor. Así que, a menos que seas más fuerte que Sansón y más inteligente que Salomón, no violes tu relación con Dios mediante la búsqueda de relaciones románticas con aquellos que no son Cristianos. El amor por Jesús debe estar antes que todos los amores menores.
Olivia Langdon fue criada en un hogar Cristiano por padres devotos, y ella misma afirmaba ser Cristiana. Un día, conoció al brillante escritor Mark Twain. Ella estaba encantada con su inteligencia y humor. Mark Twain era un crítico abierto de la religión, pero Olivia pensaba que podría casarse con él y ayudarlo a volverse Cristiano.
Al principio, parecía estar funcionando. Como lo expresa un biógrafo, la "bondad natural del corazón de Twain, y especialmente su amor por su esposa, lo inclinaron hacia las enseñanzas y costumbres de su fe Cristiana... Tomó muy poca persuasión por parte de su esposa para establecer oraciones familiares en su hogar, dar gracias antes de las comidas, y tener una lectura matutina de un capítulo de la Biblia".
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Twain se cansó de fingir. Le dijo a Olivia: "Livy, puedes seguir así si quieres, pero debo pedirte que me disculpes. Esto me está volviendo hipócrita. No creo en la Biblia, contradice mi razón. no puedo sentarme aquí y escucharla, dejándote creer que la aprecio, como tú lo haces, a la luz del Evangelio, la Palabra de Dios". Olivia no había logrado persuadir a su esposo para que se volviera Cristiano.
Pero lo peor estaba aún por llegar. Algunos años más tarde, Olivia le dijo a su hermana que ya no creía en un Dios personal que se preocupaba por cada alma humana. Luego llegó un momento en que Olivia se sintió abatida por la muerte de un ser querido. Twain le dijo: "Livy, si te consuela apoyarte en tu fe Cristiana, hazlo".
Ella respondió: "No puedo. No tengo ninguna".
Esa historia se ha repetido muchas veces. Las personas piensan que pueden casarse con alguien que no es Cristiano y continuar siguiendo a Jesús, pero ya al tomar esa decisión, han puesto la lealtad hacia su ser querido antes que a la lealtad hacia Dios. Con demasiada frecuencia terminan abandonando la fe en Dios o viviendo en desacuerdo con su cónyuge. Es por eso que la Biblia dice: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos... ¿Qué parte [tiene] el creyente con el incrédulo?" (2 Corintios 6:14-15). Si eres un Cristiano que tiene una relación con alguien que no es Cristiano, termina la relación. Sigue a Cristo.
Pero, ¿y si esta advertencia ha llegado demasiado tarde para ti? ¿Qué pasa si ya estás casado con alguien que no sigue a Jesús? En ese caso, es posible que tengas un camino difícil por delante. Pero aún puedes seguir a Jesús si él te mueve a amarlo más de lo que amas a tu esposo o esposa. Pídele a Jesús que perdone lo que has hecho. Comprométete a seguir el camino de Cristo. Vive según las enseñanzas de la Biblia. Adora cada semana con otros Cristianos. Si tu esposo o esposa se molesta por algo de esto, no permitas que te detenga. No puedes comprometer tu compromiso con Cristo para facilitar tu matrimonio. Jesús importa aún más que tu matrimonio.
Por favor no lo malinterpretes. No debes tratar de causarle problemas a tu cónyuge, y no puedes terminar un matrimonio de la manera en que puedes terminar una relación amorosa. Hiciste esos votos matrimoniales, y debes tomarlos en serio. Dios odia el divorcio. Él no quiere que los Cristianos intenten deshacerse de cónyuges incrédulos. Aun así, el hecho es que si te conviertes en un seguidor vivo y activo de Jesús, serás diferente de lo que eras antes. Si tu esposo o esposa puede aceptar tu nueva vida, ¡genial! Si sigues viviendo como la persona que Jesús te llama a ser, puedes ganar a tu cónyuge para Cristo. Pero incluso si tu cónyuge se siente incómodo con tu nueva vida en Cristo, no dejes de seguir al Señor solo para que tu matrimonio sea más cómodo. No tienes más remedio que seguir a Jesús, incluso si tu cónyuge lo considera odioso.
Debes amar a Jesús más que a tu esposo o esposa, y también debes amarlo más que a tus hijos e hijas. Si la lealtad hacia tus hijos viene antes que la lealtad hacia Cristo, puedes distorsionar y destruir tu fidelidad hacia Dios. ¿Cómo puede pasar esto? Aquí están algunos ejemplos. Tu hija decide vivir con un hombre, y tú piensas: "Tal vez el matrimonio no es el único contexto apropiado para la intimidad sexual, como dice la Biblia". O tu hijo te informa que es homosexual, y tú piensas que la Biblia debe estar equivocada al decir que el comportamiento homosexual es pecaminoso. O algunas personas que amas rechazan a Jesús para seguir otras creencias, y no puedes soportar la idea de que ellos se vayan al infierno. Te preocupas más por ellos que por el honor y la verdad de Dios, y comienza a pregunte si tal vez Jesús no es el único camino a la vida eterna. Tus ideas cambian para adaptarse al comportamiento de tus seres queridos. Tu amor por ellos borra tus convicciones acerca de la verdad de Dios.
Cruel para Ser Amable
La triste ironía de todo esto es que si amas a otras personas más de lo que amas a Jesús, no estás en condiciones de ayudarlas. No puedes aceptar la sencilla enseñanza de la Biblia, por lo que no puedes ayudar a tus seres queridos a cambiar sus caminos. Dices solo lo que ellos quieren escuchar en lugar de lo que ellos necesitan escuchar. Ellos son tan importantes para ti que no puedes arriesgarte a ofenderlos o a perderlos. Y como no puedes arriesgarte a perderlos ahora, en cambio les permites perderse por toda la eternidad. Solo cuando te opones a su comportamiento por amor a Jesús, puedes amarlos verdaderamente y ayudarlos a llegar al Señor que tanto necesitan. Incluso si se siente cruel poner la lealtad hacia Jesús antes que la lealtad hacia tus seres queridos, debes ser cruel para ser amable.
Hasta ahora hemos visto algunos ejemplos de lo que sucede cuando amas a los miembros de la familia incrédulos y pecadores más de lo que amas a Jesús. Pero, ¿qué pasa si las personas cercanas a ti son Cristianos devotos? Bueno, incluso entonces, puedes arruinar tu fe por amarlos más de lo que amas a Jesús. Supón que Dios te quita a esas personas. ¿Entonces qué?
La Biblia habla acerca de Job y de su esposa. Tenían una familia muy unida, temerosa de Dios, y eran prósperos. Entonces la tragedia los golpeó. Sus hijos fueron asesinados, su riqueza desapareció, y Job fue azotado por una enfermedad que le causaba un dolor insoportable. ¿Cómo reaccionó la esposa de Job? Ella no quería saber nada más de Dios. Ella le dijo a su esposo: "¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete" Job respondió: "Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?" (Job 2:9-10).
Cuando Dios permitió que los hijos de la Sra. de Job, su prosperidad y la salud de su esposo fueran quitados, ella comenzó a odiar a Dios. ¿Por qué? Porque todo el tiempo había amado a sus hijos, a su riqueza y a su exitoso esposo más de lo que amaba a Dios. Job no era así. Job amaba a Dios incluso más de lo que amaba a su esposa e hijos, más de lo que amaba su propia vida. Se afligió en sus pérdidas e hizo muchas preguntas, pero se negó a dejar de confiar en Dios. Y al amar a Dios más que a sus hijos y al rechazar el consejo de su amada esposa, Job se aferró a Dios y llamó a su esposa de vuelta a Dios también. Para tener una fe lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a la tragedia, necesitas un amor por Jesús que sea mayor que tu amor por los demás. Una relación poco entusiasta con Cristo no puede sobrevivir. Cuando tu lealtad es probada, preferirías abandonar a Jesús antes que perder una relación con alguien que amas.
Contando el Costo
Cuando Jesús te dice todo esto, ¿está tratando de desanimarte de seguirlo? No, todo lo contrario: él te llama y te insta a seguirlo. Pero él quiere que sepas en qué te estás metiendo. Jesús es un reclutador honesto. Él quiere que cuentes el costo antes de tiempo. Hay grandes y eternas recompensas por seguir a Jesús, pero también hay riesgos y pérdidas. Dios puede darte muchas bendiciones, pero también puede quitarte algunas cosas e interrumpir las relaciones que son importantes para ti. ¿Lo amas lo suficiente como para seguirlo incluso entonces? Jesús no quiere amigos en los buenos tiempos. Él quiere discípulos que lo amen y que lo sigan, sin importar nada.
Tal vez parezca que Jesús está exigiendo demasiado. Pero a medida que cuentas el costo de seguirlo, asegúrate de contar también el costo de no seguirlo. Si intentas aferrarte a tu propia vida en tus propios términos, la perderás. Siempre te aislarás del Señor y de sus bendiciones. Ese es un precio terrible de pagar.
