Conociendo a Jesús (Dr. Feddes)
Conociendo a Jesús
por David Feddes
¿Te gustaría conocer a Jesús, escucharlo hablar, verlo en acción, conocer su personalidad? No solo dependas de un sistema religioso o de lo que dicen otras personas. Ven y velo por ti mismo. Ve a una casa donde Jesús está cenando. Métete en un bote con Jesús y con sus amigos. Siéntate en una ladera cubierta de hierba y escucha a Jesús contar historias. Camina con Jesús por caminos polvorientos y ve cómo se relaciona con las personas. Observa a aquellos que les agrada Jesús y por qué. Observa a aquellos que odian a Jesús y por qué. ¡Ven y ve!
¿Cómo puedes hacer eso? ¿Necesitas una máquina mágica que te lleve a otro tiempo y a otro lugar? No, solo necesitas los evangelios del Nuevo Testamento escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Esos libros inspirados tienen un poder milagroso para transportarte a través del tiempo y el espacio y para que entres en contacto con Jesús mientras caminaba por esta tierra hace mucho tiempo. Y al ir a encontrar a Jesús en ese tiempo y lugar, Jesús viene a tu encuentro en este tiempo y lugar. Tú entras en su vida, y él entra en tu vida. ¡Ven y ve!
A medida que los evangelios bíblicos te llevan hacia el contacto con Jesús, una de las primeras cosas que notas es que Jesús se pone contento de verte y se pone contento de que quieras conocerlo. Solo espera un rato con él y descubre lo que sucede.
Cuando observas a Jesús en acción, observas que tiene un efecto notable en las personas. Tan solo unas pocas horas con él, algunas veces solo unos minutos, son suficientes para que la gente se dé cuenta de que Jesús no se parece a nadie que hayan conocido antes. Algunos concluyen que él es la clave de todo lo que han estado buscando.
Por ejemplo, el primo de Jesús, Juan el Bautista, les dice a dos hombres que Jesús es alguien especial. Jesús aún no es muy conocido y no ha hecho nada espectacular, pero los dos hombres deciden acompañarlo. Jesús se da la vuelta y se da cuenta de que lo siguen. Él pregunta: "¿Qué buscáis?" Quizás ellos no están seguros de qué decir, así que tartamudean: "¿Dónde moras?"
"Venid", responde, "y ved".
Entonces van y ven dónde está morando Jesús y pasan el resto del día con él. Ya es pasada la tarde, alrededor de las cuatro en punto. Pero ese corto tiempo entre las cuatro y la hora de acostarse es suficiente para sorprenderlos y convencerlos de quedarse con Jesús y de invitar a otros a conocerlo.
Uno de los dos hombres se llama Andrés. Lo primero que hace Andrés es encontrar a su hermano Simón y decirle: "Hemos hallado al Mesías", el Salvador que el pueblo de Dios ha estado esperando. Y Andrés trae a Simón ante Jesús.
Jesús mira a Simón y, sin preguntar su nombre, le dice: "Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Pedro", que significa "roca". ¿Qué tipo de persona sabe tu nombre sin preguntar? ¿Qué tipo de persona te cambia el nombre a "roca sólida" cuando eres un pescador frívolo? Simón Pedro puede encontrarse desconcertado por todo esto, pero al igual que su hermano Andrés, se encuentra asombrado y cautivado por Jesús y decide pasar el rato con él.
Al día siguiente, Jesús se acerca a un hombre llamado Felipe, que viene de la misma ciudad que Andrés y Pedro. "Sígueme", Jesús le dice a Felipe. Ahora, si alguien acude a ti y espera que abandones todo y que te vayas con él, ¿qué deberías hacer? Si alguien común te dice que lo sigas, puedes rechazarlo. Pero la personalidad de Jesús es tan poderosa y tan persuasiva que cuando Jesús dice: "Sígueme", Felipe aprovecha la oportunidad.
De hecho, conocer a Jesús es tan emocionante que Felipe quiere que alguien más lo conozca. Felipe encuentra a su amigo Natanael y le dice: "Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret".