Cuenta el costo de seguir a Jesús, cuenta el costo de no seguirlo, y luego cuenta un costo más: el costo para Jesús de venir a este mundo para rescatarte de las fuerzas enemigas y hacerte suyo. Si crees que el Señor te exige mucho, ten en cuenta que él ha dado mucho más de lo que exige. El Jesús que nos llama a renunciar a todo por él, es el mismo Jesús que renunció a todo por nosotros. Y él tenía mucho más como para darse por vencido. Jesús dejó su lugar en el cielo al lado de su Padre para convertirse en un pequeño bebé. Renunció a su posición de poder para convertirse en un débil ser humano. Y eso no es todo lo que abandonó. Aquí en la tierra, hubo momentos en que Jesús tuvo que ignorar a la familia humana que tanto amaba. Ellos querían que dejara de predicar y que volviera a casa. Pero Jesús decidió: "No importa lo que mi familia diga, tengo que hacer lo que Dios me envió a hacer. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre " (Marcos 3:21, 31-35).
Jesús incluso dio su vida para agradar a su Padre y para salvarnos. Su muerte fue horrible para él, y traspasó el alma de su madre. Pero Jesús amaba a su Padre celestial incluso más de lo que amaba a su madre y a sus hermanos, incluso más de lo que amaba su propia vida, por lo que tomó la cruz y entregó su vida como su Padre celestial lo dirigió. Entonces sí, Jesús puede causarnos problemas, pero no tantos problemas como los que él sufrió en nuestro nombre. Ignoró su propio bienestar y los deseos de su familia para llevar a cabo el plan de Dios. Y al hacerlo, abrió el camino hacia la vida eterna para su madre, para sus hermanos y para todos los que confían en él.
¿Cuál es tu respuesta hacia Jesús, el alborotador? ¿Te has alistado en su ejército? ¿Confías en él y lo obedeces como tu comandante? Algunos alborotadores son malos, pero Jesús es un alborotador que no puede faltar en tu vida. No puedes vivir sin los problemas que él sufrió por ti. No puedes vivir sin que él perturbe tu status quo con su regalo revolucionario de una nueva vida. Has escuchado su escandalosa demanda de amarlo y seguirlo sin importar nada. También has escuchado su escandaloso amor y sacrificio por ti. ¿Ahora qué? ¿Cómo vas a responder?
Capítulo Dos
El Máximo Héroe de Guerra
Con justicia juzga y pelea. (Ap. 19:11)
El 6 de junio de 1944, miles de soldados salpicaron las playas de Normandía, Francia, en medio de explosiones y de un mortal bombardeo de balas de ametralladoras alemanas. El día D fue horrible y maravilloso: espantoso por el terror, el dolor y la muerte; maravilloso porque las fuerzas de la libertad triunfaron sobre las fuerzas de la opresión.
No debemos glorificar la guerra o pensar que matar o morir es glamoroso. Pero tampoco deberíamos ignorar el heroísmo de aquellos que lucharon por la libertad. El mundo sería muy diferente si el régimen nazi de Alemania no hubiera sido derrotado, si no hubiera habido nadie lo suficientemente inteligente como para idear una estrategia, nadie lo suficientemente valiente como para enfrentar una oposición feroz, nadie lo suficientemente desinteresado como para arriesgarse a ser mutilado o asesinado, o ninguna fuerza lo suficientemente poderosa como para ganar la victoria. Entonces, cuando recordamos los horrores y héroes del Día D, honramos a quienes cambiaron la historia para bien.
Los héroes de guerra vienen en diferentes variedades. Algunos son héroes debido a su estrategia. El general Dwight Eisenhower, por ejemplo, fue aclamado por su papel en la planificación del desembarco de Normandía y en la dirección de las fuerzas aliadas en el Día D. Otros son héroes por su valentía. Si bien todos los que sirven en las fuerzas armadas enfrentan algún peligro, los que lucharon en las líneas del frente y en los lugares más mortales son honrados como personas especialmente heroicas. Otros son héroes no solo por los riesgos que enfrentan sino por el precio que pagaron realmente. Aquellos que fueron heridos, capturados, torturados o asesinados tienen un lugar único en las filas de los héroes de guerra. Y luego, por supuesto, los héroes incluyen a aquellos que sobreviven a las batallas, dominan a la oposición y desfilan triunfalmente en una ciudad que han liberado, rodeados por los aplausos de bienvenida de los residentes agradecidos que finalmente han sido liberados de la brutal ocupación enemiga. Distintos héroes de guerra son especiales por diferentes motivos: estrategia, valentía, sacrificio o victoria.
¿Quién sería el máximo héroe de guerra? Realmente no podemos comparar. No podemos decir que un general que diseña una brillante estrategia en la sede es más heroico que un ataque privado a través del fuego enemigo, pero tampoco podemos decir que lo privado es más crucial para la victoria que lo general. No podemos decir que las tropas victoriosas que marchan hacia una ciudad recién liberada son más heroicas que las que fueron asesinadas antes de que se ganara la victoria, pero tampoco quisiéramos quitarle nada al logro de los soldados que sobrevivieron y presionaron hasta que se logró la victoria. Es difícil decir qué tipo de héroe es mejor.
Pero, ¿y si hubiera una persona que de alguna manera lograra hacer todas estas cosas? ¿Qué pasaría si hubiera un general que ideó una estrategia brillante, que valientemente se colocó en el punto más feroz del conflicto, que fue torturado y asesinado, y sin embargo, que de alguna manera podría derrotar al enemigo más cruel, disfrutar de un desfile de victoria y traer libertad, justicia, paz y prosperidad para millones en toda la tierra? ¿No sería esa persona el máximo héroe de guerra? Ningún simple humano podría hacer todo eso, por supuesto, pero hay una persona, tanto humana como divina, que de hecho ha logrado todas estas cosas. Su nombre es Jesucristo, y él es el máximo héroe de guerra.
Jehová es Varón de Guerra
El Antiguo Testamento cuenta muchas historias de cómo el Señor derrotó a sus enemigos y rescató a su pueblo. El Señor aniquiló a los ejércitos de Faraón en el Mar Rojo, y el pueblo de Israel cantó, "Jehová es varón de guerra" (Éxodo 15:3). Cuando los israelitas cayeron en la opresión cruel de los cananeos, el Señor los rescató y les dio una gran victoria cerca de un lugar llamado Har-Megiddo, o Armagedón, inspirando a su gente a cantar: "Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová" (Jueces 5:31). El Señor derribó los muros de Jericó; destruyó al gigante Goliat; aniquiló a los crueles ejércitos de Asiria, matando a 185,000 soldados en una sola noche. Y esas son solo algunas de las acciones guerreras del Señor en el Antiguo Testamento. Las personas de fe conocían a Dios como un poderoso comandante de vastos ejércitos. Oraron para que él mostrara su poder, derrotara a sus enemigos y rescatara a su pueblo.
Lo que dice el Antiguo Testamento sobre el Señor Dios, el Nuevo Testamento lo aplica al Señor Jesús. En Jesús, el ser de Dios está unido a un ser humano. Jesús fue humilde, amable y estuvo dispuesto a sacrificarse para salvar a otros, pero eso no significa que el Señor haya dejado de ser un guerrero. Venir a la tierra fue la forma en que Jesús entró al territorio ocupado por las fuerzas enemigas de Satanás y puso en marcha una estrategia para llevar a millones de personas al lado de Dios y liberarlos para siempre. Aunque era el comandante supremo, Jesús sufrió más que nadie bajo su mando cuando fue capturado, torturado y asesinado. Sin embargo, ese no era su final. Morir en la cruz fue la manera en que Jesús pagó por los pecados de aquellos a quienes había venido a salvar, y también fue su manera de desarmar a Satanás y condenarlo a la derrota. Jesús resucitó de entre los muertos, rompiendo el control del pecado, de la muerte y de Satanás, y ahora él reina en poder, listo para la ofensiva final cuando sea el momento adecuado.
En el último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis, el apóstol Juan ve una visión de Jesús como el héroe de guerra. "Vi el cielo abierto", escribe Juan, "y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea... los ejércitos celestiales… le seguían" (Apocalipsis 19:11-14). En las visiones del Apocalipsis, el General Jesús se enfrenta a las fuerzas de Satanás y a todos los líderes y ejércitos que este mundo perverso puede reunir en un Armagedón final. Cristo vence a todos sus enemigos con un estallido de poder divino y los arroja al fuego del infierno para siempre. Luego él trae el cielo a la tierra y le da a su pueblo paz y alegría eterna.
El general Jesús es amable y generoso con sus amigos, pero es devastador con aquellos que se niegan a unirse a él. Jesús no es solo un maestro sabio y un ayudador amable; también es el máximo héroe de guerra, supremo en estrategia, en valentía, en sacrificio y en victoria.