Natanael, sin embargo, no se encuentra impresionado, especialmente cuando escucha que Jesús viene de Nazaret. Nazaret es una ciudad con mala reputación, un lugar para perdedores, y Natanael lo dice. No había nada furtivo o sutil en Natanael. Él no oculta sus sentimientos. Él dice lo que piensa honestamente. "¡Nazaret!" resopla Natanael. "¿De Nazaret puede salir algo de bueno?"
Felipe no intenta discutir con Natanael. Felipe simplemente dice: "Ven y ve". Él está seguro de que conocer a Jesús personalmente, aunque sea por unos minutos, sorprenderá a Natanael y lo ganará a pesar de su baja opinión sobre la ciudad natal de Jesús. Natanael acepta ir. Él tiene sus prejuicios y sus dudas, pero todavía está honestamente dispuesto a verificar a Jesús por sí mismo.
Cuando Jesús ve acercarse a Natanael, dice: "He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño". ¿Cómo reacciona Natanael? Tal vez le guste el cumplido, pero ¿qué es lo que realmente vale la pena si proviene de alguien que nunca antes lo conoció? ¿Cómo podría saber este extraño que no hay nada de falso en Natanael? ¿Qué pasa si solo está tratando de halagarlo? Entonces, en lugar de agradecerle a Jesús por el cumplido, Natanael le dice: "¿De dónde me conoces?"
Jesús le responde: "Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi".
Ante eso, las dudas de Natanael desaparecen. Este hombre a quien nunca ha conocido sabe exactamente dónde ha estado, qué estaba haciendo ese día, y también conoce su carácter. De alguna manera, Jesús ya lo conoce por dentro y por fuera. De repente, Natanael se da cuenta de quién es Jesús. "Rabí", le dice, "tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel". (ver Juan 1:35-51)
Una tras otra, las personas que conocen a Jesús quedan asombradas y cautivadas por su personalidad, y esto es antes de que Jesús haya empezado a hacer las cosas que pronto lo harán famoso. En poco tiempo, Jesús hará milagros poderosos y predicará a enormes multitudes que se aferrarán a cada una de sus palabras. Algunas personas quedarán atrapadas en el ambiente de emoción que rodea a Jesús, de la forma en que los fanáticos de estrellas espectaculares entran en un frenesí por una estrella famosa. Pero Andrés, Pedro, Felipe y Natanael se encontrarán con Jesús al comienzo de su ministerio, antes de que sea famoso, antes de que grandes multitudes se reúnan a su alrededor. No es la publicidad o el estado de ánimo general lo que hace que Andrés, Pedro, Felipe y Natanael se maravillen de Jesús; es el mismo Jesús. Jesús es tan magnético, tan magnífico, que ellos sienten que él debe ser el Mesías, el prometido por los profetas, el Hijo de Dios, su Rey. Todavía tienen mucho que aprender, pero saben una cosa: al conocer a Jesús, se han encontrado con algo más que con otro hombre. Al conocer a Jesús, están conociendo a Dios de una manera fresca y maravillosa y satisfaciendo sus anhelos más profundos. Cuando quieren compartir su descubrimiento con familiares y amigos y con otras personas que conocen, no pronuncian un largo discurso. Solo dicen: "Ven y ve. Compruébalo tú mismo".
Esa es mi invitación para ti ahora mismo: ven y ver. Tómate unos minutos para encontrarte con Jesús y para conocerlo. No solo vayas por los rumores o por lo que pienses de la religión en general. Ven y ve a Jesús y conócelo por ti mismo.
Cualquiera es Bienvenido
Cuando te encuentras con Jesús en la Biblia, te das cuenta que él le da la bienvenida a todo tipo de personas. No importa quién seas—hombre o mujer, abuelo o niño, pescador o agricultor, sacerdote o prostituta, soldado o rebelde, policía o delincuente, gobernante o esclavo, rico o pobre, educado o sin educación, saludable o discapacitado, religioso o corrupto, sensible o poseído por demonios, Jesús le da una calurosa bienvenida a cualquiera que quiera encontrarse con él y conocerlo mejor. Nunca le dice a nadie que es demasiado importante, que se encuentra demasiado ocupado o que es demasiado bueno para ellos.