Estrategia, Valentía, Sacrificio, Victoria
Como comandante y estratega, el Señor ideó un plan que ningún general humano podría haber concebido, un plan lo suficientemente brillante como para asombrar incluso a los ángeles. A lo largo de la historia de la humanidad ha habido algunos líderes militares talentosos que han ideado algunas estrategias inteligentes, pero ninguno, excepto Jesús, pudo idear una estrategia para conquistar el pecado, a la muerte y a Satanás. Ningún general podría superar la brillantez estratégica del General Jesús.
Y eso no es todo. Jesús es supremo no solo en estrategia sino también en humildad y valentía. Un general que presenta un plan brillante generalmente deja que otros lleven a cabo la parte más sucia y peligrosa del plan. ¿Qué general se rebajaría al trabajo sucio de pulir las botas de aquellos bajo su mando? Pero eso es lo que hizo Jesús cuando lavó los pies sucios de sus discípulos. ¿Qué general se expondría al mayor peligro y se lanzaría detrás de las líneas enemigas en una misión que seguramente lo aniquilaría? Pero eso es lo que hizo Jesús. Ningún héroe de guerra jamás podría superar la humildad de Jesús al realizar la tarea más humilde para otros de rango inferior, y ningún héroe de guerra jamás podría superar la valentía de Jesús al hacerse cargo él mismo de la tarea más letal.
Siendo el máximo héroe de guerra, Jesús hizo el sacrificio máximo. Si un grupo de soldados quedaba atrapado y uno de ellos se mostraba deliberadamente, atraía fuego enemigo y moría para darles a sus amigos la oportunidad de escabullirse, sería heroico. Si una granada viva aterrizara entre algunas tropas y uno de ellos se arrojara sobre la granada para absorber la explosión y salvar a sus amigos, sería heroico. Pero incluso sacrificios como estos son superados por el sacrificio de Jesús. Las golpizas, la tortura y la crucifixión de Jesús le causaron un dolor enorme, y eso no fue lo peor. De alguna manera absorbió la agonía de una eternidad al tomar el pecado de millones sobre sí mismo y sufrir el infierno en la cruz. Si morir para salvar a alguien más es el máximo sacrificio, entonces la muerte infernal de Jesús lo convierte en el máximo héroe de guerra.
Pero todavía hay otro aspecto a considerar sobre el heroísmo de Jesús: la magnitud de su victoria. Jesús es un héroe no solo por su muerte sino por su resurrección, por su reinado y por su victoria final sobre todos sus enemigos.
¿Cómo se mide la grandeza de una victoria? Una medida sería la crueldad y la fuerza del enemigo. Es una victoria más grande derrotar a una fuerza militar enorme, bien entrenada y bien equipada que vencer a una pequeña banda de gentuzas mal armadas. Cuanto más terrible es el enemigo, mayor es la victoria. Si medimos la magnitud de la victoria de Jesús por el poder del enemigo que él derrota, ningún otro héroe de guerra se puede comparar a Jesús.
El libro del Apocalipsis muestra a los enemigos de Cristo como terribles y poderosos. El Señor y su pueblo no se enfrentan a oponentes inofensivos e indefensos. No, los enemigos son brutales y poderosos, y hay muchos de ellos. El Apocalipsis retrata al menos cinco tipos diferentes de oposición. Uno es un dragón horrible, que representa a Satanás mismo. Otra es una bestia viciosa que hace el trabajo sucio del dragón, un anticristo opresor que representa la peor crueldad y persecución. Luego hay un falso profeta bestial, que usa la religión falsa y los milagros falsos y que une fuerzas con los poderes de persecución. Un cuarto enemigo mencionado en Apocalipsis es una prostituta llamada Babilonia que seduce a innumerables personas y bebe la sangre de los Cristianos; ella representa la cultura mundana con sus efectos corruptores y asesinos. Unirse a estos terribles poderes es un quinto elemento: multitudes de personas y ejércitos que rechazan a Cristo y a su causa.
Si lees el Apocalipsis y te enfocas principalmente en los enemigos de Cristo, eso puede ser aterrador. Pero el principal objetivo de mostrar a estos enemigos con todo su poder y terror es mostrar la gran victoria que Cristo obtiene al derrotar a tales enemigos. Cuando todos los poderes de la tierra y del infierno parecen estar en tu contra, es tentador simplemente rendirte. ¿Cómo puede resistirse alguien? Si no puedes vencerlos, únete a ellos, ¿verdad? Pero esos pensamientos se desvanecen cuando ves al máximo héroe de guerra, el jinete del caballo blanco, el propio Jesús, y cuando ves su increíble poder para aplastar a todos sus enemigos.
Derrotando a Terribles Enemigos
El libro del Apocalipsis registra varias visiones que involucran al dragón, a la bestia, al falso profeta, a la prostituta Babilonia y a los ejércitos de pecadores que se oponen a Cristo. Todas estas visiones tienen algo en común: todas terminan cuando el enemigo es derrotado y castigado y Cristo reina triunfante.
Algunos estudiosos de la Biblia intentan aplicar cada visión a una fase diferente del futuro, pero quizás la mejor manera de ver estas visiones es entenderlas como si describieran el mismo conflicto desde varias perspectivas. En ese sentido, sería como ver una película que muestra una sola batalla, pero que en primer lugar se ocupa de una parte del campo de batalla, se desplaza a otra, luego retrocede otra vez, centrándose en los diferentes actores, utilizando diversos ángulos de cámara, a veces mostrando cómo se desarrolla una parte de la batalla y luego se remonta con el fin de mostrar la forma en la que otra parte de la batalla se estaba desarrollando al mismo tiempo.
El dragón, la bestia y el falso profeta reúnen a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, todos ellos en alianza con Babilonia, y se juntan en el Armagedón. En seguida, el Apocalipsis retrata el resultado de la batalla. En primer lugar prevé la caída de Babilonia, de la civilización prostituta, y de sus aliados. Luego viene otra visión, centrándose en la derrota de la bestia y del falso profeta. Todavía otra visión se centra especialmente en la derrota de Satanás el dragón y de las personas que se pusieron de su lado en contra de Cristo y de su pueblo. Estas visiones muestran diferentes aspectos de un mismo hecho: la victoria final de Jesucristo cuando venga a juzgar el mundo.
Justo antes de la venida de Jesús, puede que sus enemigos parezcan tener la sartén por el mango. La causa de Cristo puede parecer sin esperanza. Su pueblo puede parecer rodeado e indefenso. Pero cuando el mismo Cristo aparezca en majestad y fuerza, el poder de sus enemigos parecerá pronto como si fuera nada. La tierra temblará y Babilonia, la ciudad y la cultura que parecía tan grandes, se colapsarán en un instante. La bestia y el falso profeta, los poderes de persecución y el engaño en su peor momento, al instante serán indefensos y estarán confinados al infierno. Apocalipsis 19 dice:
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES...
Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.
La magnitud de la victoria de Jesús es evidente cuando observas la enorme fuerza de sus enemigos y ves lo rápido que Jesús los vence cuando desata su poder.
El enemigo más terrible es el mismo Satanás, pero incluso Satanás no tiene ninguna posibilidad contra el máximo héroe de guerra. En Apocalipsis 20 la Biblia representa el papel que desempeña Satanás en la batalla final y lo que le sucede. Satanás engaña a los pueblos de todo el mundo y los reúne para la batalla.
El número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:8-10).
Si un ejército combinando a todo demonio mortal y a todo humano lleno de odio no puede oponerse en contra del Señor en la batalla final, sin duda ninguna fuerza menor jamás derrotará a Cristo o impedirá su victoria final.
Esto significa que si tú no perteneces a Jesucristo, estás condenado. Apocalipsis habla de aquellos que llevan "la marca de la bestia", y algunos autores trabajan duro para averiguar lo que podría ser una marca de este tipo. Pero no lo hagamos demasiado complicado. Todos los que no llevan la marca del bautismo o no viven por fe en Cristo terminan llevando la marca de la bestia Sus nombres no están en el libro de la vida. Esto aplica no sólo al final de la historia, sino a todos los puntos antes del final. Hay una guerra en curso en este momento; la batalla final será simplemente la parte más feroz y última de la guerra. Aquellos que sean derrotados en la batalla final van a terminar en los fuegos del infierno, y los que aún ahora elijan el lado equivocado de la larga guerra que conduce hasta la batalla final también terminarán en el infierno.
Por otro lado, aquellos que, por la gracia de Dios, están del lado de Cristo pueden estar seguros de la victoria. Las visiones de la Biblia sobre la batalla final le hablan al pueblo de Dios de todas las edades. No necesitamos saber cuándo será la batalla final. Hay que tomar partido con Cristo en este momento y hacerlo con confianza. Porque si el Señor algún día enfrentará a todos los poderes más feroces del mal al mismo tiempo y los derrotará de forma rápida y total, entonces, sin duda será capaz de salvarnos de cualquier ataque menor que podríamos enfrentar en el tiempo antes de la última batalla.