Cuando estás con Jesús, ves varias madres jóvenes con niños pequeños y bebés queriendo que Jesús toque a sus hijos y que ore por ellos. Algunas de las personas que rodean a Jesús les dicen a las mujeres que se vayan. Dicen que a Jesús no se le puede molestar con bebés y con amas de casa. Pero cuando Jesús ve que las mujeres y los niños son tratados como si no contaran, eso lo vuelve loco. "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos".
Más tarde te encuentras caminando por el camino detrás de Jesús, junto con una multitud de personas. De repente escuchas a un par de tipos escandalosos haciendo ruido: "Señor, hijo de David, ten piedad de nosotros". Dos mendigos ciegos, que todos los días buscan donaciones al lado de ese camino, han oído que Jesús pasa. Cuando comienzan a gritar, la multitud los regaña y les dice que se callen. Después de todo, Jesús está en movimiento. ¡Tiene grandes planes! ¿Por qué un par de gorrones sin importancia hacen una escena e interfieren con su agenda? Pero los hombres ciegos no se darán por vencidos. Ellos gritan mucho más fuerte, y a Jesús no le importa en absoluto. De hecho, parece contento. Él se detiene y les pregunta qué quieren. Ellos le dicen que quieren ver. La cara de Jesús está llena de piedad. Él toca sus ojos. De repente pueden ver, y se unen a sus otros seguidores.
Al pasar tiempo con Jesús, descubres que él no solo tiene tiempo para las mujeres, para los niños y para las personas discapacitadas, sino también para las personas que son francamente malas. Se sienta a cenar con ladrones, con prostitutas y con chusma de todo tipo. Acepta invitaciones de casi todos, e incluso se invita a sí mismo a su hogar si ellos se sienten indignos de invitarlo. A veces daña su reputación entre los miembros más honrados y religiosos de la sociedad. Creen que no tiene estándares. Pero Jesús tranquilamente les dice que la razón por la que vino es para ayudar a los pecadores, y parece estar funcionando. Comer con ladrones no hace que Jesús se doblegue; ayuda a los ladrones a enderezarse. Darles la bienvenida a las prostitutas no hace a Jesús sexualmente inmoral; ayuda a las prostitutas a volverse sexualmente puras y las transforma en mujeres sabias que dejan de vender sus cuerpos y que comienzan a servir a Dios.
A veces, casi parece que Jesús prefiere a las personas humildes que a las personas importantes y a los pecadores corruptos que a los ciudadanos decentes. Él les advierte a algunas de las personas más respetuosas que están en peligro del infierno y que los humildes están entrando al reino de los cielos por delante de ellos. En un momento dado, incluso dice que sería más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un hombre rico pecador se salve. Pero Jesús agrega, "Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible". Y, por supuesto, aunque muchos peces gordos se oponen a Jesús, él le da la bienvenida a cualquiera que quiera conocerlo.
Incluso se encuentra con ellos bajo sus términos. Un hombre rico y religioso llamado Nicodemo quiere ver a Jesús pero no quiere que el público los vea juntos. Él quiere que Jesús tenga una reunión secreta con él por la noche. ¿Jesús se niega? No, él es amigable incluso con un hombre que se avergüenza de ser visto con él. Pero cuando se sienta con Nicodemo, Jesús le informa que debe nacer de nuevo y creer en Jesús para poder ser salvo, y le dice que una persona salva no se esconderá en la oscuridad sino que vivirá en la luz de Dios.
Autoridad Increíble
Jesús no rechaza a nadie, pero tampoco tira ningún puñetazo. Está dispuesto a encontrarse con las personas bajo los términos de ellos, pero pueden quedarse con él y seguirlo solo en sus términos. No excluirá a nadie debido a su pasado, pero no incluirá a nadie que se niegue a abandonar su pasado y a confiarle su futuro. Nadie está tan mal que no pueda contar con él, pero nadie es tan bueno que no lo necesite. Está dispuesto a encontrarte donde estás, pero debes estar dispuesto a seguirlo a donde sea que él te conduzca.
Al conocer a Jesús, te encuentras con una combinación de humildad y de autoridad que no encontrarás en ningún otro lugar, con una asombrosa unión de ternura y de firmeza. En un momento está abrazando bebés; en el siguiente momento se enfrenta a los gobernantes. En un momento, yace agotado y dormido en un bote sacudido por una tormenta; en el siguiente momento está ordenándole a la tormenta. En un momento está llorando en la tumba de su amigo muerto Lázaro; al siguiente le está ordenando a la muerte misma que libere a su amigo. En un momento está de rodillas como un esclavo, lavando los pies sucios de otras personas; al siguiente dice que es su Señor y Maestro. Jesús siente la debilidad, el dolor y la pobreza de la humanidad y, al mismo tiempo, desata el poder, la sanidad y la abundancia de Dios. Él no tiene ni siquiera una pequeña cabaña como hogar, sin embargo, camina a través del templo de Dios como si fuera el dueño del lugar. No tiene ni un centavo, pero habla como si el mundo entero fuera suyo. ¿Podrían incluso los menos humanos ser más humildes y más vulnerables? ¿Podría el Dios todopoderoso ser más grande y más poderoso? ¿Qué más puedes pensar, excepto que Jesús debe ser completamente humano y en algún momento totalmente divino?
Algo es seguro: Jesús no es aburrido. Nunca hay un momento aburrido cuando estás cerca de él. Cuando él habla, puedes sentirte confundido, incluso puedes molestarte y enojarte con algunas de las cosas que dice, pero algo que no harás es bostezar. Gran parte de lo que él dice tiene un giro inesperado. Él cuenta una historia sobre un delincuente pésimo y sobre un maestro respetable. El punto clave es que Dios acepta al estafador y rechaza al maestro. Jesús cuenta otra historia acerca de un niño malo que se escapa de casa, que arruina todo su dinero, que arruina su vida, que daña la reputación de su familia y, que cuando toca fondo, tropieza en su casa. Su padre le da la bienvenida con abrazos y con una gran fiesta, pero mientras tanto, hay un hermano mayor que se porta bien y que parece haber hecho todo bien y que, sin embargo, termina sintiéndose excluido.
Jesús dice algunas cosas que parecen ser de un sentido común espléndido, pero también dice cosas que suenan desconcertantes e indignantes. No siempre es fácil entender lo que quiere decir Jesús. Aun así, su voz suena con tanta autoridad que incluso si no puedes entenderlo, tampoco puedes ignorarlo.
Los eruditos expertos intentan detener a Jesús o engañarlo para que diga algo tonto, pero Jesús siempre tiene la respuesta perfecta. Las personas más inteligentes no pueden burlarlo, pero las personas más simples pueden beneficiarse de su enseñanza. La brillantez simple de Jesús hace que la gente se pregunte: "¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?" (Juan 7:15)
La gente se asombra no solo por la brillantez de Jesús, sino por la pura autoridad de su manera de hablar. Él no es como otros maestros que debaten los puntos finos de la religión y acumulan citas de otros expertos. Jesús a menudo desafía la opinión de los expertos y declara la verdad basada en la autoridad divina.
Los enemigos de Jesús envían guardias armados para arrestarlo, pero esos oficiales estrictos e intolerantes se ven arrestados por las palabras de Jesús. Beben de sus palabras y luego se marchan sin aprehenderlo. Al preguntárseles por qué no arrestaron a Jesús, responden: "¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!". Eso se debe a que nadie más que Jesús ha hablado como Dios con nosotros.
Ordenando a los Demonios
Tal vez el uso más sorprendente de la autoridad de Jesús es la forma en que les da órdenes a los demonios. Los espíritus malignos que han estado controlando a las personas no pueden hacerle frente. Los demonios hacen lo que Jesús les dice que hagan. Cada vez que les ordena que dejen a una persona, se van.