Algunas personas quieren usar las visiones de la Biblia para averiguar lo cerca que podría estar el fin de la historia. Pero nadie puede resolver esto con precisión, y eso no es lo más importante. Lo que es importante es que, sin importar cuando podría venir el final, debemos estar del lado de Cristo en este momento y darnos cuenta de que el último grito de la tierra y del infierno no pueden superar al máximo héroe de guerra.
Los Frutos de la Victoria
La grandeza de una victoria es observada en que los enemigos fuertes son derrotados, y otra medida de la grandeza de una victoria es la cantidad de bien que ésta produce. La victoria aliada de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, fue algo mayor para Europa Occidental que para Europa Oriental. En Europa Oriental, las personas simplemente obtuvieron a Stalin en lugar de Hitler, mientras que en Europa Occidental las personas obtuvieron la libertad, la paz, y el regreso a la prosperidad. Una victoria que produce la libertad, la justicia, e incluso la alegría es mucho mayor que una victoria que sólo produjo un nuevo modo de opresión.
Una vez más Jesús brilla como el máximo héroe. Apocalipsis dice que la victoria de Jesús conduce hacia un nuevo cielo y hacia una nueva tierra, sin "muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor”. (21:4) La nueva creación tendrá como capital la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, un lugar de sorprendente belleza y seguridad. El pueblo de Dios será colmado de su luz y de su vida, y disfrutará de la amistad cara a cara con el Señor por toda la eternidad. Ellos disfrutarán de la prosperidad y de la autoridad más allá de la imaginación, reinando con Cristo para siempre.
De todos los héroes que han luchado para hacer del mundo un lugar mejor, sólo el Señor Jesús puede tener éxito completo. Sólo Cristo puede hacer del mundo un lugar perfecto de armonía ininterrumpida, de santidad y de felicidad. Y vas a ser parte de ese mundo perfecto si Cristo es tu Salvador y Comandante en este momento.
Mientras tanto, la guerra entre el bien y el mal no ha terminado, pero el día D ya ha sucedido. Jesús invadió este mundo al venir aquí como hombre, absorbiendo los ataques mortales de Satanás, del pecado y de la muerte, y haciendo un avance decisivo en su resurrección. Ahora la victoria del bien sobre el mal es segura. Es solo cuestión de tiempo. Piensa nuevamente en la Segunda Guerra Mundial. Después del Día D todavía había otras batallas que librar, algunas de ellas bastante horribles, pero el resultado final de la guerra se había determinado en el Día D. Así también, después de la muerte y resurrección de Jesús, la guerra entre el bien y el mal continúa, y algunas de las batallas son horribles. Pero el resultado se ha decidido por la primera venida de Jesús, y el Señor nos ha dado un avistamiento de su victoriosa segunda venida. Por lo tanto, no importa cuán feroz todavía pueda ser el conflicto, el resultado final es seguro.
La Biblia describe a Jesús como el máximo héroe de guerra, sin igual en estrategia, en humildad, en valentía, en sacrificio y en victoria. La Biblia representa a Jesús de esta manera para darle el honor y la alabanza que él merece, para llamar a los enemigos de Jesús a rendirse y a unirse a su lado antes de que sea demasiado tarde, y para alentar a los seguidores de Jesús que somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. ¿Confías en Jesús como tu máximo héroe?
Capítulo Tres
Llamado al Combate
Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
(Efesios 6:10).
Jesucristo es un general. La iglesia es una fuerza de combate. Los Cristianos son soldados. La vida Cristiana es la guerra. El llamado a ser Cristiano es un llamado a combatir. Es un llamado a alistarse en las fuerzas del general Jesús, a luchar en contra de sus enemigos, a perseguir su estrategia y sus objetivos, a llevar su equipo de protección y a atacar con sus armas.
Si crees que Jesús vino al mundo para hacerlo instantáneamente tranquilo y cómodo, te equivocas. Jesús dice: "No he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34). Jesús vino a iniciar una pelea, y él ya ha ganado la batalla decisiva. Pero la guerra todavía no ha terminado. Jesús llama a la gente para unirse a sus fuerzas y marchar con él hacia la victoria final. El resultado es seguro, pero la lucha aún continúa, y no puede haber paz hasta que toda fortaleza caiga y el último enemigo sea derrotado. Sólo cuando la guerra haya terminado podremos disfrutar de los beneficios de la paz y de la libertad. hasta entonces vivimos en una zona de combate. Debemos luchar por Jesús, o de lo contrario estamos en contra de él. es imposible ser neutral.
¿Esto te suena demasiado agresivo y violento? En algunos momentos de la historia, se han librado sangrientas guerras religiosas bajo el signo de la cruz, y se han cometido terribles crímenes en el nombre de Jesús. Pero ese no es el tipo de combate que Jesús pide. Es imposible cambiar el corazón por la fuerza. Cuando Cristo llama a las personas a combatir, se trata de una guerra de un tipo muy distinto.
Debemos luchar contra enemigos espirituales, y debemos usar armas espirituales. El enemigo no es una nación o sus fuerzas armadas; el enemigo es mucho peor. La guerra no es el conflicto entre naciones; las fuerzas son mayores que cualquier nación. Las armas no son armas de fuego, espadas y bombas que destruyen a los seres humanos; las armas del Señor destruyen los bunkers del mal y devastan a los demonios. "Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4-5). El Cristianismo es una guerra espiritual, con resultados más grandes y más duraderos que cualquier guerra física y política.
¿Paz en Nuestra Época?
Nuestra lucha es espiritual, no física--pero sigue siendo guerra. Debemos resistir y luchar por Cristo, no ser apaciguadores espirituales. Los apaciguadores espirituales no ven ninguna necesidad de conflicto, ni de pelea. Algunas iglesias están ansiosas por evitar todo atisbo de combate. Ellos no cantan "Adelante, soldados Cristianos, Marchando como a la Guerra” o "Levántate, Levántate por Jesús como Soldado de la Cruz” o cualquier otro himno sobre la lucha contra el pecado y Satanás. No predican pasajes de la Biblia que describen el Cristianismo en lenguaje militar. ¿Por qué no? ¿Por qué no mencionan la guerra espiritual? Algunos líderes de la iglesia y sus seguidores no ven a Satanás como una amenaza; incluso puede que no crean que Satanás y sus demonios sean reales. Creen que la naturaleza humana es básicamente buena; ven poca necesidad de luchar contra el pecado. Ellos no ven la religión falsa como un peligro para las almas, no están dispuestos a llevar a los no Cristianos a una relación con Jesús, y se oponen a la evangelización vigorosa. Los apaciguadores espirituales piensan que sólo tenemos que amarnos a nosotros mismos, ser tolerantes con los demás, y todo estará bien.
La Biblia dice lo contrario: tengo que luchar contra mis propios pecados y contra los ataques de Satanás en mi contra, y debo unirme a la misión de llevar la libertad del Evangelio a los demás y ganarlos a la causa de Jesús. Este tipo de guerra--la lucha en contra de Satanás en nuestra vida personal y extender la libertad del Evangelio a los demás--no implica fuerza física. La Biblia permite que el gobierno use la fuerza física y las armas en algunas situaciones, pero ese no es el llamado de la iglesia. La iglesia debe movilizar a la gente no para el conflicto político y militar, sino para la guerra espiritual. Cuando la Biblia llama a la iglesia y a los Cristianos individuales para el combate, pide algo muy diferente de la clase de guerras y armamento que aparecen en las noticias. Las Escrituras llaman a la guerra del reino invisible: la guerra espiritual en contra de Satanás y el poder del pecado. Esto no requiere cañones, tanques y aviones de combate--pero sí requiere valor, determinación y fortaleza.
Hay mucho más en seguir a Jesús que ser un buen gatito, domesticado. La Biblia habla de Jesús como un león (Apocalipsis 5:5), y la Escritura dice: "El justo está confiado como un león” (Proverbios 28:1). ¿Ves a Jesús como un león o como un gatito mullido? ¿Quieres ser un animal domesticado en un hogar seguro que no hace más que recostarse y comer? ¿O quieres ser un león al servicio del máximo león, Jesucristo? Para vivir como un verdadero Cristiano, no es suficiente ser dócil y permanecer seguro. Necesitas ser audaz, fuerte, e incluso feroz.
La falta de esta mentalidad de guerrero puede ser una de las razones por la que muchas iglesias tienen poco atractivo para los hombres. En lugar del llamado de Dios para ser fuertes, algunas iglesias se limitan a llamar a los hombres a ser agradables. El autor John Eldredge dice,
El Cristianismo, tal como existe actualmente, les ha hecho algunas cosas terribles a los hombres. Al final de cuentas, creo que la mayoría de los hombres de la iglesia creen que Dios los puso en la tierra para ser buenos chicos... Si tratan bastante duro, puedan llegar a la cumbre elevada de convertirse en buenos tipos.... Eso es lo que tenemos como modelos de madurez Cristiana: Realmente Chicos Buenos.
¿No sería más emocionante el estudio de la Biblia si se convirtiera en una sesión de estrategia de guerreros? ¿No sería diferente si la iglesia se convirtiera en un lugar para manifestarse a favor de la guerra contra Satanás? La iglesia podría ser entonces un lugar no sólo para los niños, para las mujeres y para los ancianos, sino un lugar para los hombres--hombres temerarios y peligrosos que son fuertes en el Señor y en su fuerza poderosa.
En cualquier caso, si la iglesia ha desanimado a los hombres haciéndolos demasiado endebles o si los hombres simplemente han endurecido sus corazones en contra del Señor, el hecho es que todos nosotros--hombres y mujeres por igual--vivimos en una zona de guerra espiritual. Es posible que desees una sensación sencilla de paz, pero si no estás preparado para luchar en contra del pecado, si no estás listo para luchar en contra de Satanás, si no estás en una misión para ganar victorias a favor de Jesús, estás condenado. No puedes negociar o hacer la paz con Satanás.
En el período anterior a la Segunda Guerra Mundial, el gobierno británico estaba tan ansioso por evitar el conflicto que dio un paso atrás mientras Adolfo Hitler invadía un país tras otro. El primer ministro Neville Chamberlain se jactaba de resolver disputas "a través del dialogo en lugar de hacerlo por medio de la fuerza de las armas” y habló palabras lisonjeras sobre Hitler y Mussolini. Después del acuerdo de Múnich dándole Checoslovaquia a Hitler, Chamberlain dijo, "Creo que esto es la paz para nuestro tiempo. Vayan a casa y tomen una buena y tranquila siesta." Muchos británicos festejaron salvajemente. Pero no habría paz ni unas pocas horas de sueño tranquilo. La única manera de detener a Hitler era luchar.
Cuando un tirano quiere conquistar todo lo que puede, no puede haber paz. Satanás es un tirano, y él quiere conquistar todo lo que pueda. Satanás quiere dominarte y mantenerte bajo el poder del pecado. Satanás quiere que mueras en tu pecado y termines en el infierno con él. Quiere que la gente que te rodea también perezca. Quiere que ellos hagan caso omiso de Jesús, que crean en falsas religiones, y que terminen en el infierno. Si esperas la paz en nuestro tiempo, una vida sin luchas o conflictos, Satanás te controlará por completo.
No seas un apaciguador. Sé un guerrero. Permanece firme en contra de Satanás. Lucha contra él. "Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6:10-11) Únete al ejército de Jesús, y no esperes una vida fácil y pacífica. Es difícil permanecer firme en contra de los ataques de Satanás. Es difícil entrar en un territorio ocupado por el enemigo y llevar la libertad de Cristo a aquellos que son gobernados por Satanás. No habrá paz en nuestro tiempo. Habrá guerra espiritual hasta Jesús venga de nuevo.
Su Gran Poder
Lo primero y más importante sobre la guerra espiritual es mirar hacia la fuerza y la dirección del máximo héroe de guerra. La Escritura dice claramente: "Jehová es varón de guerra” (Éxodo 15:3). ¿Por qué vino Jesús a la tierra? ¡Para elegir una pelea! Jesús dice: "No he venido para traer paz, sino espada" (Mateo 10:34). El resultado final de la venida de Jesús será la paz, pero antes de traer la paz, trae una espada en contra del mal, y trae división entre los que se unen a él y los que lo rechazan.
Jesús no vino a la tierra para negociar con Satanás. No vino para la diplomacia o para llegar a un compromiso. Jesús vino a deshacer. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8) El Hijo de Dios se hizo uno de nosotros y murió por nosotros "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" (Hebreos 2:14).
¿Qué opinas del Señor como un guerrero, como un destructor de sus enemigos? En la Biblia, Dios se revela a menudo de esa manera, y las oraciones bíblicas hablan de él de esa manera. El Salmo 18 comienza con palabras de amor--"Te amo, oh Jehová”--¿Pero este amor es para una deidad acaramelada y sentimental? No, él es el Dios de fortaleza y batalla. El salmista dice: "Te amo, oh Jehová, fortaleza mía,
Tronó en los cielos Jehová, y el Altísimo dio su voz; Granizo y carbones de fuego. Envió sus saetas, y los dispersó; Lanzó relámpagos, y los destruyó... Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros... Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea (Salmo 18).
El Salmo 68 habla de la preocupación de Dios por los huérfanos y por las viudas, pero ¿eso significa que Dios es sólo una persona gentil bien intencionada? No, una de las razones por las que Dios es un consuelo para los débiles es que él tiene un poder aterrador contra los enemigos:
Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, y huyan de su presencia los que le aborrecen... Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada... Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares... Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos... Tu Dios ha ordenado tu fuerza; confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros (Salmo 68).
El Señor Jesús nos llama a unirnos a su lucha en contra de Satanás y en contra del mal, del pecado, de la crueldad, del miedo, del desánimo y de todas las otras armas de Satanás. Jesús podría ser muy amable con las almas débiles y heridas, pero también podría ser combativo y francamente aterrador ante Satanás y sus demonios. Jesús a menudo conocía a personas que estaban poseídas y atormentadas por los demonios. Estas personas no tienen la fuerza para liberarse del poder demoníaco. Pero Jesús tenía más que suficiente, y los demonios lo sabían. Ellos entraban en pánico cada vez que veían que Jesús venía. Algunos demonios gritaban de rabia; algunos se quejaban de miedo; Todos se sentían amenazados por Jesús. Sabían que no podían enfrentarse a él. Como dice la Biblia acerca del Señor "¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos” (Salmo 66:3). Los demonios no son unos cobardes. Son ángeles rebeldes que han perdido toda bondad, pero que todavía tienen una fuerza terrible. El poder humano no los puede asustar, pero el poder divino de Jesús les aterroriza. De hecho, Jesús solo tenía que hablar unas pocas palabras para que los demonios huyeran.
Si siempre has pensado en Jesús como un pelele con modales suaves, por favor observa al Jesús real en acción. Cuando es confrontado por una legión de demonios, Jesús los ahuyenta de terror (Lucas 8:26-33). Cuando le dicen que el rey Herodes quiere matarlo, Jesús denuncia al malvado rey sin miedo (Lucas 13:32). Cuando le dicen que sus palabras han ofendido a algunos líderes religiosos de élite, Jesús los ofende aún más llamándolos "guías ciegos” (Mateo 15:12-14). Cuando él ve que el templo de Dios ha sido convertido en un mercado, Jesús actúa arrebatadamente con un látigo, expulsando a los comerciantes y volteando al revés sus mesas (Juan 2:15) Cuando él ve a una multitud que viene a arrestarlo, Jesús calmadamente les dice que él es a quien buscan--y algo en él los hace retroceder y caer al suelo (Juan 18:3-6). Cuando Jesús va a la muerte misma y enfrenta a su máximo enemigo, la tierra tiembla, la tumba se abre, y la muerte es derrotada. Estas no son las acciones de un pelele pasivo, inofensivo. Este es el Señor de los ejércitos, el comandante de los ángeles, el príncipe de los reyes de la tierra, el general que nos llama a combatir en sus fuerzas.
La Biblia representa a Jesús como un general montado en un caballo blanco, con los ejércitos celestiales siguiéndolo. Si has visto Las Dos Torres, la segunda película de la trilogía El Señor de los Anillos, piensa en la gran escena de la batalla, donde un ejército monstruoso está lanzando un terrible asalto al Abismo de Helm. Los defensores cansados y heridos tienen pocas esperanzas de éxito, pero no van a darse por vencidos, y tratan de efectuar un contra ataque desesperado. En ese mismo momento, un jinete sobre un caballo blanco aparece en la parte superior de una colina, seguido de un poderoso ejército. Es su amigo Gandalf, corriendo para ayudar. Por su cuenta, los defensores no podían ganar, pero una vez que aparece el jinete sobre el caballo blanco, ellos no pueden perder. El enemigo es aplastado. Eso es sólo un indicio de cómo el último jinete sobre el caballo blanco, Jesucristo, tiene poder para derrotar a las fuerzas de Satanás.
Sé Fuerte
Ese mismo poder puede ser tuyo y mío--no porque seamos divinos o iguales a Jesús, sino porque Jesús les da el poder de su Espíritu Santo a aquellos que confían en él. Cuando la Escritura dice: "Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza." Lo que significa que podemos ser fuertes en el mismo poder que le permitió a Jesús aterrorizar demonios y para vencer a la muerte. Dios nos llama a ser fuertes, no por nosotros mismos, sino en la fuerza de Cristo. Espera la victoria, no porque seas tan fuerte por tu cuenta, sino porque eres parte de las fuerzas irresistibles de Jesús. Esta es la guerra para los ganadores.