Los demonios no son débiles. Son ángeles rebeldes que han perdido toda bondad pero que aún tienen una fuerza terrible. Cuando los espíritus malignos toman posesión de alguien, no es fácil expulsarlos. Ningún simple humano puede hacerlo. La gente no es lo suficientemente fuerte como para vencer a los demonios.
Es asombroso, entonces, cuando alguien viene y hace temblar y huir a los demonios. Los espíritus malignos que nadie podría ahuyentar se encuentran de repente en retirada total cuando Jesús aparece. Cuando un hombre poseído por un demonio hace una escena horrible durante un servicio de adoración, Jesús simplemente habla, y el demonio huye.
Otro hombre se encuentra poseído por un ejército entero de demonios y vive en un cementerio. Está desnudo, incontrolable, echando espuma por la boca, gritando con una voz demoníaca, es un peligro para sí mismo y para los demás. Entonces Jesús da una orden. En el instante siguiente, el hombre se encuentra bien vestido, en su sano juicio, hablando con Jesús, radiante de alegría (véase Marcos 5:1-20).
¿Qué tipo de persona puede darles órdenes a los demonios? Algunos de los enemigos de Jesús piensan que la razón por la cual los demonios escuchan a Jesús es porque Jesús mismo está poseído por el demonio principal de todos ellos. En un momento ves a un hombre desnudo, gritando con una voz horrible e inhumana, echando espuma por la boca, lastimándose a sí mismo. Al instante siguiente lo ves bien vestido, tranquilo, hablando con Jesús, radiante de alegría, todo porque Jesús les ordenó a los demonios que dejaran al hombre. Algunas personas están convencidas de que la razón por la que los demonios escuchan a Jesús es porque Jesús mismo está poseído por el demonio principal de todos ellos. Pero Jesús le hace tanto daño a la causa de los demonios que mucha gente cree que no puede ser una herramienta del demonio principal. Si el poder de Jesús no es demoníaco o meramente humano, queda una posibilidad: su poder es divino. Él debe ser el Dios que vino a salvar a su pueblo. ¿Qué hay de ti? ¿De dónde crees que Jesús obtiene su poder sobre los demonios?
Vida y Amor
De donde sea que provenga su poder, Jesús tiene bastante. Él echa fuera demonios. Él le da órdenes al viento. Él hace caminar a la gente paralizada. Él hace que los ciegos vean. Él hace que las personas sordas escuchen. Toca a leprosos y a los exiliados con enfermedades contagiosas, y en lugar de que se contagie, ellos se recuperan gracias a él. Enormes multitudes comienzan a reunirse con él, trayendo consigo a sus amigos enfermos y discapacitados, y Jesús los sana a todos. Él alimenta a miles de personas hambrientas con cinco barras de pan y dos pescados. Él incluso resucita a los muertos. Una procesión fúnebre se desintegra cuando Jesús trae a la vida al niño del ataúd, para el deleite de su madre viuda. Una niña que yace muerta en su cama de repente se sienta con buena salud, gracias a una palabra de Jesús. Se trata del mayor estallido de milagros que nadie haya visto jamás.
Los milagros muestran un poder asombroso, y también muestran amor y compasión. Jesús no solo sana; también toca y habla con aquellos a quienes sana, restaurando sus espíritus y sus cuerpos. A veces él declara que sus pecados son perdonados. Jesús no solo sana problemas; se preocupa por las personas.
Y además de su poder y compasión, también está su pureza personal. Cuando conoces a Jesús, descubres que él practica lo que predica. Él no puede ser halagado, sobornado o seducido. Incluso sus enemigos no pueden inventar algún escándalo para desacreditarlo. Él trata a las mujeres con el mayor respeto, sin una pizca de lujuria. Vive un día a la vez, confiando en su Padre celestial, sin usar su fama para acumular dinero. No hay nada codicioso en él. Él es paciente con las personas y nunca regaña a nadie a menos que sea por su propio bien. Él no puede ser halagado, sobornado o seducido. Él siempre usa su poder para el bien de los demás, nunca para su propia conveniencia. Cuando Jesús pregunta: "¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?", Nadie puede acusarlo de haber cometido un error. Nunca nadie ha estado tan perfectamente de acuerdo con los estándares de Dios.