Si has sido acosado por el poder del mal, puedes darte cuenta de que Satanás es mucho más fuerte delo que tú eres, y puede que te resulte difícil de creer que Satanás alguna vez será vencido o que tú alguna vez vayas a poder ser libre. Incluso después de que Jesús ha entrado en el conflicto, a pesar de que Satanás está perdiendo terreno y está condenado a la destrucción, es posible que aún tengas dificultades para creer en él. Pudiste no haber comprendido las buenas nuevas del evangelio. Satanás está perdiendo, pero él no te dirá eso. Él es capaz de hacer todo lo posible para evitar que te enteres de su derrota en manos de Cristo.
Satanás nos ha dominado a muchos de nosotros durante tanto tiempo que nos resulta difícil creer en la derrota del mal y en nuestra liberación. Nos resulta difícil de creer que nuestra lucha es la guerra de los ganadores. A pesar de que su energía colapsa, Satanás sigue diciendo mentiras. Él susurra en nuestra mente que somos perdedores. Él sigue diciendo que Jesús está muerto. Él nos sigue tentando a inclinarnos hacia el mal en lugar de hacia Cristo. Satanás trata de evitar que averigüemos la verdad acerca de su derrota de manera que no nos levantemos contra él y no nos libremos de las cadenas del pecado. Pero el evangelio anuncia el triunfo de Cristo, la derrota de Satanás, y el llamado a ser libres de un régimen moribundo. El Evangelio nos llama a aceptar el gobierno de Cristo y a regocijarnos en la libertad del pecado y del miedo. No te dejes intimidar por las mentiras acerca de que las fuerzas del mal están ganando. Satanás es demasiado fuerte para ti o para mí, pero un poder mucho más grande ha entrado en la batalla. Satanás no puede competir con Jesús y con sus ejércitos de ángeles.
El Señor es un guerrero, y él te llama a unirte a él en la guerra en contra de las fuerzas espirituales del mal. Sé valiente y feroz en resistir al mal. "Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” Únete a Jesús en demoler al régimen colapsado de Satanás. El Salmo 144:1-2. Dice: "Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, Y mis dedos para la guerra; misericordia mía y mi castillo, Fortaleza mía y mi libertador, Escudo mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí" El Salmo 149:6 dice: "Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos" El día de la paz llegará cuando Cristo regrese, pero en este día de la batalla, tenemos el llamado heroico para luchar en contra del pecado, de la duda, de la desesperación, y para contarles a los demás la buena noticia de que Satanás está perdiendo y que pueden ser libres de su tiranía y disfrutar de la libertad bajo el liderazgo de amor de Jesucristo.
¿Estás tomando tu puesto o solo tomando una siesta? ¿Te has puesto toda la armadura de Dios, o te has negado a unirte a sus fuerzas? Este no es momento para la indecisión. No es tiempo para la cobardía. No es tiempo de apaciguamiento. Es hora de aceptar a Jesús como tu líder y convertirte en un soldado audaz y peligroso en su ejército. Podrías pensar que es ridículo incluso imaginarte a ti mismo como alguien atrevido y peligroso. Pero si te atreves a vivir por fe, eres un peligro extremo para Satanás y para sus demonios. Tienes un padre muy fuerte--Jehová es varón de guerra-- y tú puedes ser un varón de guerra fuerte que se mantenga firme en la fe. Así que sé valiente. Infunde miedo en Satanás. Sigue tomando más territorio para el general Jesús. Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Capítulo Cuatro
Armado y Listo
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
(Efesios 6:13).
Era una noche oscura y tormentosa--casi tan tormentosa como cualquier noche podría tornarse. La nieve y la aguanieve cortaban el aire. El clima era muy malo para estar afuera. Era Navidad, una noche para permanecer al interior y festejar, por lo que los soldados apostados en Trenton, Nueva Jersey, decidieron relajarse y divertirse. Ellos no querían estar afuera, y estaban seguros de que ningún enemigo podría aventurarse a salir con este clima.
Los soldados en Trenton eran Hessianos, combatientes profesionales procedentes de Alemania. Ellos estaban en Trenton en el invierno de 1776, ya que habían sido contratados para unirse a las fuerzas británicas y acabar con la rebelión de los molestos colonos Norteamericanos. Los Hessianos habían ganado fácilmente varios enfrentamientos contra los Norteamericanos y se habían burlado de la chusma de colonos. Las tropas Hessianas de Trenton ni siquiera se molestaban en construir fortificaciones o en tener un lugar seguro para su equipaje en caso de ataque. Se imaginaban que podrían destruir fácilmente a todos los Norteamericanos que pudieran atacarlos.
Esa noche en particular, ellos estaban seguros de que no habría ataque. George Washington y sus hombres estaban del otro lado del río Delaware, y es ahí donde seguramente ellos se quedarían. ¿A qué loco se le ocurriría cruzar el río en una noche así? Era horrible estar al aire libre en absoluto, y menos aún tratar de navegar barcos a través de las aguas oscuras hechas más peligrosas por las losas irregulares de hielo flotante. Incluso si lograran atravesar el río, tendrían que caminar nueve millas en medio del horrible clima para llegar a Trenton. Esta era una noche en la que los soldados Hessianos no tendrían que pensar en el combate. Podrían darse el lujo de relajarse y festejar hasta las primeras horas de la mañana.
No conocían a George Washington. Mientras los Hessianos estaban ingiriendo sus alimentos y bebiendo barriles de cerveza y de ron--justo lo que el general Washington pensaba que estarían haciendo--el general puso su plan en marcha. Él y sus hombres desafiaron el intenso frío, se metieron en los barcos, y se abrieron paso a través del traicionero río Delaware. Muchos de los hombres casi no tenían suficiente ropa para mantenerse calientes. Sin embargo, Washington se mantuvo animándolos, y al fin se reunieron al otro lado del río. Luego hicieron la marcha de nueve millas hacia Trenton.
En el momento que llegaron, la noche había terminado, y temían que habían perdido la oportunidad de un ataque sorpresa. Pero la mayoría de los Hessianos estaban todavía en la cama. Su comandante estaba aturdido por haber consumido alcohol excesivamente la noche anterior. Los hombres de Washington sometieron a los Hessianos después de una breve pelea en escaramuzas y capturaron a más de un millar de presos. Fue una gran victoria en la guerra por la independencia de Norteamérica.
También fue una lección duradera acerca de que si eres un soldado, debes estar armado y listo. No es suficiente tener el equipo disponible en alguna parte. Debes estar armado con ese equipo y ser capaz de utilizarlo. Un soldado no puede prepararse sólo para el buen clima y las condiciones cómodas; él debe estar listo para pelear en cualquier momento, en cualquier condición. Esa fue la clave para la victoria Norteamericana sobre los Hessianos. Esa es también la clave para la victoria en la guerra espiritual: Debes estar armado y listo para luchar en cualquier momento, bajo cualquier condición.
Listo Para el Día Malo
En Efesios 6, la Biblia llama al pueblo de Dios a "fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza" y a reconocer que nuestro peor enemigo no es una persona humana o un país, sino las "huestes espirituales de maldad", dirigidas por Satanás. "Por tanto," manda Efesios 6:13, "tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes." Nunca sabes cuándo vendrá ese día malo. Nunca sabes cuándo vas a tener que luchar. Así que mantente armado y listo en todo momento para combatir a Satanás.
Que no te sorprendan tomando una siesta. La Escritura dice: "No durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios" (1 Tesalonicenses 5:6). Las tropas Hessianas de Trenton tenían un montón de suministros y de entrenamiento, pero todos los suministros y el entrenamiento en el mundo no ayudarán a los soldados que están durmiendo debido a la resaca de la embriaguez en el momento en el que atacan los enemigos. Del mismo modo, nosotros contamos con un montón de suministros dados por Dios, tenemos protección y armas disponibles para nosotros, pero la armadura de Dios no ayudará a las personas que no la llevan puesta y que están durmiendo. Satanás puede sorprenderte, y la batalla puede estallar cuando menos te lo esperas. La Biblia dice, "que instes a tiempo y fuera de tiempo" (2 Timoteo 4:2). Mantente preparado todos los días para un ataque, incluso el día menos probable, de manera que si resulta ser el día malo del asalto de Satanás, puedas mantenerte firme.
A veces, el día malo llega en la forma de una dolorosa enfermedad o discapacidad. Si siempre asumiste que permanecerías saludable y feliz, y nunca te preparaste para este tipo de cosas, serás tomado por sorpresa y tu fe puede decaer cuando tu salud falle. Pero si te armas con antelación al aprender lo que la Biblia dice sobre el sufrimiento y al confiar en las promesas de Dios, puedes mantenerte firme.
A veces, el día malo llega como la trágica muerte de un ser querido. Si siempre supones que esas cosas no te afectarían a ti, el golpe puede ser demasiado como para que lo puedas soportar. Puedes volverte en contra de Dios y entregarte a la ira y a la desesperación de Satanás. Pero si, cuando las cosas van bien, te tomas del Señor como tu consuelo en la vida y en la muerte, y si te mantienes fortaleciendo tu fe y centrándote en el poder de la resurrección de Jesús, entonces estarás listo para derrotar a Satanás cuando la muerte golpeé cerca de ti.
A veces, el día malo llega en forma de persecución. Si supones que nadie se burlaría de las creencias Cristianas o del modo de vida Cristiano, si asumes que nunca perderías un puesto de trabajo o que nunca te enfrentarías a dificultades por seguir a Jesús, puedes ser tomado por sorpresa cuando la persecución te golpeé. Pero si estás preparado con antelación, sabiendo que cuando te unas a al ejército de Jesús serás atacado, entonces tendrás puesta tu armadura y serás capaz de permanecer firme bajo la persecución sin abandonar al Señor.
A veces, el día malo llega como tentación para pecar. Puedes ser tentado a hacer trampa en el trabajo de clase o a hacer dinero mediante métodos deshonestos o a tener relaciones sexuales con alguien que no es tu cónyuge o a decir chismes sobre otros o puedes ser tentado a algo más, pero sea lo que sea, Satanás presenta algo que parece tan delicioso, tan deseable, tan necesario para tu felicidad, que si no estás fortalecido con antelación para resistir la tentación, caerás en pecado. Pero si te encuentras reforzado a través el estudio de la ley de Dios en las Escrituras y a través de la fuerza del Espíritu Santo de Dios dentro de ti, entonces puedes decir no al tentador y derrotar su estrategia.
A veces, el día malo llega como mentiras acerca de Dios. Satanás ataca con todo tipo de falsas doctrinas y teorías engañosas, y si no estás protegido por el conocimiento de la verdad de Dios, puedes caer en las mentiras de Satanás. Pero si conoces tu Biblia y si tu mente se viste de la verdad de Cristo, puedes repeler las mentiras de Satanás.
En todo esto, es necesario estar preparado de antemano. No esperes a estar listo hasta después de que el ataque inicie; prepárate para la batalla antes de tiempo. Mantente listo para el sufrimiento antes de que golpeé. Mantente listo para la tragedia antes de que golpeé. Mantente listo para la persecución antes de que golpeé. Mantente preparado para la tentación antes de que llegue. Mantente preparado para los desafíos doctrinales antes de que se presenten. Ponte toda la armadura de Dios antes de que Satanás te ataque.
Una vez que el ataque ha comenzado, es bastante tarde para mirar a tu alrededor en busca de armaduras y armas. Se producen muchas víctimas de la guerra espiritual, no porque el ataque fue tan feroz, sino debido a que la persona no estaba preparada de antemano. Si ignoras a la Biblia cuando las cosas van bien, te será difícil encontrar lo que necesitas de la Biblia cuando llegue el día malo y Satanás te ataque. Si no te tomas del poder protector de Jesús cuando la vida es tranquila y puedes pensar con claridad, ¿cómo sabrás qué hacer cuando tu mente esté girando y tu corazón se esté rompiendo? Ponte toda la armadura de Dios, continúa tu entrenamiento y preparación para el combate, sigue escuchando la dirección de Dios, y tendrás todo lo necesario para estar en contra de las asechanzas del diablo.
¿Soldados de Verano?
En la guerra espiritual, siempre debemos estar armados y listos. Parte de nuestra disposición es el realismo de la dificultad de la lucha. En el momento de la guerra por la independencia de Norteamérica, había algunos colonos que no se daban cuenta de lo larga y dura que sería la guerra. Hablaban en grande sobre la libertad y sobre el patriotismo en el emocionante verano en el que se firmó la Declaración de Independencia, pero abandonaron la causa cuando llegaron más buques de guerra y los poderosos ejércitos de Gran Bretaña. Sin embargo, otros nunca esperaron que fuera fácil. Todo el tiempo habían esperado una lucha complicada y larga. Ellos se mantuvieron firmes durante los peores tiempos cuando los demás se rindieron. "Estos son los tiempos que prueba las almas de los hombres", escribió Thomas Paine "El soldado de verano y el patriota de sol, en esta crisis, se asustará del servicio a su país; pero aquel que está firme ahora, merece el amor y el agradecimiento del hombre y de la mujer." Los hombres que cruzaron el río Delaware en la helada oscuridad con George Washington no eran soldados de verano. Aquellos que sufrieron heridas y el invierno escalofriante en Valley Forge no eran patriotas de sol. Fueron hombres como estos los que obtuvieron la victoria. Del mismo modo, en el ámbito espiritual, aquellos que ganan en la guerra en contra de Satanás son los que pueden soportar las dificultades y seguir luchando hasta el final.
Sin embargo, algunas personas religiosas no parecen creer esto. Hablan como si fuera más noble ser un soldado de sol y un santo de verano que luchar en contra de Satanás en circunstancias sombrías. Tienen un enfoque de "nombrarlo y reclamarlo” en el que sólo hay que hablar unas pocas palabras mágicas para llevarse la victoria, y puedes hacer que Satanás huya casi sin luchar. Tienen un evangelio de salud y riqueza en el que los mejores Cristianos son las personas que no sufren porque su fabulosa fe los mantiene saludables y prósperos. Sus héroes no son luchadores y mártires, sino predicadores de rápido hablar con coches de lujo y casas fabulosas que les prometen prosperidad a sus oyentes. En su opinión, pasar por las dificultades no es una señal de heroísmo sino de fe débil, ya que, si estás realmente cerca de Jesús, la fe previene enfermedades y problemas financieros, y la fe también te impide ser tentado severamente por el pecado.
Pero eso no tiene sentido. La Biblia dice que estamos en una guerra. La vida en tiempos de guerra no siempre es fácil, sin dolor, y sin problemas. No puedes sólo "nombrar y reclamar" la victoria o "dejarlo ir y dejar a Dios." Debes luchar. Por supuesto que debes depender del poder de Dios, no del tuyo, pero aún tienes que luchar con toda la fuerza que Dios te da. Vivir para Jesús es la guerra, no unas vacaciones de crucero.
Winston Churchill se convirtió en primer ministro de Inglaterra en medio de una terrible guerra contra las poderosos fuerzas nazis del maligno Adolfo Hitler. El anterior primer ministro, Neville Chamberlain, había prometido "paz en nuestro tiempo” y le dijo a su pueblo que "tomaran una buena siesta, tranquila.” Pero cuando llegó la guerra, no era el momento de una falsa paz y de una comodidad falsa. Winston Churchill no prometió tiempos agradables y una victoria fácil. Él le dijo a su nación,
No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza... Ustedes preguntan, ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo responder con una sola palabra. Es la victoria. Victoria a toda costa--victoria a pesar de todos los terrores. Victoria por largo y difícil que sea el camino.
Supongamos que Churchill hubiera dicho: "Los nazis son débiles. Podemos derrotarlos fácilmente. No nos va a tomar mucho esfuerzo o dolor.” Cualquier persona que espera una victoria rápida y fácil habría renunciado cuando se encontrara enfrentando los feroces ataques nazis. Pero debido a que el líder de Gran Bretaña le dijo a su pueblo qué esperar antes de tiempo--sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor--las tropas y el pueblo de Inglaterra permanecieron firmes y alcanzaron su objetivo: la victoria.
Jesús promete la victoria en nuestra guerra en contra de Satanás, y este resultado está garantizado a través de la victoria en la batalla decisiva por medio de su muerte y resurrección. Pero al prometer la victoria, Jesús no promete que va a ser rápida y fácil. Él no promete salud y riqueza a los que la nombran y la reclaman. Promete sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Jesús promete dificultades y sufrimientos a medida que avanzamos hacia la victoria sobre Satanás. La Escritura dice: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría" (1 Pedro 4:12-13).
No te sorprendas cuando los ataques de Satanás y la vida sean difíciles. Estás en guerra. Espera ataque. Prepárate para ella. Sopórtala y mantente firme. La Biblia dice: "Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:3-4) Si Jesús es tu comandante, y si la victoria sobre Satanás es tu objetivo, mantente enfocado en tu misión. Un buen soldado tiene que ser capaz de soportar las dificultades y mantener su mente libre de distracciones que impidan su misión y que obstaculicen su eficacia. No puedes ganar victorias si estás más preocupado por los asuntos civiles de la salud y de la riqueza que de tu comandante Cristo. Debes centrarte en la campaña en contra de Satanás y en tu misión dada por Dios en esa campaña.
Un Ejército Fuerte
La guerra espiritual es difícil, pero la victoria es segura para aquellos de lado del Señor. La guerra espiritual requiere de toda nuestra atención y fuerza, pero la victoria final es de Dios. Es la armadura de Dios la que nos protege, las armas de Dios las que luchan por nosotros, y la victoria global de Dios, la que provee el escenario para nuestra victoria individual.