Aun así, su bondad perfecta no se trata de un rigor agrio y gruñón. Jesús a menudo habla del reinado de Dios en términos de una gran fiesta, y en casi todos lados, la gente le hace fiestas. De hecho, se involucra en tantas fiestas y se vuelve el centro de tanta diversión que algunas personas lo critican por no ser lo suficientemente severo y estricto. Tiene el tipo de amigos equivocado, y ellos se divierten demasiado, como para satisfacer a los guardianes de la decencia. Pero a pesar de esas quejas, Jesús sigue haciendo nuevos amigos que siguen organizando fiestas para él.
Jesús mismo es la vida de la fiesta. Los pecadores con quienes se hace amigo no pueden evitar celebrar (Marcos 2:19). "He venido", explica Jesús, "para que tengan vida y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Es por eso que hay fiestas donde quiera que va. Jesús les dice a sus amigos que él encarna el amor de Dios para ellos. Él hace todo esto, dice, "que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Juan 15:11). La vida es plena, llena de alegría—por eso hay fiestas a donde va Jesús. Las personas nunca han estado tan felices como cuando están con Jesús, y siguen invitando a otros a venir y ver.
Compruébalo Tú Mismo
¿Qué hay de ti? Ahora que has conocido a Jesús y que has tenido unos minutos para familiarizarte, ¿qué piensas? ¿Puedes ver de qué se trata la emoción? ¿Puedes ver por qué tanta gente está convencida de que él es el Hijo de Dios? ¿Te gustaría conocer mejor a Jesús? Entonces no te detengas aquí. Pasa más tiempo con él. Abre tu Biblia a los relatos de los evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan. Ora para que el Espíritu Santo te conecte con Jesús. Luego lee más y más acerca de las palabras inspiradas del Evangelio, y experimenta la conmoción y la maravilla de estar con Jesús.
Si observas a Jesús en acción, verás que nadie hizo lo que Jesús hizo. Si escuchas a Jesús hablar, escucharás que nadie habló de la manera en que Jesús habla. Si percibes el carácter de Jesús, sentirás que nadie vivió de la forma en que él vive y que nadie nunca amó de la forma en que él ama. En última instancia, verás a Jesús colgando de una cruz, muriendo para pagar por tus pecados, y lo descubrirás como el Señor resucitado que derrotó a la muerte para darte la vida eterna.
A veces, simplemente escuchar a alguien hablar de Jesús es suficiente para convencerte de que es asombroso. Ese puede ser el primer paso para confiar en él y para tener una relación con él, pero no hay nada mejor que conocer a Jesús por ti mismo.
Una mujer atraviesa varios matrimonios fallidos antes de conocer a Jesús. De alguna manera, Jesús ya sabe todo sobre su pasado imperfecto, pero él se hace amigo de ella y le dice que puede tener vida eterna en él. La mujer está encantada. Ella se apresura a decirle a otros en su pueblo que vengan a ver a Jesús. Su testimonio es tan sorprendente que mucha gente del pueblo cree que Jesús debe ser el Mesías. ¿Pero se detienen con lo que la mujer les dijo? No, quieren encontrarse con Jesús por sí mismos y llegar a conocerlo mejor, entonces le piden a Jesús que se quede con ellos por un tiempo. Pronto, muchos de los que no estaban convencidos se convierten en creyentes, y aquellos que ya creen lo que la mujer dijo acerca de Jesús hacen que su fe sea más personal y poderosa cuando lo conocen de primera mano. Le dicen a la mujer: "Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo" (Juan 4:42).
Espero que tengas esa misma experiencia y creas no solo por lo que he dicho sino porque has conocido a Jesús por ti mismo, porque tienes una relación personal con él y porque sabes más allá de toda duda que Jesús realmente es el Salvador del mundo. Cuando Jesús te diga: "Sígueme", hazlo. Solo Jesús puede darte una vida digna de ser vivida. Solamente Jesús puede darte un gozo que dure para siempre.