La Escritura dice: "Vestíos de toda la armadura de Dios"--no solo de la armadura que Dios da, sino de la armadura que Dios mismo viste. El Antiguo Testamento dice acerca del Señor, "Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza" (Isaías 59:17). El Nuevo Testamento nos dice que nos pongamos "la coraza de justicia" y "el yelmo de la salvación." Debemos vestir la misma armadura que el Señor viste. Debemos usar las mismas armas que el Señor usa. El gran poder de Dios debe ser nuestro poder. La fuerza divina que defendió al Señor Jesús de las tentaciones de Satanás y que le permitió a Jesús a vencer el pecado y la muerte debe ser nuestra fuerza.
Supongamos que te enfrentas a una invasión de las fuerzas hostiles. Tus únicas armas son un cuchillo de cocina y una escopeta para cazar aves. Tu único vehículo es un automóvil usado. Mientras tanto, el enemigo tiene ametralladoras, granadas, artillería y tanques. Cuando llegas a la batalla, no tienes ninguna oportunidad si tus armas son tan patéticas y si las armas del enemigo son tan poderosos. Pero ahora supongamos que te ofrecen las armas de una superpotencia: bombarderos Stealth, misiles de crucero, los mejores tanques, chalecos antibalas, y entrenamiento para utilizar todo este equipo. Entonces las terribles armas de tu enemigo no son tan invencibles.
Los soldados inteligentes aceptan el equipamiento de Dios y su entrenamiento para utilizar ese equipamiento. ¿Quién prefiere ir a la guerra en automóvil usados que en tanques? ¿Quién prefiere ir al ataque armado con cuchillos de cocina que con misiles de crucero? Si no usas la armadura y las armas de Dios, si luchas contra Satanás mal equipado y sin preparación, no puedes ganar. Pero si utilizas el equipamiento de Dios, pasas por su entrenamiento, y sigues sus órdenes, no se puedes perder.
Las armas del esfuerzo humano no tienen ninguna posibilidad contra las armas de Satanás. Pero con el poder de Dios, con la armadura de Dios, y con las armas de Dios, tenemos una enorme ventaja sobre las fuerzas de Satanás. Conectado a Jesús, te conviertes en parte de la fuerza de combate espiritual mejor equipada en el mundo. Tienes la armadura completa de Dios, la propia armadura personal de Dios, disponible para protegerte contra el enemigo. Tienes las propias armas omnipotentes de Dios para ir a la ofensiva y hacer retroceder al enemigo. Sin embargo, no es suficiente que estén disponibles dicha armadura y armas. Debes ponértelas y utilizarlas.
¿Víctima o Victorioso?
A medida que luchas, no te desanimes si la batalla es especialmente feroz o si sufres un revés aquí o una herida allí. Alégrate de que Dios te confía una misión donde la lucha es más feroz. Cuanto mayor es la oposición que enfrentas, mayor es la victoria cuando triunfas. Entre peores sean las tentaciones que tengas que resistir, repartirás peores estallidos a las fuerzas de Satanás cuando tengas éxito.
Incluso cuando vaciles o falles, el fracaso no es definitivo. Ten en cuenta la campaña general. Satanás podría herirte o hacerte prisionero por un tiempo, pero mantente fiel al Señor. No permitas que Satanás te lave el cerebro con el pensamiento de él está ganando o que Dios te ha abandonado. Puedes estar seguro de que Dios todavía está ganando la guerra en general, y de que cuentas con él para rescatarte. Él no abandonará incluso ni a un solo soldado que lo ame y que le sea fiel. Si le oras a él y buscas su perdón y su ayuda, el Señor te rescatará, te sanará, y te pondrá de nuevo en servicio. Mientras tanto, el resultado de la guerra general ya es seguro. Un soldado inteligente no sólo buscará su propio éxito o fracaso personal; él mira cómo le está yendo su país y a la causa. La buena noticia para el soldado Cristiano es que Jesús está ganando, y la victoria para su causa está asegurada. Satanás está condenado. Si los reveses individuales te turban, es útil recordar la gran imagen. La batalla de la fe es la guerra de los ganadores.
No caigas en la mentalidad de víctima. Muchas personas heridas se vuelven a Jesús y van a la iglesia en busca del alivio al dolor y de la sanidad de sus espíritus dañados, y eso es bueno. Jesús se ofrece a sanar las almas enfermas de pecado y los espíritus heridos. Pero una vez que te sana, no te deja en una cama de hospital. Jesús te levanta, te entrena para la batalla, te equipa con la armadura de Dios, y te envía a una misión para hacer grandes cosas para él. La iglesia de Jesús no es sólo un hospital para víctimas, sino un ejército de vencedores.
No te atasques en la condición y en la mentalidad de un paciente de hospital al grado en el que no sirvas como soldado. Cada fuerza militar tiene unidades médicas para los heridos, pero también tiene unidades de combate, y es mejor que las unidades de combate sean más grandes que las unidades médicas. Hay un gran problema en una fuerza militar si los débiles y los heridos superan en número a los que prestan servicio activo y están listos para el combate. Si todo el mundo permanece tan enfermo como siempre, hay que preguntarse si el médico sabe lo que están haciendo. Si los oficiales se contentan con tener a todos los pacientes enfermos y si no hay tropas activas, hay que preguntarse si esos oficiales están en condiciones de dirigir.
La iglesia es el ejército de Dios, y la mayoría en la iglesia deben ser fuertes y estar listos para el combate, no andar por ahí débiles e indefensos, dependiendo de los pastores para ayudarlos a sobrevivir en el día a día. Puede que haya habido un momento en que algunas iglesias fueron demasiado rápidas para huir de los pecadores y para dispararles a sus heridos, pero muchas iglesias de hoy se han ido al extremo opuesto, aceptando como normal una situación en la que la mayoría de las personas de la iglesia permanecen quebrantadas, dignas de compasión, víctimas disfuncionales del pecado. Año tras año tras año. Pocos son fuertes en el Señor o infunden miedo en las fuerzas de Satanás. Esto es lo que sucede cuando el lema de la iglesia no es más que "encontrar una herida y sanarla" en lugar de "encontrar una fortificación de Satanás y conquistarla".
La iglesia no debe dispararles a sus miembros heridos, por supuesto. Debe atender a los heridos. Los pecadores deben ser restaurados con cuidado, y los escépticos deben ser alentados. Pero ellos no deben permanecer en la misma condición miserable. Deben volverse sanos, fuertes y estar listos para tomar las armas espirituales de la misión del Señor. Si una iglesia se precia de ser compasiva y acogedora, pero no exige vidas transformadas o no lleva a la gente a marchar en el ejército de Cristo, puede acabar llena de personas que en su mayoría son pecadoras y poco santas, sobre todo dudosas y de poca fe. La iglesia se vuelve como un ejército en el que casi todo el mundo está en el hospital y casi nadie está avanzando en contra del enemigo. Una iglesia que es toda terapia, no militar, debe recuperar su identidad como ejército de Cristo. Una persona que siempre está en un grupo de lástima y nunca en un grupo de guerra, siempre un debilucho y nunca guerrero, debe sacudirse la mentalidad de víctima, apoyarse en la fortaleza de Jesús, ponerse la armadura de Dios, y aprender a permanecer firme.
La noche en que George Washington y sus tropas cruzaron el helado río Delaware y marcharon sobre Trenton, muchos de los hombres dejaron en la nieve huellas de sangre de sus pies doloridos y de otras lesiones. Ellos podrían haberse sentado sintiendo lástima por sí mismos, pero en cambio, atacaron al enemigo. Eran un grupo de guerra, no un grupo de compasión. Se centraron más en su misión que en sus lesiones. Se centraron más en las órdenes de su general que en la crudeza del clima. Se centraron en la importancia de su causa y no en el poder de su enemigo. Si esos patriotas se hubieran estancado en una mentalidad de víctimas, habrían perdido la guerra. Pero estaban preparados para luchar bajo todas las condiciones, se colocaron las armas a utilizar, y obtuvieron una victoria increíble.
Jesús no promete la victoria sin problemas, pero promete la victoria. Cuando realmente te comprometes en su servicio, te sorprenderás de lo que puedes hacer en su poder. Te podrías decir a ti mismo: "No pensé que lo tuviera en mí!"--y no lo tendrás en ti hasta que tengas al Espíritu Santo de Cristo en ti. Una vez que el poder del Dios Todopoderoso esté en ti, su armadura te rodee y sus armas estén en tus manos, no sabes qué cosas heroicas puedes hacer para su servicio. No harás milagros si eres un soldado de sol o una víctima autocompasiva. Pero si aceptas a Jesús, su armadura, y su entrenamiento, estarás armado y listo para el día malo, y serás uno de los héroes de la fe que compartan el sufrimiento y la gloria de Cristo.